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Líbano (2009)

Líbano
93 min.
6,6
902
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Tráiler HD (HEBREO con subtítulos en español)
Sinopsis
La historia de un grupo de soldados que pasa 24 horas dentro de un tanque, durante la guerra del Líbano, en 1982. (FILMAFFINITY)
Género
Bélico Drama Guerra de Líbano Ejército
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Israel Israel
Título original:
Lebanon
Duración
93 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
2009: Festival de Venecia: León de Oro - Mejor película
2010: Premios del Cine Europeo: Mejor fotografía y Premio Discovery. 6 nominaciones
7
El poder de una cámara
Son pocas las películas que provienen de Israel y se distribuyen en Europa. Eso sí, las que se estrenan no hacen otra cosa más que dejar una buena senda y diría que dejan hasta huella. ‘Vals con Bashir’, ‘Los limoneros’ y ahora ‘Lebanon’ sitúan en buen lugar a la cinematografía israelí como referente de un tipo de cine tan comprometido como impactante.
Tampoco hay que olvidar la serie ‘Be’Tipul’, que ha sido adaptada en Estados Unidos con el nombre de ‘In Treatment’ con igual éxito de crítica y público.

En lo que se refiere a ‘Lebanon’, nos encontramos ante una angustiosa cinta con un inicio espectacular: unos soldados del ejército israelí “encerrados” en un tanque a plena luz del sol, en pleno campo de batalla y a la vez en plena naturaleza. Su ritmo, ansioso e intranquilizador, se une a unos personajes trastornados y perturbados que poco pueden hacer más que seguir una serie de directrices impuestas de una forma u otra.

Si bien podría haber sido más redonda en su desarrollo, poco hay que reprocharle a esta valiente película, que, pese a su alto componente dramático, no esconde su etiqueta de bélica en ningún instante. Por eso, nos hace asomarnos al infierno, a una lucha guerrera y psicológica de infarto, para hacernos ver algo más (o menos) aberrante de lo que ya nos tienen acostumbrados los telediarios.
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20 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Encierro de la mirada
La primera imagen de Lebanon muestra un campo de girasoles mustios: incapaces de levantar su mirada hacia un sol que todavía no llega a imponerles su fuerza. Inmediatamente después la cámara se va hacia el interior de un carro de combate israelí y se queda encerrada allí, adentro del tanque, junto a los cuatro soldados (más algún otro hombre que circunstancialmente entra al rinoceronte, clave utilizada para denominar a ese tanque en las comunicaciones militares). Así durante todo el tiempo que dura la película del director israelí Samuel Maoz. Por más de noventa minutos quien mira acompaña el encierro de un día de esos hombres durante la invasión al Líbano de 1982. Hay tres ojos diferentes que se entrecruzan las miradas: los ojos del tanque, cuyos visores sirven para ajustar la puntería de sus balas y sus cañones y también para atrapar el horror de afuera y meterlo adentro; los ojos de la cámara, en el interior del tanque, en sus rincones, enfocando los rostros, las botas, el lubricante derramado, ojos que no sólo se utilizan para mirar: la cámara capta también los aromas de ese interior abarrotado: olor a diesel, a sudor humano, a sangre, a miedo; y nuestros propios ojos frente a la pantalla, ojos que no son precisamente los que mejor y más pueden mirar, pero son los únicos que de verdad pueden ver lo que los otros miran. He leído que Lebanon es una película antibelicista. No me atrevería a afirmarlo, diría sí, que es angustiante. He leído después que la película tiene demasiados golpes bajos, que su director Maoz estuvo dentro de uno de esos carros de combate cuando tenía veinte años, durante la invasión israelí, que los miedos de los soldados en el interior del tanque expresan los antiguos temores del director. Habrá que aceptar que los soldados israelíes, además de una reiterada costumbre de sacarse fotos con sus prisioneros árabes como souvenir de guerra, también suelen tener miedo. Una hora y media o un día completo adentro de uno de esos tanques, con los cuerpos encogidos, meando en latas, viviéndose como una excrecencia del exterior, achica las esperanzas de cualquiera. De nada sirve el último cuadro: el tanque, capturado por primera vez desde afuera, detenido en medio del mismo campo de girasoles mustios del inicio de la película. El rinoceronte rodeado del amanecer. No hay redención. En la lógica de las invasiones y de las guerras el amanecer no existe.
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13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
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