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S-21, la máquina roja de matar (2003)

S-21, la máquina roja de matar
101 min.
7,1
526
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Teaser (SIN DIÁLOGOS)
Sinopsis
Duro documental que aborda lo sucedido en el Centro de detención y torturas S-21, que se ubicaba en el centro de Phnom Penh, capital de Camboya, de 1975 a 1979. En tiempos anteriores había sido una escuela secundaria, pero en manos de Pol Pot y el Khmer Rouge, fue un lugar de exterminio de miles de víctimas. De 17.000 prisioneros en el lugar, sólo sobrevivieron tres. El documental de Rithy Panh reúne después de 27 años a dos de estas víctimas y varios de los que fueron sus torturadores, para tratar de entender por qué y cómo sucedieron torturas, violaciones, abusos, maltratos sobre gente inocente en nombre del Khmer Rouge. (FILMAFFINITY)
Género
Documental Documental sobre Historia Guerra Civil Camboyana Años 70 Histórico
Dirección
Reparto
Documental
Año / País:
/ Camboya Camboya
Título original:
S-21, la machine de mort Khmère rouge
Duración
101 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Camboya-Francia;
Links
Premios
2003: Festival de Cannes: Premio François Chalais
2003: Premios del Cine Europeo: Mejor documental
2004: BAFICI: Premio Derechos Humanos
7
Pedir perdón
Hace ya algún tiempo cayó en mis manos un libro que me impactó por las descripciones que contenía sobre las barbaridades que se cometen y cometían en guerra. Jonathan Glover escribió "Humanidad e Inhumanidad: Una Historia Moral Del Siglo XX". Este libro contiene crudas reflexiones sobre el Holocausto, el estalinismo, Ruanda o la propia Camboya. La que más me impactó fue esta última junto a la masacre de un pequeño poblado vietnamita.

Sobre una población de 7,7 millones de habitantes, los Jemeres Rojos ejecutaron a más de dos millones, el porcentaje es brutal. Las ciudades fueron literalmente vaciadas y la población fue desplazada a los campos donde se vieron forzados a trabajar en condiciones miserables, muchos murieron. Todo bajo la bandera del verdadero comunismo, con Pol Pot como cabeza visible y con el régimen chino como modelo a seguir.

Otros eran encarcelados en centros como el S21, tema central del documental. Rithy Panh reúne a víctimas y verdugos en esta casa de los horrores y recrea el día a día de esta prisión de muerte. Nadie les ha pedido disculpas por lo sucedido porque en principio nadie ha dicho que lo sucedido hace unos treinta años fuera un error.

Las víctimas que sobrevivieron parece que ya no esperan disculpas, sólo que quién les hizo tanto mal se de cuenta del daño que les causaron. Los trabajadores de esas prisiones viven con lo que hicieron y cargan con ello. Más de dos millones no pueden cargar con nada.
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47 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
El Auswitch camboyano
¿Cabría imaginar un documental sobre Auswitch con varios de sus torturadores como conductores del documental? Esto es más o menos lo que un ausente Rithy Panh monta en este espeluznante documental. Casi treinta años después, varios de los integrantes de los S21 regresan al Instituto de Tuol Svay Prey que fue convertida en el centro de torturas más importante de Camboya. Por el S21, nombre de esta cárcel al mando de Duch (Kang Kech Ieu), pasaron dieciséis mil personas que fueron torturadas bajo pretextos insólitos y repugnantes.

A Panh no le tiembla el pulso. Como ya he dicho se mantiene completamente alejado de la historia. No existe voz en off, no existe su presencia física, sólo su cámara y los dolorosos encuentros de dos victimas torturadas y varios de aquellos que cometieron tantas atrocidades. No intenta Panh desentrañar ningún misterio, ni buscar más tragedia que la que cohabitó con esta gente. Panh simplemente graba, y en algunos momentos, la frialdad que muestran los ex S21 mientras recrean sus deleznables actos en nombre de los Jemeres Rojos, me pone muy nervioso.

Panh no quiere comprometerse en exceso, por lo que no es extraño que en determinados momentos, se nos muestre a los verdugos pasando a ser víctimas. Chavales que no alcanzaban los veintitrés años y que eran adoctrinados con las enseñanzas de Pol Pot para una grande y libre Kampuchea Democrática. Pero así es Camboya y quizá por ello aún esperamos después de treinta años que el juicio se lleve a término. Un juicio que da risa, que es fraudulento y de cara a una galería internacional, pero sobre todo, un juicio que ni mucho menos podrá eliminar el dolor ni limpiar las heridas de todos aquellos que se vieron implicados.
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34 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
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