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Fanny y Alexander (Miniserie de TV) (1983)

Fanny y Alexander (Miniserie de TV)
312 min.
8,3
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Sinopsis
Miniserie de TV. 4 episodios. La historia está ambientada en 1907, en Uppsala, Suecia, y se centra en los Ekdahls, la familia del joven Alexander y su hermana Fanny. Los padres se dedican al teatro y son felices, hasta que el padre muere de forma repentina. Al poco tiempo, la madre decide casarse con un líder religioso conservador, una decisión que cambiará sus vidas. (FILMAFFINITY)
Género
Serie de TV Drama Miniserie de TV Años 1900 (circa) Infancia Familia Religión
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Suecia Suecia
Título original:
Fanny och Alexander
Duración
312 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Suecia-Francia-Alemania del Oeste (RFA);
10
Capas y oficio.
Semblanza. Capas y oficio. Mochilas mágicas con víveres de personalidad. Aglomeración artística por honores resplandecientes. Desagravio y maduración existencial. Refugios internos con balcones soleados.

Bergman compone su obra más completa y emotiva. Los ejercicios de equilibrio emocional se expanden a cualquier escala. Batallas entre lo correcto y lo malvado. Las corrientes impuras del corazón desembocan
en un precioso océano de compensaciones. Introspecciones de salvamento. El baile de realidades al que Bergman nos invita es tan épico y personal como universal. Técnicamente deliciosa. Artísticamente exuberante.

Juego de lágrimas para sonreír con el alma. Balanzas de sabiduría experimental.
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12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Serie que supone el mejor testamento de la historia del cine
Seguramente “Fanny y Alexander” sea la obra definitiva y absoluta de Ingmar Bergman, el cineasta europeo definitivo y absoluto. Bergman, en el ocaso de su filmografía, decide legarnos su testamento cinematográfico rodando una serie para la televisión sueca (simultáneamente convertida en película para su exhibición en cines, con la que ganó 4 Oscars cuando dichos galardones aún tenían sentido y criterio) donde compendia toda su carrera y sus temas fundamentales en torno a los que su cine magistral y preclaro había girado desde siempre, desde la oscura realidad, a la filosofía o la teología más allá de lo tangible.

El resultado es excelso, una obra cumbre imprescindible para poder entender la historia del cine donde, a través del niño protagonista, Alexander, el genio sueco bucea a pulmón por su propia biografía y por toda la sabiduría atesorada a lo largo de décadas como cineasta de referencia en Europa. Y lo hace, y esto es lo más notable de todo, atravesando para ello varios géneros que conforman una cinta transversal como la vida misma: desde la comedia al drama más desgarrador, pasando por momentos de cine de terror psicológico o de escenas filosóficas y teológicas de primera magnitud, y resultando ganador “cum laude” en todos ellos. Ese hito sólo podía estar al alcance de Ingmar Bergman.

La historia, ambientada en la Suecia de comienzos del siglo XX, de la amplia familia burguesa Ekdahls, dedicada al teatro y a las artes, liberal en las costumbres y en los usos privados, vive en una especie de limbo libertario (sublime la primera parte de la cinta en torno a la Nochebuena), cuando todo se rompe al perder a uno de sus miembros, Oskar. Su viuda, Emilie, y sus dos hijos, Alexander y Fanny, tienen que salir de ese entorno hedonista cuando Emilie se casa con el Obispo, un terrible dictador sádico y fundamentalista religioso que los someterá al yugo de una vida insoportable, máxime para quienes han conocido otras formas y maneras.

Pero destaca sobre todo, además de los impagables diálogos propios de Bergman, la estética del film, especialmente en los tramos en los que roza el género de terror de forma excelsa y que marcan de manera indeleble a todo espectador que los atraviese cuando el film toma aliento precursor del realismo mágico y traspasa la frontera de la muerte para filosofar sabiamente sobre la vida.

Resulta pasmosa su actualidad cuatro décadas después de su estreno, resultando una obra magna tanto en formato serie como en película gracias a un guión del propio Bergman sencillamente insuperable y un elenco actoral para este film coral a una altura inconmensurable.

La música de Daniel Bell resulta siempre acertada y justa para subrayar las emociones necesarias y de la dirección de fotografía ni hablamos, dado que estamos ante otra obra magna del fotógrafo de cabecera de Bergman, Sven Nykvist, un absoluto mito.
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9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
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