El destino nos persigue (1964)

Y titulo la crítica así porque, aparte de las prestaciones siempre fiables del añorado Glenn Ford, lo mejor de esta película es la majestuosa partitura del maestro Jerry Goldsmith, a mediados de los 60, cuando ya empezaba a apuntar maneras, a perfilarse como el glorioso sinfonista que llegó a ser. La realización de Nelson es correcta, incluso notable en algún momento, pero el guión es, en fin, un poco pillado por los pelos, hasta que determinado objeto consigue dar a entender que todo accidente es efecto de una causa. Por supuesto, pensando en los horrores que nos depara el cine actual, esto es una maravilla.

Las películas de catástrofes he de reconocer que no son mi fuerte. Pero, pese a que esta película adolece de algunos problemas graves, a mí no me disgusta. Cierto que a veces la acción discurre por esa investigación de personaje en personaje sin que parece que se aporten cosas de relevancia, aunque sí creo que aporta en el sentido de que a través de los testimonios de otros se ve que conoces menos a una persona de lo que creías que la conocías. Y también es cierto que tiene cierto toque "místico" (sin exagerar) que no sé muy bien hasta que punto aporta algo. Sin embargo, la película está rodada con posibles, bien ambientada, con un excelente blanco y negro y con un gran trabajo de Glenn Ford (como casi siempre) y con un eficaz Rod Taylor (también como casi siempre aunque hay pelis en las que luce más). Y, obviamente, destacar la habilidad de Jerry Goldsmith para adaptar perfectamente sus partituras a las películas, en ocasiones de una manera cuasi minimalista.