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Dos viejos chiflados (1996)

Dos viejos chiflados
136 min.
5,7
166
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Trailer (INGLÉS)
Sinopsis
Nat Moyer (Walter Matthau) y Midge Carter (Ossie Davis) son dos ancianos de ochenta años que comparten sus días sentados en un banco de Central Park, en Nueva York, sorteando juntos los avatares diarios que les amenazan: drogadictos, jóvenes imprudentes, vagabundos, el retiro forzado y el temor de ser enviados a una residencia para la Tercera Edad. Herb Gardner adapta su propia obra de teatro ganadora del premio Tony. (FILMAFFINITY)
Género
Comedia Vejez / Madurez
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
I'm Not Rappaport
Duración
136 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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6
Otra extraña pareja
El idiota título elegido por los mamertos que bautizan los films en castellano, "Dos viejos chiflados", es inadecuado por partida doble. En primer lugar porque en esta pareja protagónica hay solamente un viejo al que pudiera aplicarse el calificativo de chiflado, y en segundo porque da al consumidor la idea de que va a encontrarse con una película cómica al estilo Jerry Lewis y no con una melancólica comedia dramática que medita acerca de la ancianidad y los peligros de la vida urbana actual.

La premiada pieza teatral de Herb Gardner, “I'm Not Rappaport” tiene como escenario preponderante al enorme Central Park de Manhattan y ha sido estrenada en salas de diversas partes del mundo, siempre adaptando la ambientación a algún famoso parque local. En Buenos Aires fue presentada como "Parque Lezama" interpretada por Luis Brandoni y Eduardo Blanco, y dirigida nada menos que por Juan José "El Secreto de sus ojos" Campanella.

El título original hace referencia a un mal chiste que gusta contar a Nat, el personaje de Walter Matthau, sobre un hombre que cree encontrarse con un amigo en la calle:
"¡Hey, Rappaport! No te he visto en años. ¿Cómo has estado?
"Yo no soy Rappaport"
"Rappaport, ¡cuánto has cambiado! Antes te dejabas la barba y ahora usas bigote."
"No soy Rappaport".
"Solías ser un tipo gordo y bajito, pero ahora estás alto y en forma".
"¡Qué no me llamo Rappaport!".
"¡Y además te has cambiado el nombre!"

En el banco de la plaza que es el centro neurálgico de la obra teatral, el malhumorado Midge (Ossie Davis) intenta cada mañana leer el diario en una impostura de autoengaño ante el hecho de que se está quedando medio ciego ("Quién necesita vista; nosotros tenemos visión"). Y todas las mañanas, invariablemente, se ve interrumpido por el insoportable -para él, no para nosotros- Nat (Walter Matthau), un locuaz mitómano empedernido que lo vuelve loco torturándolo con la narración de sus estrafalarias historias fabricadas ("No son mentiras, son alternativas. A veces la verdad no encaja bien"). Como un Don Quijote contemporáneo, Nat adopta personalidades imaginarias y excitantes que den fuelle a sus ideales. Un día es un abogado, otro un terrorista cubano, un agente de la CIA en misión secreta o un jefe de la mafia ("He sido una persona durante los últimos ochenta años. ¿Por qué no ser cien personas durante los próximos cinco?")

Mientras batallan la amenaza contra la estabilidad de uno y la libertad del otro - el jefe de Midge quiere despedirlo y la hija de Nat desea mudarlo a un asilo para protegerlo de las consecuencias de los líos en que se mete con sus fabulaciones - ambos abuelos pasan sus días sentados en el banco en una rutina de discusiones y filosofía que se verá truncada por una serie de contingencias que involucran a otros miembros de la jungla del parque: una pintora callejera, un asaltante y un distribuidor de drogas.

Aunque Gardner - dirigiendo el mismo la adaptación de su obra - aprovecha bien la posibilidad de una puesta en escena diferente que le brinda el nuevo medio, recorriendo con su cámara diversos escenarios pintoréscos del Central Park y de los personajes que lo habitan, no deja de jugarle en contra como film que claramente el guión basado en diálogos fue pensado para el teatro. El ritmo calmo y la atmósfera creada acompañan acertadamente el caracter crepuscular de la historia y los temas tratados. Vale la pena verla por la carismática performance de Walter Matthau, así como también la de Ossie Davis que está muy bien y en ningún momento es opacado por el estatus de estrella de su compañero.

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5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
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