Estremecimiento (1977)

Agradable película de episodios de terrorcillo de corte clásico, al estilo de la Hammer o a las series setenteras de televisión. Un escritor, Peter Cushing, sospecha que los gatos pretenden conquistar el mundo, como en la película de animación "Como perros y gatos"(2001). Lleva su investigación a un posible editor, amante de los gatos, y le relata tres historias verídicas para convencerle. Una introducción muy del estilo de otros filmes de episodios, como "El club de los monstruos".

La tres historias son corrientes y con moraleja; la primera es la más gore, en la segunda veremos algunos efectos especiales bastantes sencillos, mezclándolo con magia y la tercera es, quizás, la más floja. Son historias propias de los comics de terror de los años 50 y 60 de la editorial EC. Tienen su encanto. Es curioso que esta tercera, protagonizada por Pleasance, se le va paso mostrándonos una foto del actor encarnando al líder de Spectra, de las películas de James Bond, con un gato en brazos. Un afortunado guiño.


Película dirigida aceptablemente, de serie B, digna y con un buen reparto que nos brindará interpretaciones muy profesionales. El director nos causará terror simplemente con gatos reales. Eso tiene mérito. No hay animatrónicos. Les enfoca a los ojos, los deja pasearse, los sitúa en lugares clave. Un buen trabajo de los adiestradores. No es un clásico, pero puede verse un sábado a la noche. Para nostálgicos de filmes no muy sangrientos y sin CGIs.

La retrospectiva y el tiempo presente conjugan la trama en unidad de acción y en ambos contextos aparece un panorama inquietante.
La dosis justa de tenebrismo, la mixtura de lo esotérico y la realidad, el desconcierto del espectador o su toma de posición ante las imágenes no son un don gratuito.
D. Héroux (director) y M. Parry (guionista) se hacen acreedores a él por su tratamiento pausado pero certero, por su saber decir sin estridencias, por su pulso comedido, por su vívida narrativa y por su capacidad de fabulación.
Cuatro narraciones unidas por el denominador común del suspense, de ese juego macabro que aparece donde menos se espera y de esa mano del destino que en lugar de dedos exhibe garras.