Sin tiempo para nueces (C) (2006)

"No Time for Nuts" el segundo cortometraje protagonizado por la ardilla Scrat de la saga "Ice Age", en un momento en el que Blue Sky Studios ya era plenamente consciente de que lo mejor de sus películas era, ni más ni menos, que la citada ardilla. Quedó claro ya con la primera Ice Age, si bien en aquella se molestaron en dibujar a otros personajes y no relegarlo todo a Scrat, pero ya en la segunda -incluso en la tercera- se confiaron: historias sencillas, demasiado incluso, centrando todos sus esfuerzos en darle energía a Scrat en la búsqueda incansable de su bellota. Las películas casi parecían una sucesión de escenas que giraban en torno a este personaje y no a la inversa.

"Gone Nutty" era un buen corto pero le faltaba algo, quizá más originalidad, no parecer una escena eliminada de la primera película. "No Time for Nuts" sin embargo va sobradísimo. Tiene el mejor guión que ha salido de Blue Sky Studios, algo a lo que quizá podría ayudar el que sólo dure siete minutos. Pero cada uno de ellos es oro puro, gag tras gag enlazado como sólo un Chuck Jones habría sido capaz de hacer, con un ritmo frenético que no da descanso en ningún momento. No contentos con tirar por lo fácil, Renaud y Thurmeier decidieron introducir en la historia una máquina del tiempo y hacer interactuar a Scrat con diferentes épocas mientras que seguía persiguiendo la bellota. Divertido hasta el dolor de barriga, "No Time for Nuts" es una pequeña joyita muy superior a las películas de las que 'procede', siendo como poco más viva y enérgica que éstas, y además hace gala de un apartado visual que aún hoy, cuatro años más tarde, sigue siendo de impresión.

Aunque la idea es muy buena, y el personaje de Scratch tiene un caracter versátil y divertido, en esta ocasión el corto no logra el nivel de otras de sus apariciones como telonero de Ice Age. La sucesión de escenas se produce rápidamente y nos mantiene con la sonrisa en los labios los escasos cinco minutos que dura, pero ésta no se transforman en carcajada, y nos hace pensar en una posibilidad desperdiciada para crear algo realmente divertido. El final remonta y nos deja sonrientes unos minutos más.