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El marinero de Gibraltar (1966)

El marinero de Gibraltar
91 min.
5,6
45
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Escena (INGLÉS)
Sinopsis
Alan y Sheila pasan unos días de vacaciones en Italia. El desbordante entusiasmo de ella contrasta con la apatía de él. Una noche, Alan acude solo a una fiesta y conoce a Anna, una rica y misteriosa viuda americana que ha pasado los últimos años buscando por todo el mundo a un marinero de Gibraltar, el único hombre con el que fue feliz. Fascinado por ella, Alan abandona a su novia y se embarca con Anna en la búsqueda del amor imposible. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Romance
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Reino Unido Reino Unido
Título original:
The Sailor from Gibraltar
Duración
91 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Grupos
Adaptaciones de Marguerite Duras
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Premios
1967: Premios BAFTA: Nominada a Mejor fotografía (B&W) y vestuario
7
LOS RIESGOS DE LA ADAPTACIÓN
La película tiene un arranque lento y algo pegajoso porque parece que no sabe desprenderse de una voluntad descriptiva y mimética que se ciñe en exceso al texto escrito de M. Duras.
El intimismo propuesto por la trama no encuentra en la pantalla el perfil adecuado para que la historia vibre en lenguaje cinematográfico a pesar del evidente esfuerzo por parte de casi todos.
La fotografía, en blanco y negro, presenta detalles valiosos y algunos planos muy interesantes.
Testimonial presencia, casi un cameo, de O. Welles quien, como siempre, hace gala de su enorme poderío ante la cámara.
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7
Anatomía de la melancolía
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A ver, es broma. Esta vez no toca liarse a pontificar con aire sentencioso. Ya tengo unas cuantas reseñas de eso tipo. En ésta hablaremos en modo cóctel, con ropa ligera y bebidas fresquitas. Hasta hace un par de películas tenía bastante cruzado al bueno de Tony Richardson, pero según compruebo, entre sus plomizas primeras obras de free cinema y sus flojas obras de senectud, contó con un período bastante inspirado dónde realizó unas cuantas obras más en sintonía con sus colegas europeos que no con los norteamericanos. Por su aire culturoso, quiero decir. Y con un dominio más que notable de la técnica. "Mademoiselle" (su anterior obra) es un filme poco conocido que no obstante nada tiene que envidiarle a "El desprecio", "El fuego fatuo" o cualquier otro título de la filmoteca elemental del cine de autor.

En esta ocasión, Richardson consigue captar muy bien ese estado de ánimo que se da con no poca asiduidad en nuestras sociedades, menos amenazadas de pobreza y guerra. Las primeras reflexiones del protagonista lo expresan muy gráficamente: "¿Qué haces cuando no sabes lo que quieres? Cuando sabes que estás desesperado pero no sabes por qué. Cuando no puedes expresar lo que sientes ni siquiera a ti mismo". Nos pasamos la vida deseando algo y cuando lo conseguimos, tarde o temprano terminamos aburriéndonos de eso. Así lo constata la situación inicial del protagonista. Está viajando por el sur de Europa acompañado de su pareja, una mujer inteligente, vitalista, curiosa y optimista entregada a él. Sin embargo su descontento y apatía son incorregibles. Por más que viajen a un sitio u otro, y por más hermosos que éstos sean, su ánimo no varía. Está tras algo a lo que no puede dar forma. Esto parece cambiar cuando encuentra a una francesa que representa lo opuesto de su pareja: con ella todo es carnalidad y todo marcha bien mientras se acepte el aire transitorio de la situación y no se formulen sentimientos posesivos. También ella está tras un imposible: encontrar a un marinero con el que compartió una intensa y breve historia de amor truncada bruscamente. Para ambos el destino parece estar en otra parte menos dónde ahora están o, si no, al lado de una persona diferente.

Del desenlace se saca una interesante y oportuna idea: no es tanto el destino como el recorrido. Supeditarlo todo a la meta final ocasiona el desprecio respecto al presente y la melancolía. Invertir esa proporción representa la postura de Anna, es decir, disfrutar el trayecto. En ese sentido, si bien tampoco resulta inverosímil, el final me dio la sensación de resultar un poco blando o, si más no, ligeramente complaciente. Si acaso podría entenderse como reverso optimista de otra película protagonizada por Jeanne Moreau: "Eva", de Joseph Losey. O como una versión menos intelectualizada de "La Femme en Bleu" de Michel Deville.

La película, además de haber conseguido reunir a dos grandes actrices del cine europeo como son Vanessa Redgrave y Jeanne Moreau (guapísimas y eficientes las dos), también cuenta con el gancho de ser un drama romántico camuflado de película de misterio y aventuras situado en atractivas localizaciones del Mediterráneo, del cual la fotografía extrae su luminosidad y sensualidad. No cometeré la desmesura de decir que es una de las mejores películas inglesas jamás vistas, pero sí que es una obra más que interesante, bien realizada y actuada, que acierta a captar la naturaleza fugaz e inaprensible del deseo... Vaya, pues al final resulta que sí me he puesto un pelín sentencioso y tal. Bueno, qué se le va a hacer. En otra ocasión será.

Recomendada a todos los admiradores de Jeanne Moreau y también a los interesados en Marguerite Duras que no quieran sufrir esos tostones que ella misma dirigió.
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