Visitante del más allá (1979)

Antes que nada, si has llegado hasta aquí, échale un vistazo al reparto de la película. Tenemos al mítico John Huston a Shelley Winters ¡¡Sam Peckinpah!! Mel Ferrer y Glenn Ford (el padre adoptivo de Superman). Cuando me encontré con esto me dije, joder, tiene que estar curioso. Vamos a echarle un vistazo pues.

El visitante del más allá no es ninguna de esas pequeñas cutre-joyas sin éxito comercial que se perdieron y olvidaron en el tiempo y que de vez en cuando tengo la suerte de encontrarme por ahí. No. La película en cuestión es más mala que un canapé de whiskas, de esos que se comen las cucarachas de District 9 con trocitos de neumático. Esta película forma parte de esa estrategia comercial chusca que desempeñó la industria cinematográfica italiana a partir de finales de los setenta y que consistía en envolver las mierdas con lacitos como si de superproducciones se tratase. Como bien titula un usuario en una crítica de Tentáculos: “Viejas glorias arropando películas ridículas”. El productor es el egipcio Ovidio G. Assonitis (AKA Oliver Hellman) cuyos proyectos trataban de imitar a los grandes éxitos americanos del género de terror. Vamos, el equivalente italiano de los turkploitation. Algo más distinguidos, eso sí. Fruto de estas maniobras tenemos cosas como Poder maléfico AKA Chi sei? / Beyond the Door (1974) - "cualquier parecido con "El exorcista" es pura coincidencia" - y Tentáculos (1977). Poder maléfico, que supuso una demanda para la Film Ventures International (FVI) por parte de la Warner, no está ni en la base de datos de filmaffinity, así que mandaré la ficha para que los cuatro mataos que la hemos visto podamos fusilarla a gusto.

La película que nos ocupa es un revoltijo temático de niños rebeldes poseídos por espíritus satánicos procedentes del espacio, con rollo ufológico-religioso incluido y con reminiscencias a los pájaros de Hitchcock. Sí, si; No es coña. El resultado, como no podía ser de otra forma, es un argumento que no tiene ni pies ni cabeza, además, con la imperdonable característica de que es más aburrido que el videojuego de Mar Adentro. Ni una gracieta ni nada, ninguna pifia reseñable, ná de ná.

A destacar algún que otro intento estético. Pero vamos, se queda en eso, un intento.

Entre tú y yo: Si hay que verla, pues la ves. Si verdaderamente crees que la situación es urgente como para que haya que verla que pa eso está, pues la ves. No porque la veas vas a ser más ná, eso también te lo digo. Hay mucho cine interesante que disfrutar como para perder el tiempo, aunque no quiero desmerecer a los que de vez en cuando nos tragamos mierdas como esta. Respetos al máximo en ese aspecto.

Pero una cosa te voy a decir:

Verla, lo que se dice verla, pa ná... Es tontería.

Flipada psicodélica, sobrenombre para un film al que no puedo denominar de otra manera, y que me pregunto que pintan ahí todo ese montón de viejas glorias de actores y… directores!!!
Una coproducción ítaloamericana que es un sinsentido de principio a fin, con un mensaje pseudo religioso muy de moda en los setenta, y que para que todo sea aún más digerible encima es lenta como una carrera de caracoles. Una especie de mezcla entre “El exorcista” (1973), “Encuentros en la tercera fase” (1977), “Carrie”, (1973) y no se cuantas más porque es un refrito infumable al que solo le salva la aparición de tanto veterano actor completamente desubicado y tratando con esfuerzo darle lustro al asunto, pero sin éxito.
Giulio Paradisi es el encargado del pestiño en cuestión, que tiene otros cuatro films a su cargo tan desconocidos como este o más y un puñado de papeles como actor.
En el reparto es donde encontramos lo único destacable de la película, ya que es un autentico desfile de actores ya en el final de sus carreras, incluyendo rarezas en el mundo de la interpretación como el director Sam Peckinpah (Grupo salvaje, 1969), en un breve papel. Más habitual es la presencia por entonces en film de estás características del inolvidable director/actor John Huston (Moby Dick, 1956). El resto del reparto lo completan Mel Ferrer, actor con una gran carrera en su juventud (Guerra y paz, 1956) pero que acabo en otros bodrietes como este, (Caimán, 1979). Glenn Ford con una carrera todavía superior a Ferrer (Gilda, 1946), pero con final similar, es uno más en un casting que comparte con Shelley Winters, (Mama sangrienta, 1970) y un jovencísimo Lance Henriksen (Aliens, el regreso, 1986), entre otros.
En definitiva prescindible film, al que se le puede echar un ojo como rareza, pero solo uno, los dos es una perdida de tiempo.