Birth Certificate (1961)

403/25(27/11/21) Esta cinta polaca es una de esas gemas olvidadas a reivindicar en el cine por su poderoso ataque al sin sentido de las guerras, de los fanatismos, de los prejuicios, al daño que se hace a los niños por la irracionalidad de los mayores, un tríptico incisivo enmarcado en la Polonia ocupada por los nazis y como sufren este régimen del terror unos infantes, desde diferentes puntos de vista, pero siempre a la altura de estos inocentes. Dirigida por Stanisław Różewicz, basada en un guión escrito con el hermano del director, el poeta Tadeusz Różewicz, consta de tres cautivadores cuentos diferentes contados desde la perspectiva de niños polacos durante acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial.

Es la mirada límpida de estos pequeños ante el horror de la Guerra, su abandono y a la vez instinto de supervivencia, donde se nos cuenta poco de cómo llegaron a esta situación de desamparo, los conocemos in media res, y solo buscan la supervivencia en medio de las miserias de la contienda, en lo que se podría ver como un cuento de terror con ‘Hadas Madrinas’ que ayudan y los Ogros reflejados en los Nazis. Ello con un desarrollo donde se habla poco, pero sin embargo se dice mucho con el poder de las imágenes, estas filtradas por una prodigiosa cinematografía de Stanislaw Loth en dramáticos contrastes grisáceos, con tomas que derrochan emociones, con excelentes primeros planos de esos rostros de los ingenuos niños ante la barbarie que no entienden, ello edificando un clima áspero y adusto. Esto envuelto en una neurálgica música obra del compositor Lucjan Kaszycki. Todo esto con el director sabiendo esquivar los sentimentaloide o lacrimógeno fácil, lo expone sin acudir a muertes o secuencias impactantes, todo esto es latente en todo momento, es el horror flotando en el ambiente, haciendo sea el espectador el que construya el motivo del temor de los chicos, y dejando en los tres relatos el final abierto a la interpretación, nada termina todo continua, para bien o mal.

Esto surtido además por unas actuaciones fascinantes de los niños, emitiendo naturalidad, y todo un arco de sensaciones que calan en el espectador, aunque es la niña del segmento final la que quedará en la retina, su recuerdo imperecedero en ese primer plano final de la niña aterrorizada y a punto de llorar, entrañable y conmovedor. Enternecedoras actuaciones que desprenden sentimientos puros. Ello narrado con crudeza, sin adornos, con detallismo, dando una ambigua gama de esperanza y desaliento.

En 2015, el British Film Institute incluyó esta película en la segunda (seleccionada por los votos de los internautas) de las diez mejores películas sobre la infancia en tiempos de guerra.

El primer cuento es “Na Drodze” (‘En el camino’): Tiene lugar en septiembre de 1939, cuando, tras la destrucción de su regimiento, un soldado (Wojciech Siemion) de material rodante lleva documentos de la oficina de estado mayor en medio del incendio de la guerra. Lo acompaña un niño, Janek (Henryk Hryniewicz), a quien conoce por accidente, buscando a su madre. En el camino, sin embargo, se encuentran con una columna blindada alemana que destruyen, y queman y fusilan a los habitantes de una aldea. Exponiendo la brutalidad de las fuerzas ocupantes nazis.

El segundo es “List z obozu" (‘Carta del campamento’): Se centra en el destino de tres hermanos durante la ocupación, (Edward Mincer), Heniek (Andrzej Banaszewski) y Jacek (Pawel Rózewicz), cuyo padre fue capturado tras la campaña de septiembre, y su madre contrabandeó mercancías. Viven como pueden, cerca de un campo de prisioneros, esto visto en varias desgarradoras escenas en sus rostros demacrados y tristes. El padre les envía cartas. Zbyszek es el mayor y el que ejerce de figura paternal para sus dos hermanos. Un día, un soldado soviético se escapa del campo y termina en el apartamento de los chicos. Haciéndonos ver como padecieron el hambre y la represión germana, teniendo para sacar dinero los niños que cantar un tema alabando que los teutones hayan invadido su nación. También asistimos la solidaridad de los niños con los mayores, y al cariño de estos por su ¡padre, reflejado en como lustran sus botas cuando este está preso.

El tercero y último es “Kropla krwi” (‘Una gota de sangre’): Comienza cuando la pequeña Mirka (Beata Barszczewska) se despierta en una casa de vecindad judía abandonada, cuyos habitantes fueron deportados por los nazis. Mirka encuentra a un médico conocido de su padre, pero no encuentra refugio con ellos. Mientras tanto, en busca de refugio, termina en un orfanato provincial, donde se cría como católica. Sin embargo, la comisión nazi para la germanización (Lebensborn) llegan al orfanato. Entonces la tensión se hará insoportable en el tratamiento a los niños de los nazis. En este segmento asistimos al antisemitismo patológico nazi, persiguiendo a niños por el pecado de ser judíos.

No es la historia de siempre de guerra. Bombardeos, matanzas, luchas, persecuciones, tiros más tiros, etc.
Son 3 historias independientes. Con el rasgo en común que los protagonistas y víctimas son niños en la Polonia invadida por los nazis.
La cotidianeidad detrás de una guerra. Contada sin sentimentalismos pero con dosis de ternura.
La subsistencia diaria, narrada con pequeños detalles que dicen más que grandes acontecimientos y batallas.
Además sobriamente urdidas y con una sorpresa final, cada una.
Me gusta como entremezcla la ternura con la crudeza, todas ellas están impregnadas de un halo de esperanza y fatalismo. Hábilmente equilibrado.
El heroísmo de sobrevivir ante una realidad tan demoledora y apabullante.
Cada relato te enseña algo, que habitualmente no se suele mostrar.
Ninguna de las 3 historias es previsible. Otro mérito de guión y realización. Los detalles forman el conjunto.
Sencilla y nada pretenciosa película. Contada sin aspavientos, con sobriedad de recursos y buen gusto.