Terroristas (1987)

Un grupo terrorista al que llaman los "GRAP", acrónimo que recuerda inevitablemente a los tristemente famosos GRAPO, responsables de casi noventa victimas mortales a lo largo de su historia. En el caso de la película nos muestran a una panda de novatos que no saben ni utilizar una pistola, y a los que encomiendan ejercer la lucha armada para defender los intereses del proletariado.

El comisario de policía, interpretado por un cordial y campechano Jesús Puente, tendrá que bregar también con ciertos elementos de la propia pasma, que comulgan con un estilo más propio de Charles Bronson por asi decirlo. El comando terrorista está dirigido por el siempre correcto Miguel Rellán y compuesto por una desconocida Maite Irache y los desaprovechados Mario Pardo, Angel Pardo y Carlos Tristancho. Nada a destacar ni de sus personajes ni de sus interpretaciones.

"Terroristas" posee un estilo más propio del cine quinqui de principios de los ochenta que del cine policiaco. La temática del film merecía un resultado menos chapucero que esto, aunque en los créditos diga textualmente que es una "pelicula declarada de especial interés cinematográfico". Quizás esa era la intención.

Por cierto: tras su visionado me ha quedado la duda si el título se refería a ese grupillo de desgraciaos o a la banda sonora. No pasan cinco minutos de metraje en los que no tengamos que sufrir los estridentes y demoníacos tecladitos de Teddy Bautista, encargado de la BSO y que además hay que aguantarlo también interpretando. Terrorismo en estado puro.

Película terrorífica, acometida con un mal guion, que ni siquiera sirve al espectador para hacerse una idea de quiénes eran y cómo actuaban los Grapo.

La película da algunos brochazos que quizá se puedan interpretar por parte de los entendidos, como la relación entre el PCE (r) y el grupo armado, cómo era el arduo proceso para hacerse con armas, las broncas dentro del propio comando o la incomprensión entre los militantes radicales y los obreros que visten con mono azul, supuestos beneficiarios de la revolución pero que, lógicamente, preferían pelear por sus derechos desde UGT y CCOO, votando a PS o PCE.

Esta falta de comunicación entre extrema izquierda y clase obrera que se beneficia del capitalismo fue una constante en todo occidente a partir de la muerte de Stalin y las escisiones en los partidos comunistas oficiales, pasando por el mayo del 68 y llegando hasta el terrorismo de izquierdas.

Pero, como decimos, esas escasas pinceladas no dan para respaldar el engendro perpetrado nada menos que en 1987, cuando ya había posibilidades de hacer buen cine en España.

Muy malo debate político, muy malas escenas de acción y un uso lamentable del cuerpo femenino para atraer al espectador. Por mucho que el físico de Maite Irache sea una maravilla.

Cine quinqui, como ha dicho otro usuario, y cine de destape en estado puro.

Una verdadera pena.