La huella del crimen: El caso del procurador enamorado (TV) (1985)

Basada en el crimen de Velate, acontecido en los años setenta en dicha localidad, Pedro Costa dada la proximidad de los hecho en en tiempo decidió cambiar tanto nombres como situaciones y lugares, por lo que el resultado está lejos de lo inquietante que sí resultaban los capítulos que acompañan a este en la serie, todos terroríficamente reales.
En este caso, además, se doblan algunas voces de un modo absurdo, pues los actores que dan la cara son conocidos (Pepe Rubio), y se cuenta con un Carlos Larrañaga que no está del todo bien en su papel, resultando más errático que siquiera ajustado.

En suma, un capítulo que sin ser malo, rompe la excelente dinámica de calidad de la serie.

Película intimista, sosegada, dicha casi a media voz, que recorre su camino con la cautela de quien busca el momento adecuado y convierte al sigilo en su cómplice.
La cámara descubre hermosos ángulos mientras la acción prosigue como un hilo de seda muy fino pero muy resistente o se detiene en reflexiones sesudas, en notas románticas y en leves exordios que ilustran la historia y la adornan para que un mundo de sospechas e incertidumbres se adueñe de la pantalla.
Gran mérito.