Under the Mountain (2009)

Theo y Rachel (Tom Cameron y una resultona pelirroja llamada Sophie McBride, ambos en su bautismo ante las cámaras), son 2 gemelos con una fuerte conexión (tienen sus momentos telepáticos) que tras la muerte de su madre se trasladan a vivir con sus tíos y el también adolescente hijo de estos, a una casa al borde de un lago en una zona de Nueva Zelanda situada entre 7 volcanes, casa en cuyas inmediaciones se halla una siniestra casona habitada por unos extraños y siniestros tipos que resultan ser unos alienígenas que tras amaestrar a unas gargantuas prehistóricas, han salido del encierro al que les habían confinado otros alienígenas buenos bajo los 7 volcanes, y se disponen a destruir el mundo; solo hay una manera de detenerlos y la conocemos al mismo tiempo que los gemelos en boca del levantafuegos Sam Neill, el alíen bueno que está encargado de vigilar que los malos sigan a buen recaudo.

Segunda película de Jonathan King tras aquel original dislate sobre ovejas zombies (“Ovejas Asesinas 2006”), adaptación de una novela de inequívoco enfoque adolescente escrita por un tal Maurice Gee, que ya conoció una serie neozelandesa de televisión de 8 episodios a principios de los 80 (de buena acogida, 8.8/10 en Imdb), estamos ante una entretenida historia (sobre todo para chavales que hayan disfrutado alguna vez con un libro juvenil de aventuras), sobre unos chavales en cuyas manos está salvar al mundo de la destrucción, a los que su entorno adulto no creen y por tanto dificultan su misión (como mandan los cánones de este tipo de literatura, cuasi diría necesaria en la formación de futuros lectores), dignamente dirigida e interpretada (Sam Neill muy bien como de costumbre, y los chavales, para ser la primera vez que se ponen delante de las cámaras, no lo hacen nada mal), con unos dignos efectos visuales, buena banda sonora, buena dosificación del suspense, unos aliens malos feos y siniestros (cuando dejan ver su aspecto original lucen como humanoides repletos de baboseantes tentáculos, y cuando van de humanos parecen recién salidos de una tumba y se mueven en un coche fúnebre), y para el final dejo lo que a mi juicio es una baza engrandecedora segura para cualquier película, los preciosos paisajes de la exuberante Nueva Zelanda (con una fotografía a la altura).

En resumen, digno entretenimiento dirigido a un público juvenil, disfrutable también para mayores que la valoren como lo que es, a la que puestos a sacarle algún “pero”, se echa en falta no habernos mostrado las durante todo el metraje temidas gargantuas, mas allá de un pequeño esbozo, en plan masa gigantesca desperezándose (ya puestos, no creo que hubiera supuesto mucho más gasto de producción, ver a las gargantuas hacer alguna pirueta).