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Alexander Nevsky (1938)

Alexander Nevsky
112 min.
7,6
2.530
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Escena (VOSE)
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Sinopsis
Siglo XIII. Relato épico sobre el príncipe Alexander Nevsky, que defendió victoriosamente el norte de Rusia del ataque de los teutones: la batalla se libró sobre la superficie helada del lago Peipus. También tuvo que hacer frente a la invasión de Rusia por el ejército mongol dirigido por Gengis Khan. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Aventuras Cine épico Siglo XIII
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Unión Soviética (URSS) Unión Soviética (URSS)
Título original:
Aleksandr Nevskiy
Duración
112 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
1939: National Board of Review: Mejores diez películas extranjeras
8
Pasan los años, los genios permanecen
Es cierto que Einsenstein ha dejado obras que han soportado mucho mejor el paso de los años que esta Alexander Nevsky. También lo es que si no se visiona la versión restaurada se pierde una buena parte del encanto de una cinta concebida como vehículo de propaganda, y que apostó abiertamente por el espectáculo en estado puro en detrimento de la complejidad argumental o la verosimilitud.

Indudablemente, sus mayores aciertos están en la planificación de algunas secuencias y en la extraordinaria compenetración que se consigue entre la magnífica fotografía debida a E. Tissé y la soberbia banda sonora de Prokofiev. Banda sonora que es para muchos, incluido el que esto suscribe, la mejor de la historia del cine, especialmente si se puede disfrutar de ella en la versión grabada por Termikanov a mediados de los noventa: todo un recital de sabiduría compositiva. Y su influencia ha sido notable. Escúchese el inicio del corte de la batalla final y se podrá descubrir en sus acordes un preludio de lo que más tarde serían bandas sonoras como la de Tiburón, Psicosis y media docena de películas de suspense.

Las pegas, no obstante, también están ahí: la concepción de Einsenstein del cine sonoro como espectáculo cuasi operístico le hizo optar por interpretaciones más aptas para el cine mudo, con lo que no es de extrañar que en ocasiones la sobreactuación del reparto pueda rechinar. Y sí, se puede tildar a la historia de maniquea, pero también es cierto que la invasión nazi de la URSS pocos años después, con el corolario de atrocidades que trajo consigo, dejó corta la ficción cinematográfica. Cierto además que la famosa batalla en la nieve es en conjunto irregular: su arranque resulta magistral, y algunas de las escenas de masas no han sido aun superadas. Pero el recurso de la cámara rápida, tan en boga entonces para enfatizar el dinamismo de algunas escenas, hoy nos resulta cómico, por mucho que debamos juzgar toda obra en su contexto histórico (Nota: veremos cómo reacciona el público de dentro de varias décadas ante la profusión de muertes a cámara lenta, cambios de velocidad y planos a lo Matrix que tanto gustan hoy en día). El exceso de primeros planos reiterativos y el empeño en ridiculizar hasta el exceso a los enemigos de Rusia se unen a lo anterior para restar calidad a lo que se supone es el momento cumbre.

Mucho más afortunada es la escena del campo de los muertos, epílogo del combate y que puede considerarse como lo más emotivo de la cinta con su magnífico plano final. Einsenstein cuajó uno de los mejores momentos precisamente cuando dejó a un lado el imperativo propagandístico para hablar de lo que realmente importa: las personas que acaban como víctimas de las grandes decisiones políticas.

En suma, una obra maestra no por su calidad, pero sí por algunos de su aciertos formales y por las influencias que ha dejado en el cine posterior. Imprescindible si queremos entender un poco mejor qué es y cómo se gestó eso que llamamos Séptimo Arte.
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52 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
La batalla del lago helado
Primera película sonora del realizador Sergei M. Eisenstein (Riga/Letonia 1898 – Moscú/URSS 1948). El guión, de Eisenstein y Pyotr Pavlenko, se basa en hechos y personajes históricos. Se rueda durante el verano de 1938, en escenarios naturales de los alrededores de Moscú y en platós exteriores y de interior de los estudios Mosfim (Moscú). Producido por I. Bakar para Mosfilm, se proyecta por primera vez en público, en sesión de preestreno, el 25-XI-1938 (Moscú).

La acción dramática tiene lugar en las ciudades de Pskov y Novgorod y en las cercanías del lago Peipus (Tchoudsk), durante el invierno del año 1242. La batalla del lago tiene lugar el 5-IV-1242. Se enfrentan fuerzas rusas al mando de Alexander Nevsky (1220-1263), de 21 años, y un ejército de la Confederación Livonia, alianza que aúna intereses de la aristocracia teutona (que aporta caballeros, dirigentes y jinetes), los comerciantes germanos (que aportan financiación) y la Iglesia Romana (que aporta a la invasión el carácter de cruzada o guerra santa contra la Iglesia Ortodoxa Rusa). La operación suma los intereses expansivos del Sacro Imperio Germánico y los de implantación de la Iglesia de Roma en una zona estratégica que le es ajena. La Confederación Livonia gobierna durante siglos en una extensa zona que ocupa territorios actuales de los Países Bálticos, el norte de Polonia y el enclave de Kaliningrado (Rusia). Los caracteres personales, sólo esbozados, contienen rasgos diferenciales relevantes. Alexander (Cherkasov), hijo del príncipe Yaroslav, soberano de Vladimir, es elegido líder de las fuerzas rusas por aclamación. Es amigo del pueblo llano, enemigo del enriquecimiento personal a costa de intereses colectivos, pacífico, sencillo y cordial, parco en el castigo y orador de palabra fácil. Olga (Ivashova) es prudente, tranquila, idealista y enemiga de las precipitaciones. Vasilisa (Danilova) es ardiente, luchadora y hábil en el manejo de la espada. Vasili Buslai (Okhlopkov) es fuerte, tranquilo y complaciente. Gravilo Olekseich (Abrikosov) es apasionado, rudo y sincero. Vasili y Gravilo son amigos de infancia y se aprecian como hermanos. El Gran Maestre Von Balk (Yershov), jefe supremo de los teutones, es feroz, cruel, sanguinario y perverso.

El film suma acción, épica, drama, aventuras, historia y guerra. El relato es sencillo, claro y asequible, en atención al público objetivo al que va dirigido: todos los estratos del pueblo soviético. Tras 8 años de inactividad, el realizador acepta el encargo del Gobierno y las condiciones de trabajo que le imponen: un codirector y un coguionista encargados de velar por la ortodoxia ideológica de la obra, un elenco definido de actores profesionales y un presupuesto ajustado. Se acepta su propuesta para la dirección de fotografía. Ambas partes consensúan el encargo de la banda sonora al compositor y pianista S. Prokofiev. Salvo incidentes menores, Eisenstein (hijo de un arquitecto judío alemán) trabaja con comodidad y libertad creativa.
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43 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
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