Trailer (INGLÉS)
- Sinopsis
- En el Londres de la posguerra una joven pareja y su bebé encuentran un hogar en el número 10 de Rillington Place, una preciosa vivienda cuyo inquilino del piso inferior, John Reginald Christie, resulta de lo más inquietante. Lo que desconocen ambos es su violento historial de asesinatos en serie de mujeres mediante gas y sus posteriores actos necrófilos, impulsos criminales que Beryl acabará reavivando en su mente. (FILMAFFINITY)
- Género
- Intriga Crimen Asesinos en serie Basado en hechos reales
- Dirección
- Reparto
- Año / País:
- 1971 / Reino Unido
- Título original:
- 10 Rillington Place
- Duración
- 111 min.
- Guion
- Música
Premios
1971: Premios BAFTA: Nominada a Mejor actor secundario (John Hurt)
"Historia basada en hechos reales que, aunque no conoció las mieles del éxito, presenta elementos de indudable interés"
Fernando Morales
[Diario El País]
Sorprendente
3 de diciembre de 2007
"El estrangulador de Rillington Place" es una película basada en hechos reales que trata sobre los crímenes llevados a cabo por Reginald Christie, un estrangulador en serie que enterraba a sus víctimas en su propia casa. Dirigida por el también autor de "El estrangulador de Boston", Richard Fleischer, su visionado resulta una experiencia angustiosa y vibrante, en gran parte gracias al recital interpretativo de Richard Attenborough en el papel de asesino. Y al contrario que la mayoría de las películas sobre psicópatas modernos, la obra de Fleischer no abunda en los detalles morbosos sino que ofrece un acertado estudio de personajes y situaciones, una ambientación realista y una encomiable huida del efectismo. Recomendable tanto para aquellos que busquen emociones fuertes como para amantes del cine clásico.
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40 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Crónica de un asesino en serie
7 de abril de 2009
Una mirada penetrante, una media-sonrisa inquietante y una expresión fría, cuasi glacial son las señas de un personaje que, más que erguirse como una mera herramienta, un simple títere a manos de Fleischer para desgranar una historia que parecía estar trazada a modo intriga, pero no lo está, posee los suficientes recovecos como para que el espectador pueda atisbar algo de la intensa humanización del personaje, y lo vea como algo más que un simple psicópata cuya única meta es cometer impúdicos y reprobables actos con el fin de llegar a un punto, pues aquí, el motivo, la causa, es eludida con enorme acierto para trazar un discurso audaz, sin ataduras de ningún tipo, que esquiva el efectismo tan propio de este tipo de cintas, y se vuelca en lo que podría haber entrañado mayor dificultad, acertando así de pleno, alcanzando geniales cualidades a la altura de pocos.
Además de ello, Fleischer, para llegar al punto deseado, no da ni un sólo rodeo: no inicia su propuesta como un policíaco en clave de thriller para luego pasar al drama desarraigado que nos servirá más tarde, no nos ofrece burdos giros sobre los que desarrollar su film y jugar al despiste con un espectador que en todo momento sabe donde está, y no se le ocurre cortar, lo más mínimo, las posibilidades que "10 Rillington Place" ofrece, huyendo así del huero artificio. De hecho, no se le ocurre ni por un sólo momento: en su primera secuencia, al desnudo, sin irrisorios enmascaros, sin juegos de fuera de campo y sin posibilidad de dar a equívocos, se nos presenta al asesino, in fraganti, en una de sus empresas por terminar con la vida de una apacible mujer de avanzada edad que, además, parece conocerle. Ahora si que no hay excusa.
A partir de ese momento, y desde que un increíble John Hurt que da una réplica bastante buena al estupendo, colosal y brutal Richard Attenborough, que con cada movimiento y cada gesto se come la pantalla como si los demás personajes no tuviesen derecho a coexistir en el relato, se impone una historia cruda y fuera de todo tópico, en la que nada es lo que parece y la trivialidad cinematográfica es desechada en pro de un realismo que le viene como anillo al dedo al film.
Pero mejor todavía es que ese realismo no sea un mero artefacto para contarnos que sí, en efecto, la historia que se nos relata fue real, y vaya más allá para hablarnos sobre la condición de un hombre que, en su absoluta frialdad y aspereza, permanecía escondido y temeroso, esperando el preciso día, la irremediable sentencia, por unos crímenes ante los que siempre tuvo completa conciencia, pero jamás la seguridad de llegar a un punto con toda aquella espiral de gélida crudeza.
Además de ello, Fleischer, para llegar al punto deseado, no da ni un sólo rodeo: no inicia su propuesta como un policíaco en clave de thriller para luego pasar al drama desarraigado que nos servirá más tarde, no nos ofrece burdos giros sobre los que desarrollar su film y jugar al despiste con un espectador que en todo momento sabe donde está, y no se le ocurre cortar, lo más mínimo, las posibilidades que "10 Rillington Place" ofrece, huyendo así del huero artificio. De hecho, no se le ocurre ni por un sólo momento: en su primera secuencia, al desnudo, sin irrisorios enmascaros, sin juegos de fuera de campo y sin posibilidad de dar a equívocos, se nos presenta al asesino, in fraganti, en una de sus empresas por terminar con la vida de una apacible mujer de avanzada edad que, además, parece conocerle. Ahora si que no hay excusa.
A partir de ese momento, y desde que un increíble John Hurt que da una réplica bastante buena al estupendo, colosal y brutal Richard Attenborough, que con cada movimiento y cada gesto se come la pantalla como si los demás personajes no tuviesen derecho a coexistir en el relato, se impone una historia cruda y fuera de todo tópico, en la que nada es lo que parece y la trivialidad cinematográfica es desechada en pro de un realismo que le viene como anillo al dedo al film.
Pero mejor todavía es que ese realismo no sea un mero artefacto para contarnos que sí, en efecto, la historia que se nos relata fue real, y vaya más allá para hablarnos sobre la condición de un hombre que, en su absoluta frialdad y aspereza, permanecía escondido y temeroso, esperando el preciso día, la irremediable sentencia, por unos crímenes ante los que siempre tuvo completa conciencia, pero jamás la seguridad de llegar a un punto con toda aquella espiral de gélida crudeza.
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30 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
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