La saña y el duelo de imtereses oscuros en el gremio minero de la URSS
1 de febrero de 2024
Se palpa tanto en nacimiento de los héroes laborales como el de la resistencia a incorporar métodos de producción nuevos en la anquilosada ideología soviética
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Con el minero Stepan Kulagin, Boris Barnet brinda una valiosa radiografía, ilustrativa donde las haya, de los recelos políticos, envidias y mezquindades gremiales que curiosamente escapa -al menos por completo- al leitmotiv de las películas patrioteras o panfletarias debido a la complejidad y choque de intereses en pugna -como podemos ver en la trama- en la Unión Soviética durante la década de los 30 y 40. La ardiente ebullición ideológica del momento, con la Segunda Guerra mundial en ciernes, la política soviética es reacia a introducir nuevos métodos de extracción en los altos hornos de los Urales, pero es también caldo de cultivo idóneo para el surgimiento de un héroe como Kulagin, como otros muchos hijos del régimen que sostuvieron el sistema, o contribuyeron para robustecer sus premisas, basándose en simples sentimientos de orgullo y dignidad humana y nobleza por su patria, antes que para vencer al capitalismo o para humillar a Inglaterra o a Los Estados Unidos u otros motivos. Con su martillo neumático, Kulagin es dechado de entusiasmo,pero -y estoy seguro que sin darse cuenta- enarbola una contradicción soviética per se; es quien se ofrece a experimentar por vivo amor por la patria, deseinteresadamente sin importar el fracaso, pero es el paria, el traidor maldito, o como mínimo el loco para las clases de la vieja guardia -como Vladimir Sokolov- para quienes apesta por intentar lo moderno. De este aspecto se valdrán pillos dentro del mismo engranaje, como Andrei Semyonovich, quien no duda en sabotear la imagen del célebre minero del momento, pero sobre todo hundir el proyecto de modernización de las minas de carbón a su cargo, sin importarle que a Kulagin ya lo siguen miles de trabajadores que creyeron en él, y por tanto, poner en riesgo la vida de todos ellos; Semyonovich no solo será autor intelectual de un acto terrorista de sabotaje-ordenando al capataz Vasily Kavun para derribar la madera enraizada de la plataforma y sostén de gran parte de la mina- sino además, con saña y perversiónn reincidirá en enviar a poner dinamita el fatídico 7 de septoembre en las minas de Almaz-south, Beral-north, Ivan-East e Ivan-West, aprovechando el turno de capataz del padre Stepan Kulagin, Anton. Cuando el capataz Vasily se niega, envía al medroso Starkowski a terminar con él enmedio de la noche. COn lo que no contaban era con la camarada Dunya quien alcanzó a ver a los adláteres de Semyonovich cortar las líneas telefponicas y luego colocar la dinamita.
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