El silencio de la ciudad blanca (2019)

-Qué sentido tiene desvelar el asesino al principio? y lo pero es que da absolutamente igual, porque directamente no sabes de donde ha salido.

-La tensión sexual absurda y nula entre el inspector y la comisaria, con ese roce de adolescentes en el tejado de la catedral, oyen una piedra caer y se lían en una absurda persecución que va perfecta para lucir tomas de acción.

-El final es patético, precipitado, absurdo. Uno se desata, la otra se destapa la boca en el último instante, el asesino por allí tranquilamente con la otra policía por allí deambulando...de risa vamos.

-Lo de los gemelos y el asesino es patético. Está tan forzado que se vieron obligados a pintar la cabeza del pobre bebé con sprai rojo de los chinos para hacer cuadrar la trama.

-Atención con el señor de la iglesia que sale de la nada y resuelve todo el entramado mirando el fresco de la pared. Un genio. Y cuando lo cuenta dices ¿Y? Pues efectivamente, que te da igual, que sólo miras el reloj para ver cuando se acabará el sufrimiento.

-¿Cómo descubre el prota dónde lleva a las víctimas el asesino? viendo una foto que lleva años en el salón de la comisaria, la chica lista que lleva años casada con un tipo que se tiñe el pelo y no se ha dado nunca cuenta. Llegan mágicamente al salón de las torturas y el bueno de Unai suelta la abeja como le dijo su abu, para saber dónde está la colmena y...¡Oh sorpresa! ¡Efectivamente la colmena está en los panales llenos de abejas que están frente a la casa!

-¿Y lo del Kraken? Media película con la tontería y luego no va a ninguna parte.

Y podría seguir, pero me pongo de mala leche al pensar la pérdida de tiempo y dinero que ha supuesto ver semejante despropósito.