La visita (2014)

La ópera prima del chileno Mauricio López Fernández sorprende por la solidez de su puesta en escena y por las diversas decisiones formales que la dotan de una personalidad poco habitual en primeras películas.

La visita del título es la que se espera que haga Felipe ante la muerte de su padre, tendrá que llegar a la casa donde trabaja su madre, Coya, la ama de llaves de una familia que no pasa por el mejor momento ya que se percibe alguna ruptura entre el matrimonio, la abuela sufre y se queja por alguna enfermedad mientras los chicos deambulan por toda la casa excepto en la habitación donde está el cuerpo del fallecido.

Pero todo lo revolucionará el arribo de Felipe, al llegar convertido en Elena, el descubrimiento de su verdadera identidad será un tema que generará confusión y controversia, pero del que no se hablará en la casa.

La apuesta por el silencio desde la dirección de López Fernández consigue generar una película de climas y atmósferas asfixiantes que potencian esa postura tan latinoamericana de hacerse de la vista gorda ante ciertas realidades, que incomodan pero que jamás se verbalizan. Quedará en Elena/Felipe el sostener esa lucha interna por defender su identidad, sobre todo ante la figura de su amada madre, Coya, quien no se resigna a aceptar y que generará un estado de latente violencia entre ellas.

Como curiosidad, la película varía por momentos su punto de vista del personaje de Elena al de un chico, el único miembro de la familia capaz de observar su entorno más allá de los visible, que ante lo inentendible de la realidad para el chico, se muestra todo en planos propios del cine de terror, que recuerda por momentos el cine de Lucrecia Martel, concretamente ‘La mujer sin cabeza’.

López Fernández consigue una película efectiva y solvente, que se arriesga tanto en su temática como en su narrativa, y que cuenta con algunas virtudes en cuanto al tono del relato que la convierten en toda una experiencia.

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