Cuidado con lo que deseas (2020)

Lo más cercano al género del terror que podremos encontrar a Agustín Tapia, es su participación en la antología “Fábulas de Almas Perdidas” (2016), película de episodios, en la que comparte cartel con varios colegas suyos. En “Cuidado con lo que deseas” (2020), dirige su primer largometraje entero, después de que tres lustros antes hubiera debutado con la comedia negra “Club Eutanasia” (2005).

Autor él mismo del libreto de la cinta, guisa una extraña receta en la que lo que entenderíamos como de "una de miedo", a penas se apercibe como tal, a menos que consideremos como lo más espantoso todo lo que constituiría el repertorio de miserias humanas habidas, de las que uno tendría que saber guardarse más que del mismísimo demonio: celos, envidia, codicia, adulterio, vanidad, avaricia… un compendio de contravalores que en esta película se ceba con una pareja que se dirige a una casa de campo para celebrar el octavo cumpleaños de su hija, por lo que invitan al tío de esta, y hermano de él.

Los cuatro se dirigen a una casa de campo, propiedad de la familia, justo al lado de un lago navegable; el que será el idílico e ideal lugar para celebrar juntos el aniversario de la pequeña Pamela (interpretada por la debutante Valery Sais).

Los que esperen una película repleta de sustos, lo tienen mal, a menos que se conformen con algún sobresalto, fruto de la sugestión que no de otra cosa; así como los que se deleitan con las más exquisitos desparrames de intestinos saldrán bastante defraudados, aunque no faltará sangre y violencia, eso sí, en la justa medida que el realizador dosifica en los términos que considera oportunos para sus fines narrativos.

Se trata de un proceso de angustia creciente ante la expectativa de quién o quienes se saldrán con la suya en una especia de lucha o pelea desenfrenada y sin escrúpulos para hacerse con el control del imperio empresarial y financiero de un hombre, Bernardo (Juan Ríos), que se ha currado las pecunias con las que querer dar felicidad a la familia que ha formado. “lo tienes todo, hermano”, le dice Esteban (Iván Arana) a su allegado, brindando y supurando malsana envidia.

Tapia nos ofrece, vestida de una situación real, y bajo los auspicios de la fantasía, una fábula con moraleja en la que tiene su aplicación directa el último de los Diez Mandamientos: “No codiciarás la mujer de tu prójimo, ni desearás la casa de tu prójimo, ni su tierra, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo…”, en lo que ya vemos hasta donde enraíza, en el imaginario colectivo, nace y crece la codicia humana, como algo connatural a la persona.

Narrativamente usa el recurso del metalenguaje: todo lo que fraguan los personajes es lo que la niña, como inocente que es, y por lo tanto “digna” de ser el recipiente o médium de los efluvios de las almas de los que la rodean, sus corruptos adultos, muestra en sus representaciones en el teatro de títeres al que les hace asistir a todos en uno de los momentos del día de la celebración; es la misma técnica que Francis Ford Coppola utiliza en “El Padrino III” (1990), en el último acto de la cinta: la ventana de la cámara da directamente a otra ventana: la del escenario donde se interpreta una ópera en la que se narran hechos de la misma naturaleza que los que están viviendo los personajes del público que asiste al espectáculo. Así es como la ficción que la niña exhibe a sus mayores, se convierte en un espejo para ellos.

La pequeña nigromante no evidencia otra cosa que lo que le revela el espíritu, geniecillo… o el nombre que quiera dársele al ente que da vida al muñeco bufón que le ha regalado su tío.No deja de representar una ironía (¿o un fallo del guión?), el que el malvado conspirador sea quien obsequia a la chiquilla con lo que será el instrumento por el que será descubierto.

Un regalo, que, por cierto, alguien podría considerar como un tanto de mal gusto, pues su facha no es que sea precisamente la de uno de esos candorosos peluches o una barbie: de apariencia algo siniestra, se trata de un personaje del que se cuenta que fue un bufón que acabó ahorcado por su señor, pues ya no conseguía con sus encantos hacer reír. Pero tanto una cosa como la otra parecen darle igual a la muchacha, quien tiene una inclinación especial hacia todo lo que envuelve el mundo de lo fantástico (hadas, duendes… ), y le encanta ver vídeos de terror.

