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Spider (2002)

Spider
98 min.
6,6
7.501
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Premios
2002: Festival de Cannes: Nominada a la Palma de Oro (mejor película)
2002: Festival de cine fantástico de Sitges: Mejor Director
2002: Premios del Cine Europeo: Nom. a Premio del público mejor actor (Fiennes)
2002: Festival de Toronto: Mejor película canadiense
2003: Asociación de Críticos de Chicago: Nominada a Mejor actriz sec. (Richardson)
9
Minimalismo mental para la nueva carne o el alivio del orgasmo.
Spider supone un paso adelante en la progresión de la obra de David Cronenberg. Si bien no es su mejor película, lo cierto es que en ella es apreciable un cambio de registro, o como hemos dicho, una PROGRESIÓN de ese registro hacia algo más allá del ''cine de la nueva carne'' que Cronenberg abanderó en sus comienzos. Normalmente, los personajes de Cronenberg buscan la catarsis a través de la descomposición carnal, mutilan y deforman su cuerpo para metaforizar y metamorfosear una evolución espiritual que rara vez llega a producirse satisfactoriamente (La Mosca, Crash, Videodrome); y sin embargo aquí, la catarsis es buscada de una forma más sutil y críptica para el espectador, más intimista tal vez, a través de la reconstrucción de una mente fragmentada que al final, una vez más, tampoco logrará su propósito. Se trata por tanto de una película inteligente, mental, minimalista, oscura y cifrada para aquellos que no sepan ver más allá de su evidente conclusión y no tan sorprendente final. Es esto lo que nos puede llevar a engaños, pues no es una película de guión, sino el estudio de un personaje cuya enfermedad mental constituye paradójicamente y por extensión el estudio de todos nosotros como seres humanos. Me refiero al engaño al que nos sometemos voluntariamente, a la asimilación de los hechos y a los filtros que impone nuestra propia voluntad (forjada a base de educación, situación social y personalidad), a los recuerdos desvirtuados y a la total imposibilidad de alcanzar un estado objetivo de percepción. Así, internado en un hospicio entre el psiquiátrico y la libertad, donde no recibe los cuidados que necesita, Spider (re)construye su propio pasado en una libreta donde escribe extraños símbolos mientras murmura en una extraña lengua. Esto es lógico, pues para levantar unos recuerdos menos dolorosos y evadirse por tanto de la realidad que compartimos los demás, (es decir, para crear su propia realidad) es necesario poseer una lengua y unos instrumentos propios (como las cuerdas entrelazadas, su pequeña libreta y su minúsculo lapicero). Así pues, Spider busca una base en torno a la que poder vertebrar sus recuerdos y poder continuar su vida, para saber quién es, o al menos poder ser alguien. Pero sus intentos son en balde, pues no consigue más que romper su burbuja de ilusión y caer hacia ese mundo que le es hostil y jamás le permitirá ser nadie. Aquí entra en juego el estudio psicológico del personaje del que antes hablábamos: la esquizofrenia, el complejo de Edipo (metaforizado en esa conversación con su madre sobre las arañas y sus crías), y la falsa sensación de ausencia de peligro que desprende alguien tranquilo, tímido y huidizo como Spider. Se podrían exponer múltiples análisis sobre la enfermedad mental que padece este carismático personaje, pero mejor hablaremos de los elementos que utiliza Cronenberg para mostrarlo en pantalla.
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69 de 73 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Ralph Fiennes soberbio.
Esta película es una cascada de sutilezas. La primera escena del tren es soberbia. A mi parecer, es una metáfora de la esquizofrenia. Todo el mundo sale del convoy aprisa y ajenos a todo y en ultima instancia aparece el personaje interpretado por Ralph Fiennes, apesadumbrado, cabizbajo, con andares enfermos en el que casi puedes oler su enfermedad. En definitiva, solo en su universo. Inteligentísimo empiece. El personaje vive constantemente bajo la espada de damocles. La escena de la rotura del cristal y la ocurrencia del protagonista, después de esta secuencia, lo corrobora. Más de la mitad de el metraje es una suerte de "tour the force" en el que la lúgubre habitacíón, el actor y su diario son las únicas herramientas que utiliza David Cronenberg para trasladar la tensión necesaria al espectador. Solo poder observar la interpretación del protagonista ya merece la pena visionar el filme. Un grandísimo actor, Ralph Fiennes, en el que si apenas dialogo es capaz de sobrellevar el peso de la historia y todo esto sin caer en la sobreactuación y sin pecar de tics innecesarios. El resto de actores están muy bien. Buena película.
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41 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
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