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Gigantes y cabezudos (1926)

Gigantes y cabezudos
72 min.
6,1
33
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Película completa
Sinopsis
Jesús es movilizado para la guerra en las colonias, y antes de partir, promete a Pilar que algún día volverá. (FILMAFFINITY)
Género
Comedia Cine mudo Zarzuela
Dirección
Reparto
Año / País:
/ España España
Título original:
Gigantes y cabezudos
Duración
72 min.
Guion
Fotografía
Compañías
6
P'al Pilar sale lo mejor, los Gigantes y la procesión.
Comentar una obra de cine mudo basada en una popular zarzuela no deja de ser un intento infructuoso. Algo así como hablar de gastronomía careciendo del sentido del gusto. Nos perdemos, claro, la música del maestro Manuel Fernández Caballero, pero aun así merece la pena decir algunas cosas de la cinta de Florián Rey.
Para empezar que adapta con bastante libertad el libreto de Miguel Echegaray, añadiendo una primera jornada en Ricla, en la ribera del Jalón, para presentar a Jesús (Nieto), un joven y honesto trabajador algo pobre, enamorado y correspondido por Pilar (Viance), "guapa y buena", también pretendida por un "tenorio pueblerino y vago" con el que compite Jesús en las rondas nocturnas.
Pero este tiene que ir a la guerra como soldado de cuota y Pilar marcha a servir a Zaragoza, con lo que la trama vuelve al argumento de la zarzuela.
De la parte riclana merece destacarse la descripción de la vida rural aragonesa con sus escenas en la fuente, en el campo, las citadas rondas y las fiestas del pueblo donde podemos ver torear nada menos que al diestro local Braulio Lausín "Gitanillo de Ricla". Aquí tienen ya los aficionados a la tauromaquia un buen motivo para ver la obra.
Lo mismo puede decirse de los partidarios del bel canto, que cuentan con la presencia del tenor aragonés Miguel Fleta acaparando planos mientras entona la jota: "Ser hombre a secas no es nada, ser europeo no es poco, ser español ya es ser mucho, ser baturro es serlo todo".
Interesante también por su valor documental es contemplar la cinematográfica Zaragoza con las basílicas del Pilar y de la Seo, el Ebro a su paso por el puente de Piedra, los desfiles de gigantes y cabezudos y, sobre todo, las escenas del Mercado con la reacción de las vendedoras cuando el Ayuntamiento pretende subirles los impuestos.
Salvando la incongruencia de hablar de una película musical sin sonido, nos encontramos con un guion que quiere salirse un poco del tema ya trillado de la zarzuela de procedencia, así como la buena mano del director para manejar los actores y mostrar imágenes que hoy tienen un indudable valor documental.
Interpretaciones bastante correctas, sobresaliente en el caso la señora Antonia.
En lo negativo el larguísimo tiempo que permanecen en pantalla los prescindibles carteles que explican la trama. Da la impresión que el montador confiaba poco en la capacidad lectora de los espectadores de aquellos años.
En cualquier caso una película interesante, recomendable desde luego a los aficionados al toreo de época por ver a Braulio Lausín o a los numerosos seguidores que siempre ha tenido el tenor Fleta. Pero también a quienes deseen conocer la vieja Zaragoza o el ambiente rural aragonés a comienzos del pasado siglo.
No está mal.
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