The Eddie Cantor Story (1953)

Se pretendió con este filme dar réplica a "The Jolson Story", dirigida por Alfred E. Green siete años antes con cierto éxito. Pero decepciona totalmente si se conoce un poco la figura y trayectoria de Cantor, pues el actor escogido para encarnarlo lleva a cabo una interpretación tan caricaturesca de sus gestos, ademanes y peculiar personalidad en el escenario que roza lo ridículo.

Esa circunstancia lastra absolutamente la película. Porque basta con ver la filmografía de Cantor e investigar un poco en su biografía para darse cuenta de que no solo debía ser un tipo divertidísimo sobre el escenario, sino también fuera de él, mientras aquí lo que se nos presenta es una especie de monigote amanerado y afeminado.

Pero es que además la película es también muy aburrida y plana, lo que tal como denunció la crítica entonces, resulta inconcebible en una cinta a la mayor gloria de Eddie Cantor. Y es que tal como él mismo dijo tras ver el filme, "si esta es mi vida, debe ser que no he vivido". Y es que, por poner un ejemplo, ni siquiera el episodio por el que perdió casi toda su fortuna por el crack del 29 tiene tal como lo presenta la peli interés dramático. Por no hablar de la vertiente que atañe a su vida más íntima y a la relación con la que siempre fue su esposa, a la que se podía haber sacado mucho más partido.

Y es que, de hecho, probablemente sea la parte inicial del filme, con Cantor niño (Richard Monda), antes de que aparezca el monigote en que la película lo encasilla como adulto, la única de cierto interés gracias a ciertos destellos melodramáticos a partir de su infancia de pobre huérfano a cargo de su abuela (Aline MacMahon) en la Nueva York de 1900.

Ni que decir tiene que, aunque su voz brille en los números musicales en que dobla al protagonista, si se quiere conocer a Cantor lo que hay que hacer es ver sus películas. Esta no es más que un distorsionado reflejo de su persona y su vida.