Con lo cual, a parte de esconderse bajo la sábana la primera vez que ve menearse al fantoche, Pamela casi ni se inmutará, e incluso será su confidente. Y no lo hará al estilo de esos monigotes diabólicos, que en un momento están sentados en una silla, y de repente aparecen debajo de la cama; sino que lo veremos animado tal cual, conversando con la protagonista, a base de unos efectos un tanto rudimentarios (por decirlo de alguna manera), a modo de esos personajes de animación que se injertan en las películas.

El objeto de ser de este fantástico enendro es el de mostrar a Pamela las turbias intenciones de su madre y de su tío.

Javier Morón, con su cuidado sentido de la imagen, nos retrata un escenario tan idílico como fantasmagórico: la cabaña o casa de madera, al lado de un embarcadero donde la acomodada familia tiene atracado un velero para surcar en paseos las aguas del lago que difumina por un lado las lindes de la finca (por el otro, un denso bosque donde andan haciendo de las suyas peligrosos cazadores furtivos). Un entorno propio de los cuentos tradicionales, que tienen en su enseñanza un lado tenebroso y horrendo.

Lo mismo que tiene la habilidad y el acierto para imprimir en los planos, tanto panorámicos del entorno, como medios y primeros de los personajes, parte del mensaje o contenido que se nos está contando, no acaba de ser claro con el montaje, en la sucesión de secuencias entre las que va insertando una serie de flashbacks con los que pretende rellenar los huecos de sentido que presenta la historia.

*Un inicio clásico de terror que deriva hacia el thriller

La película Cuidado con lo que deseas tiene el inicio clásico de una película de terror. Una familia malavenida que se instala en una cabaña aislada junto a un lago. Un extraño muñeco que parece tener vida propia y entabla una relación especial con una niña. Muchos lugares comunes del cine de género. Todo parece indicar que estamos ante otra de esas pelis donde un muñeco diabólico va a ir asesinando uno a uno a todos los miembros de esa familia. Pero no. El guion escrito por el propio director mexicano Agustín Tapia, decide tomar unos derroteros muy distintos donde se combina el drama telenovelesco con el thriller de situación.

La película tiene algunas buenas ideas, aunque no siempre sabe concretarlas. Por ejemplo, todo lo que envuelve al regalo envenenado que le hacen la niña me resulta interesante. El siniestro muñeco “Hellequin” es un títere con apariencia de arlequín que se dedica a representar dentro de su teatro de marionetas lo que sucede en la vida real entre sus padres y su tío. Los tres forman un triángulo sentimental donde los dos hombres están enamorados de la mujer y planean individualmente junto a ella deshacerse del otro.

*El teatro de marionetas y la vida real

El mayor problema que le encuentro a Cuidado con lo que deseas, es que una vez dispuestas todas las cartas sobre la mesa, las situaciones se vuelven tremendamente repetitivas y ni siquiera las escenas eróticas consiguen subir la temperatura. La originalidad inicial de la historia se convierte entonces en un burdo intento de intriga poco imaginativa y de efectividad discutible. El aspecto sobrenatural queda relegado a un segundo plano y se desaprovecha ese juego de metaficción que convierte a las personas en marionetas de cuento. Hay veces que parecen convivir dos películas diferentes dentro de la trama.

Tampoco funcionan del todo las interpretaciones del elenco, en ocasiones se sienten forzadas. En especial la niña protagonista, Valery Sais, muy fotogénica ella, pero que no alcanza la credibilidad exigible en determinadas secuencias. Cuidado con lo que deseas resulta un entretenimiento ligero que se queda a medio camino de casi todo lo que propone.

*Conclusión

Cuidado con lo que deseas es un thriller dramático mexicano, escrito y dirigido por Agustín Tapia. De producción modesta y puesta en escena sencilla, la película posee algunas buenas ideas cuando inserta el aspecto sobrenatural en su trama. En especial todo lo relacionado con el muñeco y su teatro de marionetas. Es un elemento perturbador que se relega a un segundo plano, para apostar luego por un conflicto a tres bandas mucho menos interesante. El guion flojea mucho en su segundo acto y no termina por concretar qué tipo de película quiere ser. Se vuelve repetitiva y la esperanza de un final salvaje tampoco acaba por cumplirse del todo.

Escrito por Daniel Farriol