La expiación del Dr. Fu Manchú (1929)

Punto de partida de la primera trilogía fílmica dedicada al personaje creado por Sax Rohmer, "The mysterious Dr. Fu Manchú" es un filme que, conceptualmente, está a medio camino entre el cine mudo y el sonoro; de hecho, existía una versión muda que también fue estrenada. Por ello, los actores, en especial Warner Oland, gesticulan en demasía y exageran sus expresiones faciales.

Fu-Manchú, como veremos en versiones posteriores, es un personaje que pretende conquistar el mundo, como un Hitler, un Gengis Khan o en la ficción como el Dr.Muerte de los comics Marvel. Esa es su motivación, la conquista. Sin embargo en esta trilogía, al Dr. Fu-Manchú le mueve algo mucho más personal, la venganza contra los occidentales, que causaron la muerte de su familia, bombardeando su casa - la casa de un civil - durante la revuelta de los Boxers- la del filme "55 días en Pekín", en la que él no tomaba partido. Hasta ese momento, Fu-manchú era una bella persona, estimado por los occidentales. Las bajas colaterales que suponen su familia, sin disculpa ni arrepentimiento por parte de los causantes, lleva a comprender la venganza del Doctor. Los culpables perderán su vida y las de sus hijos, como el perdió todo aquello que fue y lo que podría haber sido.

El Fu-Manchú de estos primeros filmes parece más un personaje de serial de la Republic y se enmarcaría junto a esos otros personajes posteriores que parecen constituir en el cine el "peligro amarillo", como "El misterioso Mr. Wong" (1934) con Bela Lugosi. Gente que vive en un submundo en los barrios bajos, ocultos en guaridas llenas de túneles y entradas secretas, usando veneno, dardos e hipnotismo, con un rostro amable, sibilino y servil mientras te envenena el té.

Walter Oland, actor sueco, supongo que de ascendencia lapona, tenia un rostro oriental que le permitió interpretar a este Fu-Manchú y posteriormente al detective Charlie Chan en un sinfín de películas. Su interpretación es demasiado exagerada, quizás por la herencia del cine mudo; junto a él está una irreconocible Jean Arthur.

Como filme de aquellos años puede verse, sin embargo le falta esa chispa de malignidad totalitaria que tendrán los Fu-Manchú venideros, centrados sólo en conquistar el mundo sin importar el coste.