Spaceways (1953)

La fama de Terence Fisher arranca desde el momento en que empieza a revisar los clásicos de terror de la Universal, desde un punto de vista novedoso y original, pero ya llevaba una pila de cine sobre las espaldas antes de eso. Spaceways es una muestra de cine de ciencia-ficción que hoy nos da risa, cuando no lástima, pero no por ello es despreciable. Cierto, los F/X, por llamarlos de alguna manera, son risibles, y la premisa está tan envejecida que las nuevas generaciones, en caso de que alguno de sus miembros se asome a la cinta, no entenderán nada. Un científico (Howard Duff, un milagro de entumecimiento facial: no mueve un músculo en toda la película) está tan obsesionado con su trabajo que descuida a su mujer, la cual, por supuesto, se la pega con un compañero, que por supuesto, para más inri, es un malvado agente comunista. Menos mal que la preciosa Eva Bartok (¿qué fue de esta dulce germana?) bebe los vientos por él y le acompaña hasta el final en su viaje al espacio. Todo ello concentrado en apenas 80 minutos y bien contado por Fisher, más interesado, diría yo, en la historia romántica que en la futurista. Esta película viene en el mismo paquete de The Man Who Could Cheat Death, ya comentada aquí, y es una buena oportunidad de ahondar en el conocimiento del director estrella de la Hammer.

Uno de los primeros trabajos de Terence Fisher en la Hammer. Decir "Fisher" y decir "Hammer" parece sinónimo de éxito asegurado, pero con esta película resulta difícil afirmarlo. Lejos de las aventuras espaciales que nos promete el póster, la película tira por derroteros más próximos al romance y la intriga policíaca, y cuando por fin entran los aspectos de ciencia-ficción, estos resultan toscos y acartonados (mención especial para ese astronauta con camisa). Por lo general, a Fisher (y a la Hammer) no le hacían falta grandes dispendios para contarnos una buena historia, y aquí, aunque sí se da el caso de que los gastos de producción son mínimos, el guión tampoco acompaña y suponemos que Fisher tampoco pudo hacer mucho más. Ya antes había demostrado que era bueno y después lo demostró mucho más, así que se le puede perdonar este bache.