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La flauta mágica (2006)

La flauta mágica
133 min.
6,2
558
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Tráiler (ESPAÑOL)
Sinopsis
Adaptación cinematográfica de la famosa ópera de Mozart. En vísperas de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), en un mundo oscuro y siniestro, Tamino emprende un arriesgado viaje para liberar a Pamina, la adorable hija de la Reina de la Noche, que ha sido secuestrada por el malvado Sarastro. El destino de los jóvenes amantes puede determinar la suerte de las naciones y la vida de millones de personas. (FILMAFFINITY)
Género
Musical Aventuras Romance I Guerra Mundial
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Reino Unido Reino Unido
Título original:
The Magic Flute
Duración
133 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Reino Unido-Francia;
Links
8
Muy resultona
Las relaciones entre el cine y la ópera son difíciles. Recuerdo pocas películas que vayan más allá de ser simple (y a menudo, tedioso) teatro filmado y que funcionen como espectáculo y como narración (las mejores que yo conozco son "Madame Butterfly" de Frédéric Mitterrrand y "Katerina Ismailova" de Mijaíl Shapiro). "La flauta mágica" tenía ya una ilustre versión filmada por Ingmar Bergman que está francamente bien. Ahora llega Branagh y sus millones (esta peli ha costado una pasta, seguro), saca a Mozart y sus personajes del teatro, les hace aprender inglés, da un meneo al libreto que te cagas y ambienta la historia en la I Guerra Mundial (según se dice en los papeles), aunque los uniformes parecen de fantasía y la arquitectura del palacio de Sarastro es una mezcla del de la Bella Durmiente y Hogwarts (de hecho, yo creo que se ha inspirado en "Harry Potter" en más de un detalle, pero eso es otra cuestión). Con los cambios Branagh pretende dotar de narratividad al libreto, que es un artefacto nada verosímil ni realista, centrado en lo simbólico, y así convierte la alegoría de la iniciación masónica en una especie de historia de aventuras bélicas, un poco embrollada e incongruente (la ópera es así, ya lo sé, pero puestos a inventar cosas y a cambiar el texto podría haberle dado un poco más de coherencia). En cualquier caso, Kenneth Branagh ha tenido el fino detalle de quedarse detrás de la cámara (cosa que yo le agradezco porque como actor me estomaga un poco), ha escogido a un puñado de cantantes jóvenes y guapos (cosa que también le agradezco), tiene a ratos una potencia visual enorme, destellos de humor (las tres damas como enfermeras con sus cofias almidonadas, la aparición de la reina de la Noche en tanque, ciertos bailes) y, sobre todo, tiene a su favor la música de Mozart (porque todos los que estábamos en el cine íbamos por él, eso está claro). Merece la pena.
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26 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Cuando las hadas fueron a la guerra
Hace más de tres décadas, Ingmar Bergman estrenaba su cautivante versión de la colosal opera de Mozart, apelando a mínimos recursos; en 2006, Branagh -muy a su estilo- ha realizado para la pantalla grande una apuesta barroca y por momentos bizarra.

El director británico se aleja más de las influencias teatrales que el cineasta sueco, para lo cual busca desarrollar recursos narrativos propios del cine.
La traslación de Branagh abarca también a la lengua alemana original de la ópera, que se
traduce al inglés, con un marcado trabajo sobre la métrica y la rima.
Sin perder el simbolismo básico del libreto original -cuya lectura funciona en varios niveles- K.B. pasa del contexto atemporal del cuento de hadas, a un relato de aventuras bélicas ambientado en la Primera Guerra mundial.

Si bien argumentalmente la guerra le da mayor entidad a la presencia del mal, no existe interés en recrear un contexto histórico riguroso ni tampoco naturalista, ya que la magia igualmente termina filtrándose y es impensable que no estuviera como condimento esencial.

La fotografía de Roger Lanser (habitual colaborador de Branagh) abunda en tomas cenitales y desplazamientos en grúa para los travellings que siguen las vicisitudes de los protagonistas. Con un montaje ágil, original y alocado, el periplo de la historia original se mantiene bajo otro ropaje: el príncipe Tarmino, luego de atravesar un grave peligro en las trincheras y ser alvado por tres misteriosas enfermeras, realizará un viaje en compañía de un adiestrador de pájaros (Papageno), para rescatar a la princesa Pamina, hija de la Reina de la Noche, quien ha sido secuestrada por Sarastro, cuya identidad es un enigma que será develado parcialmente. En la traslación, la monstruosa serpiente que perseguía a Tamino en la versión original es reemplazada por una granada de gas, a la cual el héroe debe eludir; las tres hadas aparecen como auxiliares de enfermería en un hospital de campaña; Papageno deviene en encargado de los canarios que se usaban para detectar el gas letal y la Reina de la Noche hace su presentación magistral, no saliendo de una nube ni descendiendo de una carroza, sino sobre un imponente tanque de guerra.

Podría objetarse que la obra peca de ingenua desde una mirada contemporánea y también que es edulcorada, como una golosina para un niño, pero es que precisamente también el público infantil conectarse con momentos de esta obra dirigida a espectadores de todas las edades.
También podría argumentarse una extensión casi en el límite de lo soportable, pero nada de eso le quita mérito a la novedosa potencia visual de la puesta, que no desmerece a la sublime música de Mozart.
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8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
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