Singoalla (1949)

Conocido como, “el último romántico sueco”, Vyktor Ridberg (1828-1895) provenía de una familia humilde y tuvo que hacer grandes esfuerzos para acceder a las muchas cosas que, desde muy temprana edad, quería aprender. Su padre, era un guardia de prisiones que se volvió hipocondríaco y alcohólico cuando, la madre de Vyktor, falleció víctima de la epidemia de cólera de 1834… y esto llevaría a su hijo a permanecer mucho tiempo en hogares sustitutos; pero, estas experiencias y sus muchas lecturas, despertaron pronto en el joven el deseo de escribir… y consiguió abrirse camino no obstante su condición social. Después se interesó en la política y llegó a ser miembro del parlamento sueco como militante del Partido Campesino. Ejerció con fuerte compromiso por la clase trabajadora y ya, en 1906, sus obras literarias (novela y poesía), eran consideradas “parte del tesoro literario de este género”.

Publicada en 1858, “Singoalla” partió de una leyenda medieval que hablaba del trágico romance entre una bella gitana y un caballero medieval dispuesto a sacrificarlo todo por ella, y fue, ésta, una de las más exitosas novelas del escritor sueco.

Con un guion firmado por Pierre Véry, Bertil Malmberg y él mismo, el director francés Christian-Jaque, se propuso hacer un poderoso drama que incluye supersticiones, ambiciones, lucha de clases, intenso romance… y una curiosa analogía entre dos grupos sociales que, aunque lucen muy distintos, en la práctica coinciden en unas cuantas cosas.

Todo comienza cuando, Lord Erland Manesköld, un joven y apuesto caballero que viene padeciendo extraños comportamientos de sonambulismo -que algunos atribuyen a embrujo y otros, como el sacerdote de palacio, a la "simple influencia del planeta saturno combinado con el signo escorpión"-, conoce a Singoalla, una fascinante gitana que ha llegado a ese territorio con su comunidad. El flechazo es inmediato, y Erland luce dispuesto a tirarlo todo por la borda, incluido su compromiso matrimonial con Helena Ulfsax, otra joven noble de quien se espera que lo saque de su “posesión”. Lo que se aviene traerá momentos muy felices, pero, la codicia, y la lucha de clases habrán de interponerse y comenzará, así, un drama que pondrá a prueba su apasionado amor.

Podría pensarse que, <<SINGOALLA>>, funciona como una suerte de variante de, “La Bella Durmiente” (siendo aquí “durmiente”, el bello), pero, con una visión plenamente realista, Christian-Jaque, se sacudirá de plano las convenciones de los cuentos de hadas y del cine a la Disney, y nos ofrecerá una historia con los pies en la tierra y con el corazón bien puesto en el lado izquierdo de su pecho.

Seguramente, para no atraer las tijeras de la censura, algunos hechos -como la muerte de Sorgbarn- fueron manejados con la mayor sutileza, pero, queda bien plantado que, por parecidos que sean, el agua y el aceite finalmente se repelen.

Magnífica interpretación de la fascinante, Viveca Lindfords (con Maureen O’Hara y Gina Lollobrigida, quizás la tríada gitana más bella que nos ha dado el cine) quien, como Singoalla, logra un personaje colmado de vitalidad, compromiso y transparencia. Por su parte, Alf Kjellin, consigue reflejar muy bien esa ambigüedad moral del joven caballero; y el resto del reparto cumple sin objeciones con sus interesantes roles.

La que hemos visto, es la versión sueca de, <<SINGOALLA>>, pues, simultáneamente se hicieron versión inglesa (más corta) y titulada, “The Wind is my Lover”; y versión francesa donde a Kjellin lo reemplazó Michel Auclair.

Título para Latinoamérica: SANGRE GITANA