La máscara de cristal (MirrorMask) (2005)

MirrorMask es probablemente la mejor película "con alma de cuento" de cuantas se han rodado. Pero sólo por su estética. Realmente la factura técnica de la cinta es impecable, sobresaliente, imaginativa y maravillosa. Pocas veces se han visto paisajes tan estrambóticos y bien presentados como en MirrorMask. Desbordante imaginación que además se deja ver en personajes secundarios, creando una mitología propia al nivel del mejor Tim Burton.

Desgraciadamente, detrás de todo este impresionante despliegue técnico no hay nada. La historia es típica, la moraleja también... realmente no hay un buen guión detrás. La estética lograda en la cinta da para muchísimo más, ciertamente. Las interpretaciones son aceptables, al igual que la música. Aún así, merece la pena aunque sólo sea por la estética, ya que desgraciadamente es lo único memorable de esta fantasía de McKean.

Para analizar esta película, realizaré un símil muy pintoresco, pero verdaderamente fácil de comprender.

Cuando vas a un restaurante de ricos, generalmente los platos suelen ir acompañados de dos dedos de comida colocados simétricamente en el centro del mismo, y adornados con hojas de perejil, algún tipo de salsa o los mismos dibujos del plato en que es servida. Una vez te lo han servido, crees que es todo muy bonito y muy cuco, pero cuando has engullido, pues te quedas como con cara de tonto, porque tu estómago vuelve a rugir tras 0'2 milisegundos, preguntándote así si se han quedado contigo.
Cuando vas a un restaurante para la plebe, en cambio, la cosa suele ser muy distinta, pues el plato es lo que prácticamente no se ve, y por mal presentado que pueda llegar a estar, lo que cuenta es si llena o no, así que, una vez lo ves, puede que no te entre demasiada prisa en empezar a engullir, pero una vez engullido, puedes comprobar como todo estaba para chuparse los dedos y tu estómago ha quedado totalmente satisfecho, sin necesidad a rechistar ni nada por el estilo.

Pues bien, con "Mirrormask" nos encontramos con lo que sucedería en el primer ejemplo, es decir, como por aquí mencionan infografías muy bonitas y todas esas cosas que servirían para ornamentar un plato y presentarlo con gran fluidez decorativa, en cambio, la historia que va detrás es racanilla y rancia, y una vez has terminado con ella, te quedas con ganas de que tantos alardes técnicos, se hubiesen podido poner al servicio de algo muchísimo mejor, y no de este relato tan fofito como tópico y, en ocasiones, hasta aburrido.
Además, que a veces se les va un poco a los tipos de las infografías, y todo brilla y brilla, y hasta resulta un poco desconcertante, ya que parece que en lugar de ir a observar un exquisito plato, sencillamente lo vayas a oler, por la ceguera continua que produce tanto brillo.