Alcohol y coca (1988)

Del creador de la famosísima serie "Luz de Luna" y bajo la producción del conocido Ron Howard a finales de la década de los ochenta se realizó esta arriesgada producción que a pesar de no contar entre las cintas importantes del género si nos deja varios momentos importantes y detalles de cine serio y comprometido.

Con un enorme regusto a película ochentera, el guionista Tod Carroll (poco conocido y que participaría a lo largo de su carreara en alguna producción más aunque sin ninguna importancia) escribe una historia compleja, de difícil acceso y comprensión y que se extiende uniformemente durante sus dos horas y hasta el último minuto. Apoyado en una muy buena interpretación de Michael Keaton la película nos acerca a un aspecto poco tratado en el tema de la drogadicción y alcoholismo en comparación con las innumerables facetas de las que consta este comportamiento humano. La rehabilitación y su trayecto, impregnada por las múltiples relaciones que se llevan a cabo durante ella, centran el argumento de la cinta y tienen a Morgan Freeman a su máximo exponente. Curioso ver al caballero negro con una poblada melena.

Con dos partes claramente diferenciadas, la primera en el centro de rehabilitación y la segunda en busca de un nuevo camino fuera de ella, es quizás esta segunda parte la más densa de la historia y es que a mi parecer el personaje femenino de Kathy Baker no está a la altura en ningún momento del de Pennsylvania y se limita a acompañar sin añadir interesante a las interpretaciones. Aún así termina siendo la pieza clave de la historia.

Con unos títulos de crédito finales acompañados por la música del gran Van Morrison ("Domino"), como dice algún usuario, esta cinta se deja ver aunque tenga su mayor pero en su excesivo metraje y en lo poco acompañado que está Michael Keaton durante gran parte de la cinta.

No es un drama memorable pero rescata una de las mejores actuaciones de Michael Keaton.
En si como narración es incapaz de profundizar en la agonía de un adicto y el esfuerzo que su rehabilitación requiere. El personaje protagónico no sólo no se esfuerza por recuperarse sino que nadie lo controla y se pasea por la clínica como si nada. En las terapias no habla, es decir, hay como una actitud de negación pero aún así sale adelante.
De todos modos es bastante superior a otras como "28 days".
El personaje de Morgan Freeman es bastante intrascendente y personalmente creo que daba para más participación dentro del film.
El final es muy conveniente y algo abrupto, y personalmente no me termina de convencer; aún así recomiendo la cinta como curiosidad, dentro del género no es mala.

Lo mejor: los monólogos de M. Emmet Walsh.
Lo peor: la forma de mostrar el tratamiento.