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Shirley (2020)

Shirley
107 min.
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2020: Festival de Sundance: Premio Especial del Jurado - Drama
6
Crítica de Shirley por Cinemagavia
*El renacer

Quién sabe por qué, la escritora estadounidense Shirley Jackson, una de las más talentosas del siglo XX, está viviendo un redescubrimiento tan fuerte en los últimos años. Primero fue la serie de gran éxito, La maldición de Hill House (2018), y ahora es Shirley, una película biográfica que gravita en torno a su vida personal, sin hacer mención a ninguna de sus novelas.

El filme está basado en el libro del mismo nombre de Susan Scarf Merrel y sirve para introducirnos en la mente de la escritora. ¿Quién era Shirley Jackson? ¿Cómo vivía? ¿Qué impulsos y deseos despertaban su imaginación? El tema de la creatividad artística, especialmente literaria, ha sido de gran atractivo para los cineastas: Barton Fink (1991) de los hermanos Coen, Desmontando a Harry (1997) de Woody Allen, Adaptation (2003) de Spike Jonze, Ruby Sparks (2012) de Valerie Faris, En la casa (2012) de François Ozon o El autor (2017) de Manuel Martín, son algunos de los ejemplos más sugerentes.

*Una mirada femenina

Una joven y su marido llegan a casa del profesor David Hyman, quien acogerá al joven asistente en casa. Su esposa, Shirley, es una escritora famosa llena de complejos, frágil y cruel al mismo tiempo. Entre el desprecio y la admiración, ambas mujeres desarrollarán un vínculo muy especial que se hará poderoso por su condición común; mujeres fuertes e inteligentes, cada una a su manera, constreñidas por las imposiciones de la sociedad.

Shirley es un juego macabro entre las dos protagonistas. Aunque no resulta novedoso como relato, la película logra elevarse gracias a la dirección de Decker. El uso de los planos, la composición de la imagen, moviéndose entre las cuatro paredes en las que la película se encierra, representa perfectamente el momento vital de la escritora. También se observa un elemento ya recurrente, quizá demasiado, característico del cine contemporáneo: el uso de las notas sostenidas del violín, de vibratos y de punteos que buscan enfatizar y sobrecoger. La música es una parte más del conjunto, pero no debería cargar con todo el peso dramático de una escena.

*Conclusiones

Decker refleja el deseo hacia lo prohibido. Se describe una relación perturbadora en la que Shirley se nutre de su débil compañera para alimentar su propia creatividad; el artista y su obra, ¿Quién controla a quién? La directora se consagra definitivamente como una figura central del cine independiente estadounidense.

Escrito por Soraya Unión Álvarez
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18 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Es un mundo muy difícil para las chicas
La nueva película de la directora estadounidense Josephine Decker cuenta unos meses en la vida de la escritora Shirley Jackson, en los que se vio sumida en la angustia mientras avanzaba en la producción de una de sus novelas.

Por Nicolás Bianchi

La cámara de Josephine Decker no abandonará el movimiento, los temblores, la completa involucración que realiza en la historia en ningún momento de Shirley (2020), la película que retrata un momento particular de la vida de la escritora del mismo nombre y mediante la cual aborda una constelación de cuestiones de implicancia feminista.

Shirley Jackson fue una escritora de relatos y novelas, en su mayoría dentro del género de terror. El film se centra en los meses en los que la dramaturga produjo su novela Hangsaman (1951), basada en el caso real de una estudiante universitaria que de un día para el otro desapareció por completo.

La película comienza en el vagón de un tren. Una muchacha termina de leer el cuento The Lottery, de Jackson, y experimenta un arrebato sexual, por lo que incita a su pareja a mantener relaciones a escondidas en el descanso de unos de los coches. Las historias de Shirley son poderosas.

Los jóvenes Rose (Odessa Young) y Fred (Logan Lerman), la pareja en cuestión, se dirigen a la residencia de Shirley (Elizabeth Moss) y Stanley (Michael Stuhlbarg), que ofrecen una bienvenida ante el comienzo del semestre en la universidad en la que él se desempeña como profesor de Mitos y Folclore. Al cabo de unos días se establecen en el hogar ya que tanto hombres como mujeres comienzan a trabajar en parejas. Fred, que quiere comenzar su carrera como profesor universitario, va a asistir a Stanley en la facultad mientras Rose se va a ocupar de las tareas domésticas y de acompañar a Shirley, que atraviesa un cuadro de angustia y fobia mientras intenta avanzar con su novela.

Decker muestra a Shirley como un personaje desbalanceado mentalmente, una mujer que fuma como una chimenea y bebe como un marinero que volvió de altamar. O mejor, que fuma y bebe como una escritora conflictuada que se esfuerza en encontrar las palabras justas. Ahora bien, los conflictos que atraviesa Shirley no son (solo) creativos ya que se ve expuesta a los intentos de su marido, también crítico literario, por controlar cada aspecto de su vida y su obra. Stanley luce cómodo con la angustia que impide a Shirley salir de su casa, y en ocasiones salir de su cama.

La relación entre las mujeres, Shirley y Rose, cobra un lugar central. Entre la escritora y la joven, que cursa un embarazo, comienza a forjarse una amistad desigual, en la que parecería haber una mentora y cierto juego de espejos. Rose llega a la vida de Shirley como todo lo que ella no puede ser, una mujer que se comporta como debe y hace las tareas que se esperan de ella. A su vez Rose, en el roce con Shirley, va puliendo su comprensión de los roles que cada uno ocupa en la casa y en la sociedad. La universidad de Rose, por momentos, es Shirley.
Decker mantiene un descontrol planificado en la toma de los personajes y sus acciones. Muestra trazos, evade la cámara por momentos mientras en otros brinda una serie de planos detallados al máximo. Participa de la narración activamente, parece por momentos resaltar e incluso exaltar lo que las mujeres de su película expresan.

Por debajo del relato central de la película, o sea la evolución de la relación de los personajes entre sí y la de Shirley con su obra en particular, la directora urde un campo meta textual en el que coloca a la opresión de la mujer en la sociedad norteamericana en general y en el mundo de las letras en particular, como uno de los ejes emergentes primordiales de su narración. Al calor de las angustias de Shirley, de las dudas de Rose, la ambición de Fred y el desenfado de Stanley se cuecen otros tropos de implicancia feminista. Tal como sucede en los relatos de terror de Shirley Jackson.
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