Terror en estado puro: El caníbal (TV) (2008)

Me ha gustado bastante este episodio. En mi opinión es el mejor de cuantos he visto hasta la fecha. Sin duda que este bien podría ser el tipo de episodio modélico que busca uno cuando se asoma a devorar una serie de esta temática.

Este episodio bebe de varios filmes como por ejemplo “Fallen”, “El silencio de los corderos” o “Asalto al distrito 13”. Y lo hace sin caer en el plagio en ningún momento, lo cual es de agradecer, ya que da verdadera vergüenza ajena ver la forma en que numerosos directores recurren al copy & paste sin el más mínimo disimulo (algunos incluso tienen la cara dura de decir encima que aquello a lo que están plagiando no tiene nada que ver con su creación. Léase como ejemplo las declaraciones del productor de “Piratas” de Telecinco, el cual dijo que dicha serie no tenía nada que ver con “Piratas del Caribe”… hombre, por favor).

De este episodio creo que pocas pegas hay que dar, al menos por mi parte. La historia es interesante, el pulso narrativo no decae nunca, la atmósfera es genial, las actuaciones cumplen con creces, el apartado técnico es solvente, etc. Incluso el desenlace me ha convencido (por regla general en este tipo de historias suele ser inverosímil o una ida de olla total, pero esta vez no ha sido así para nada).

Stuart Gordon ya nos demostró sobradamente su capacidad con sus dos ejercicios de Master of Horror: "Las ratas en las paredes" y "El gato negro".
Entonces debíamos suponer que el bueno de Stuart repetiría en Fear itself, aunque en esta ocasión para prescindir de los padres del terror literario e indagar en otro tipo de miedo más escatológico, el canibalismo, subgénero explotado con la saga de Hannibal Lecter y que Peter Medak ya rescató en sus "Washintongnianos".
No son, sin embargo, las únicas afinidades de este vibrante y entretenido capítulo. Son obvias las referencias a "Fallen", algún guiño estético a Carpenter y su "Comisaria del distrito 13", e incluso una fuerte impregnación de Resident Evil 2 (Psx, Capcom, 1998).
El director se anda avispado al desorientar al espectador con unos enfoques de cámara muy desasosegantes y una narración muy ambigua, al menos hasta el último tercio del capítulo. Bravo por el casting de personajes, muy apropiado y, por supuesto, la magnífica ambientación del mediometraje.
Si a ello le unimos mi admiración por los ritos mágico-animistas del Sur de los EE.UU, nos damos de bruces ante un episodio fresco, interesante, y que podría insertarse a pelo en la primera temporada de "Masters of Horror".