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Manderlay (2005)

Manderlay
139 min.
7,3
10.199
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Disponible en:
Suscripción
Trailer (INGÉS con subtítulos en castellano)
Sinopsis
Tras abandonar Dogville, Grace se dirige con su padre a Manderlay, una plantación de Alabama, donde ambos son testigos de los horrores de la esclavitud y la segregación. Segunda parte de la trilogía "Visiones de América", en la que el director danés ofrece su punto de vista sobre un país que nunca ha visitado. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Secuela Años 30 Esclavitud Vida rural (Norteamérica)
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Dinamarca Dinamarca
Título original:
Manderlay
Duración
139 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
2005: Festival de Cannes: Nominada a la Palma de Oro (mejor película)
2005: Festival de Valladolid - Seminci: Nominada a la Espiga de Oro
2005: Premios del Cine Europeo (EFA): 2 nominaciones
"Demoledora fábula. (...) de un envidiable rigor intelectual, una obra de arte que nos recuerda, por ventura, para qué sirve el arte: para la reflexión, para el vapuleo intelectual, para el autoanálisis. (...) tan rotunda como necesaria, tan incómoda como estimulante."
[Diario El País]
"Sin la sorpresa de 'Dogville' ni la intensidad de Nicole Kidman. (...) Es innegable que la masa con la que está construida es de la misma calidad (...) inteligencia y reflexión sin pudores (...) Puntuación: ★★★ (sobre 5)."
[Diario ABC]
14
9
Positiva
2
Neutra
3
Negativa
9
Qué cabrón eres, Lars
Creo que es un error pensar que esta película es exclusivamente una crítica a los EEUU, desde luego lo es, pero no sólo a los EEUU. Yo, personalmente, salí avergonzado de mi mismo (supongo que las otras 5 personas que había en la sala también), y salí avergonzado no por ser blanco ni por ser occidental, sino por ser humano y porque la verdad es triste y duele. Precisamente la grandeza de esta peli es la universalidad que posee la cinta.

Pero como dice el director de ese "extraño" país llamado Dinamarca (país famoso en todo el mundo por su libertad de expresión) la película se centra en el caso americano, y desde luego, EEUU es quien recibe más palos, quizá sea porque es la nación que más merecedora se hace de recibirlos. Por cierto, es mentira que la mentalidad estadounidense sea producto de la europea, lo preocupante es que la mentalidad europea cada vez es más estadounidense.

La estética es muy acertada. Sigue la línea de su predecesora y cumple su papel de centrar la atención en actores y argumento, aunque me hace falta verla un par de veces más para entrar en más detalles.

Por cierto, no se que tienen de raro, fuerte o explosivo los créditos que no tenga el resto de la película, porque se dice lo mismo en el video-clip del final que a lo largo de toda la película.

Es divertido jugar a las interpretaciones, y esta peli se presta: ¿y si sustituimos a Grace por Bush, cambiamos la Ama por Sadam y a Manderlay por Irak? Seguramente Bush salga de Irak dejándolo peor de lo que estaba con Sadam, igual que Grace hace en Manderlay...

Interpretaciones a parte, el film te hace pensar en muchas cosas, propone muchas preguntas que no tienen una única respuesta: ¿se debe imponer la libertad? ¿se puede? ¿los valores morales son absolutos? ¿creemos realmente en nuestros valores o sólo nos gusta como suenan? ¿cual es el fin de la sociedad, la felicidad, la seguridad, la libertad, el orden, la desigualdad, la esclavitud, la supervivencia...?

Yo tengo mis respuestas, Von Trier nos deja entrever las suyas, ustedes veanla y haganse las suyas
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114 de 128 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
La vision de un blanco sobre la esclavitud negra
El genialmente original director danés Lars Von Trier vuelve a reflejar en el celuloide los sentimientos más profundos de nuestra alma con la segunda entrega de su trilogía sobre EEUU (que afirma no haber visitado): si antes fue la impactante y claustrofóbica “Dogville”, ahora nos deleita con la dramática y profunda “Manderlay”, que precederá a la más madura y fotográfica “Wasington” (prevista para estrenarse en 2007 con, seguramente, Cate Blanchett en el papel protagonista).

Si en “Dogville” Grace (interpretada magníficamente por Nicole Kidman) era una chica inocente y confiada que la llevaba a ser engañada y maltratada, en “Manderlay” nuestra protagonista ha aprendido de sus errores y coge las riendas liderando esta nueva aventura con el rostro de Bryce Dallas Howard (conocida por ser la idealista ciega de “El bosque”, donde hizo un papel como anillo al dedo). Ésta joven actriz interpreta dignamente a su personaje aunque las comparaciones con su predecesora son odiosas, ya que aquella era capaz de mostrar multitud de sentimientos y registros con una mirada, mientras que con ésta se tiene la sensación de que sigue haciendo de ciega, con la vista perdida en nosesabedónde.

El nuevo capítulo lleva a Grace, a su padre (Willem Dafoe sustituye al James Caan de “Dogville”) y a la tropa mafiosa a un pequeño pueblo del sur llamado Manderlay, rodeado por una larga valla con candado. Una mujer se acerca al coche y pide ayuda a Grace. Ésta, a pesar del consejo de su padre de que no se meta en asuntos ajenos, se baja con su ejército ilegal a impedir la tortura de negro esposado por parte de una madura señora (Lauren Bacall, que repite con Trier). Nuestra idealista mujer decide quedarse en Manderlay con el fin de abolir la esclavitud de la población negra e instaurar un sistema democrático. Lo que no sabe es que hay mucha gente convencida en seguir como está.

Los decorados son iguales que en “Dogville”, sólo unas líneas pintadas en el suelo y unos pocos elementos necesarios en la trama sirven para ilustrar los lares por donde se pasearán los personajes. La diferencia está en que Trier invierte los colores: en “Dogville” era un suelo negro y un cielo cambiante según la franja horaria y en “Manderlay” hay cielo negro permanente y suelo variable, con multitud de tonalidades según el sentimiento que el realizador nos quiere transmitir.

La técnica de cámara en mano y la magistral fotografía de Anthony Dod Mantle siguen entre las constantes de Trier. Pero, si en “Dogville” la historia era lenta, con muchos silencios, intimista y paulatinamente intensa hasta la traca final, en su nueva obra maestra prefiere emplear altibajos dramáticos, situaciones que se resuelven o se agravan para resolverlos con un final tan digno como el de la primera entrega.

Sigue habiendo la preciosa voz en off y un orden narrativo dividido en ocho capítulos, que cada cual se espera con más impaciencia que su predecesor y no interrumpe ni entorpece la trama general.
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58 de 69 usuarios han encontrado esta crítica útil
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