La batalla de los simios gigantes (1966)

Es la primera película de monstruos gigantes japonesa que veo desde que era chico. Recuerdo haber visto con 7 u 8 años en el cine del cole alguna peli de Gozilla y otros bichos más, y me parecieron impresionantes. Ahora que me he vuelto a acercar ya de mayor (bueno, no tanto, ¿ehhh?) a este género, porque las pelis de monstruos gigantes son todo un género, me sigue impresionando casi de igual manera: macromaquetas bastante realistas (sobre todo las de los bosques), ataques en la ciudad (con unos efectos muy dignos cuando el simio y la gente corriendo están en el mismo plano)… Una gozada, vamos.

Lo malo de esta película en concreto es que tiene un guión tela de malo, con unos personajes alelados sin dos dedos de frente (en especial los militares) y unas situaciones claramente risibles en algunas escenas. Pero quedémonos con la traca: un par de simios gigantes atacando y luchando, unos dignos efectos especiales, el acojonamiento que producen los gruñidos “de cerdo de matanza” de los simios, la escena de la cantante en el restaurante y algunas cosas más, nos da como resultado una GRAN FRIKADA TOTAL diseñada únicamente para disfrutar de un rato entretenido. Si no fuera por el guión tan flojo, le hubiera puesto más de un 6.

Recomendable para los fans del género.

Serie B, años 60. ¿Ubicados? La batalla de los simios gigantes es la más absurda de las películas de serie B sobre monstruos (valga la redundancia) que he visto en años, o, tal vez, que he visto jamás. Pero coño, me ha sorprendido.

Ishiro Honda es responsable de la primera película sobre Godzilla y de lamítica King Kong contra Godzilla, entre otras muchas películas de monstruos que marcan su filmografía (muchas de ellas con el propio Godzilla como protagonista). Honda (buen amigo de Akira Kurorosawa) no era un gran guionista ni tenía muchas luces para escribir diálogos, eso está claro. En La batalla de los simios gigantes, las cosas suceden porque sí, la gente se formula preguntas acertadas sin que nada les lleve a ellas y, esa misma gente, es incapaz, minutos después, de sumar dos y dos. Hay que decir, para zanjar el tema del guión, que es pésimo, en resumidas cuentas y demasiado cercano al ridículo. Pero ahora viene la otra parte. El diseño de producción. Lo que los Power Rangers hicieron allá por la década de los 80, que tan ridículo se no antoja ahora pero que tanto trabajo llevaba, creando maquetas, lo hizo Ishiro Honda (él mismo construía muchas de esas maquetas) años antes. Con unos tanques de juguete, unos barcos de madera pintados a mano y un sensacional uso de la perspectiva de cámara, Honda logra convencer al espectador, en casi todo momento, de que lo que está viendo es realmente un ser (o dos, concretamente) gigantesco. Para construir los bosques se utilizaron bonsáis y pequeñas plantas colocadas con cabeza para dar impresión de ser grandes. Muchos podrían ver la película y decir cosas como que "los rayos láser son de risa", pero a quien me traiga algo mejor de 1966 prometo darle un pin de Dora la exploradora.

Russ Tamblyn es una cara reconocible. No un actor famoso, ni mucho menos, pero a los aficionados al cine les sonará, ya que lo habrán tener un par de secuencias en muchas películas (algunas de ellas bastante famosas junto a gente como John Wayne o Sidney Poitier). No hace un trabajo soberbio, ni mucho menos, pero tengamos el cuenta el nivel habitual en Serie B y podremos valorar su labor en su justa medida. Kumi Mizuno, actriz reconocida por su carrera en el teatro en Japón, está a un nivel muy similar al de su compañero de reparto. El resto de personajes, basicamente, están de relleno.

Resumiendo, que es gerundio: vi la película por casualidad y pensé, incluso durante parte del metraje, que se trataba de una cinta de los años 80, más o menos. Así y todo, la veía muy por encima de la media del género. Cuando descubrí que era de 1966, directamente me convertí en admirador. Imprescindible para los amantes del género.