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Dreamboat (1952)

Sinopsis
A un serio profesor universitario le da un sofocón cuando las viejas películas de comedia que hizo en su juventud son emitidas por televisión, comentadas jocosamente por la que fuera su compañera de reparto. (FILMAFFINITY)
Género
Comedia
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Dreamboat
Duración
83 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
9
DESAPARECIDA EN COMBATE
¡Espléndida! No se puede decir otra cosa. Dirección ágil, guion formidable, notable puesta en escena y, por encima de todo, una soberbia interpretación de Clifton Webb como Dreamboat (el seductor). Y seduce, ¡cómo no!, a base de bien. Como distinguido profesor, como caballero andante en aras de salvar salvaguardar su reputación, como inesperado mimo de vis cómica, como luchador de pressing catch y... por supuesto, como el heroico seductor de indefensas damiselas.
Si el valor cómico de la película alcanza cotas de maestría con la pelea en el bar, el acoso de la directora (una magnífica Elsa Lanchester) y la televisión citada como testigo en el juicio, no digamos ya hasta que punto combustiona el fuego abrasador e inmisericorde de las críticas a la televisión. El profesor la destroza con una frase del año 50 que asombra por su clarividencia a los más reputados psicólogos de la actualidad. "La gente vive en la misma casa pero se ignoran totalmente"
Por cierto, un par de cuestiones para finalizar. ¿Por qué esta admirable película se nombra de soslayo, o no se nombra, en los más insignes libros de cine? ¿Por qué "los críticos de verdad" y los medios de comunicación no hablan de ella? No sé, me temo que, como en el caso de "Slander" (Roy Rowland, 1957) hay intereses ocultos que pretenden arrojar al abismo la suciedad y la manipulación que denuncian estas cintas. No creo que sea casualidad que el dar visibilidad a las repugnantes maneras de la prensa amarilla ("Slander") o a los inteligentes y osados ataques a la televisión de "Dreamboat" arroje como resultado la absoluta indiferencia de crítica y público.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
El profe se hace viral
Siempre es un grandísimo placer encontrarse con estas películas absolutamente sepultadas en el olvido capaces, sin embargo, de proporcionarte sorpresas mayúsculas.
Nos encontramos ante una sátira inteligente y simpatiquísima, lanzada por el cine hacia los inicios del mundo de la televisión, su gran competidora.
Al parecer nada de lo que vemos aquí es fantasía ya que, realmente, los problemas que aquí se muestran corresponden a un fiel reflejo de lo que ocurría en la realidad.
En ese aspecto, este film comparte muchas cosas en común con aquella obra maestra "Cantando bajo la lluvia" que también parodiaba cariñosamente una etapa problemática en el mundo del cine, en este caso, el paso del mudo al sonoro.

Un severo y relamido profesor universitario (Clifton Webb asumiendo ese papel que sabía hacer tan bien)), verá comprometida su reputación y su carrera cuando un oscuro secreto de su pasado salga a la luz.
En sus años jóvenes había sido un actor galán y participado en varias películas mudas y la caja tonta amenazaba su actual posición al emitirlas, convirtiéndole en el hazmerreír del campus. La responsable, su antigua compañera de reparto (Ginger Rogers), una diva ávida de aprovechar la oportunidad de una segunda gloria que la pequeña pantalla le ofrece y que utiliza para promocionar sus productos de perfumería.
Webb no podrá soportar ver asociada su imagen y su nombre al merchandising de la publicidad televisiva y viajará a Nueva York para demandar a los responsables exigiéndoles la retirada de la emisión de las películas pero el daño ya estará hecho. Su rostro habrá llegado hasta todos los hogares e incluso sus propios colegas con la impagable Elsa Lanchester al frente de la rectoría, exigirán su dimisión (si no hay otra manera de evitarlo).

Va a ser fantástico ver a Webb y Rogers protagonizando películas remedando a Douglas Fairbanks y a la Swanson o algunos similares, y parodiando de manera magistral todos los tics histriónicos de la manera de actuar de aquellas viejas cintas.
También será estupendo observar cómo la nueva popularidad le granjeará una nueva legión de fans. Mujeres encandiladas cuyos sueños románticos desatarán ansias ocultas de las que pocas se librarán, incluida cierta circunspecta presidente que tiene el futuro en sus manos.
Ni qué decir tiene, la película se encuentra salpicada de numerosos gags, a cuál más afortunado, como la pelea o el juicio, con la televisión como testigo y el juez comiendo palomitas y por supuesto la crítica ridiculizando a la televisión y a los anuncios y que aquí vuelvo a conectar con lo que mencioné más arriba, debe ser bastante fiel reflejo de lo que se dio en realidad.
De hecho, he leído que numerosos actores del cine mudo se debieron encontrar en esta situación y muy molestos por el trato irrespetuoso que aquella televisión otorgaba a esas viejas películas, siendo la mutilación, cambio de contexto y alteración de los intertítulos, moneda corriente y que algunos actores de la época protestaron, Oliver Hardy entre ellos, ante lo que consideraban un abuso y destrucción de un material artístico infinitamente trabajado.
Una película divertidísima, con un guiño final fantástico además, que como yo siempre tiendo a encontrar alguna pega quiero señalar que a mí la subtrama que protagonizan Anne Francis y Jeffrey Hunter me ha sobrado.
Los dos trabajan muy bien pero no encuentro que esa pequeña historia aporte algo. La he sentido como un pegote que distrae de lo verdaderamente interesante restándole ritmo y diversión.

Por último hacer una reflexión y es que no creo que esta película permanezca anclada en su tiempo por el tema que trata y que parece ya superado.
Internet, el gran sustituto de la televisión vino para tomar el relevo y estoy seguro que situaciones como las que se dan en este film (antiguos actos públicos circulan en sus redes), comprometen y mucho la actual situación de muchas personas que, en su día, publicaron una imagen de sí mismos y que ahora les gustaría poder suprimir.
El derecho a la vida privada no es fácil de defender, ni antes ni ahora.
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
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