Papá es un ídolo (2000)

"Francella es un comediante de raza, es un genuino capocómico como los que ya no abundan en el mundo del espectáculo": esto lo ha dicho... Guillermo Francella.
Que decir de este producto, que decir...
Tengo que decir algo, porque sino no me validan la crítica por tener pocas líneas. Pero es que tengo acidez estomacal por haber visto unos minutos esta real pelotudez. Lo de siempre cuando Francella estampa su jeta almibarada y sus ojos de huevo duro en la pantalla. Chistes clásicos (chistes vergonzozos) acompañados por el festival de las ya míticas gesticulaciones del cara de chimpancé rosado. Sus ojos saltones claros de camaleón bien abiertos para el acaloramiento vaginal de algunas border cincuentonas. Y por supuesto, el bendito llanto. No puede faltar el llanto en este tipo. Abre primero sus grandes ojazos como si le estuvieran apretando el cuello con una soga, desprende luego, una buena cantidad de agua clorurada de sodio de fantasía, y toda la sala, hablo de matrimonios jóvenes que aparentan estar próximos al festejo de cincuenta años de casados, hablo de viejas boludas que acuden al cine con sus boludas sobrinas y nietas, hablo de toda la clase social vulgar e idiota, que en manada van al cine solo a "divertirse". Por esta prole papuda aun se sostienen esta mierdas apestosas. ¿Que opinión tengo sobre Francella?

Coger una película por la mitad no debería darme derecho a votarla y todavía menos a criticarla, pero ésta me ha llamado la atención. Tengo todavía la duda de si fue financiada por Cetursa (la compañía que gestiona Sierra Nevada) o realmente hubo quien puso dinero por contar semejante "historia". Hay un diálogo entre el "ídolo" y su ex-mujer que te resume a la perfección todo lo que debió pasar antes y que no viste, en la que él recrimina a ella haber abandonado a su hijo y ella lo cual de "haber cambiado" después de que una lesión arruinase su carrera como esquiador. Debió ser el esquiador más grandioso de la historia, con ese bigote tan amazónico y el garbo que se da en todos sus gestos. Es cierto que en el otro extremo está Manuel Bandera (alias Mauricio Heredia, el mejor nombre para un esquiador), al que tampoco te lo crees. Al único que me creo es al hijo, alniño rubio (o Mendel o el responsable de casting tienen un problema), pero sólo en la escena que va disfrazado de muñeco de nieve; tengo un deja-vu con Espinete. El título no se entiende. No es una comedia ni es un drama, es algo todavía peor.