18 Críticas de los usuarios

Absurda, se puede contar en 30 segundos y sobra tiempo porque son disparos y más disparos, hasta eso está mal hecho porque los cargadores son interminables,.. hasta las pistolas de tambor tienen más de 15 disparos. Un intento de hacer de Tarantino, sin ese gore, sin el humor negro, sin la violencia, las conversaciones elocuentes,.. No llega a ser una perdida de tiempo porque no está del todo mal hecha, a pesar de las continuas perdidas de situación de cada personaje y que con los bigotes y pelos largos todos se parecen,..pero con tanto tiro, da un poco igual.. esperaba mucho más porque pintaba bien,.. pero lo dicho.. tiros y más tiros sin sentido.

Ben Wheatley es innovador. Ya lo demostró en High-Rise, mostrando un mundo utópico y violento. Aquí, se nos traslada a la década de los 70, en una época en que las mafias corrían como ratas por las calles, traficando armas y drogas. Este es el contexto que pone de punto de partida Free Fire. Dos mafias se reúnen para para realizar una compra-venta de armas. Esta es la base, pero con decir que prácticamente toda la película sucede en el lugar de compra-venta, ya basta para imaginarse las dimensiones del filme.

Tiros, tacos, tiros, sangre, más tacos, más tiros, muertes, más sangre y más muertes. Esa es la composición de la filmación. Un guión sencillo (en ocasiones, malo), un vestuario bien elaborado que te mete de lleno en la época, una banda sonora que acompaña de forma excelente el metraje, dando un toque tarantiniano a algunas escenas tensas o con más intriga, y un reparto de actores secundarios de lujo componen a esta Free Fire. Otro mérito es el hecho de dar la misma importancia y misma duración del metraje a todos los personajes, lo que hace que se mantenga un alto grado de atención por lo que pueda pasar. Esto es casi un todos contra todos (y cuento cerca de diez participantes). Todos ellos tienen unas intenciones distintas, pero lo que les une es la pasión por disparar a matar. La ira, las ansias de sangre y la avaricia les ganan. Y aunque para algunos de ellos sus intereses principales pasan a ser secundarios, el dinero y la libertad les nublan sus pensamientos. Como en cualquier partido o batalla, el espectador se mantiene partidario de la victoria de un bando determinado. Aquí pasa lo mismo, pero llegando a haber muchos más que dos enfrentados.

La resistencia de los personajes a los disparos recibidos es uno de sus puntos más flojos. Aquí todos son Rambo. Aunque es cierto que en ocasiones da la sensación de enrocarse, ser monótona y no avanzar ni proponer algún giro argumental interesante, vale la pena invertir algo menos de una hora y media en ver este entretenido thriller. Al menos, no lo sufrirán excesivamente.

En Free Fire lo que comienza como un trato de armas por dinero entre unos grupos de delincuentes termina rápidamente en un interminable tiroteo entre todos donde de a poco todos comienzan a caer. Brie Larson es la única mujer del elenco, y la acompañan Sharlto Copley,Arnie Hammer, Cillian Murphy, Sam Riley y Noah Taylor entre otros. Entre ellos construyen un relato más bien anecdótico, apoyado en la comedia y la violencia.

“Olvidé de qué lado estoy”, dice uno de los personajes en algún momento y eso mismo pasa un poco también con el espectador. Por un lado, es difícil tomar partido, por el otro, entre tanto tiro, algunas trompadas y hasta un poco de fuego es difícil seguirle el ritmo a cada uno de los bandos.

La ironía y el humor funcionan pero por momentos parecen agotarse. Todo es excesivo y lejos de lo verosímil en esta película, y al mismo tiempo alejado de la complejidad y profundidad de la anterior del director, High-Rise.

La influencia de un cineasta como Tarantino es evidente desde que comienza el film, apoyado principalmente en los diálogos, hasta que explota el tiroteo y no se achica a la hora de mostrar la sangre que se derrama.

Free Fire es una película entretenida a la cual la Competencia Internacional del Festival de Mar del Plata (donde tuve oportunidad de verla) le queda grande. Sirve para pasar el rato pero es más bien olvidable y carece de contenido. Cuenta con buenas interpretaciones, destacándose un siempre excéntrico Sharlto Copley y un sorprendente Sam Riley, alejadísimo de los papeles a los que nos tiene acostumbrados.

Publicada en visiondelcine.com

Amigos cinéfilos, cultos lectores, seres en humanos en general, ¿Qué les puedo decir sobre esta pseudo película? Si bien es cierto tuvo unos minutos de gloria, especialmente en el intercambio de dinero por armas, una vez que sucedió la predecible venganza y una bala rozó el cuerpo de uno de ellos, la película se tornó en un sin sentido, en balas por doquier, destruyendo toda lógica y guion, los diálogos se volvían más paupérrimos, las escenas más aburridas hasta el punto en que uno pierde el interés en saber cómo va a terminar esta mierda. Me siento un idiota al recordar que por un momento pensé que iba a ser algo así Snatch, una película de matones, con situaciones divertidas y acción de lo mejor, pero me sentí estafado, ni si quiera la presencia de Brie Larson y Cillian Murphy pudieron salvarla de ser un bodrio.

Acabo de darme cuenta viendo “Free Fire” de Ben Wheatly que hace ya 25 años que se estrenó Reservoir Dogs de Quentin Tarantino. Ya sabéis esa obra maestra que instauró el estilo Tarantiniano de lenguas afiladas, personajes muy masculinos que hablan sobre la cultura pop y critican con cerebro en diálogos perfectamente perfilados la situación actual antes de darse a un despiporre de violencia tan sangrienta como divertida y entretenida.

“Free Fire” es un homenaje no confeso a esa ola de cine independiente hecho con inteligencia y cerebro que bebe directamente del filme de Tarantino, ¿lo hemos visto antes? sí, ¿nos sigue gustando? también.
Porque han pasado 25 años ya desde aquella y hay que asumir que ha creado escuela pero que podemos disfrutar de los discípulos.

“Free Fire” cuenta la historia de un intercambio de armas en el que todo sale mal. Dos conductores ayudan a dos nor-irlandeses a hacerse con unas armas en un almacén. Junto a ellos dos mediadores que les acercan, y al otro lado el traficante de armas y sus secuaces y conductores. Hay un par de giros de guión, un par de invitados no esperados y un montón de tiros sin abandonar nunca una única localización.

Y ahí muestra Wheatley todo su talento tanto narrativo como dirigiendo. Hay un porrón de personajes en muy poco tiempo y sin embargo están tan bien descritos y perfilados que nunca andas perdido de quién es quién y qué quiere cada uno. Su mano en la cámara hace que a pesar del espacio cerrado, y de que los “equipos” de personajes anden separados nunca pierdas la noción del espacio y de dónde está cada uno o en qué bando lucha aunque en una situación así cada uno trata de salvar su pellejo. Y además los diálogos continuos son afilados, divertidos, surrealistas y cerebrales. Dejan algunas gotitas de crítica social pero nunca ahondan en la metáfora o tratan de ser más presuntuosos de lo que la historia requiere.

Frente a la cámara un reparto espectacular que va desde Cillian Murphy como el mayor protagonista, o el más rooteable por decirlo de alguna manera, a Brie Larson como la mujer del elenco que no hace en ningún momento de mujer florero, Armie Hammer en un papel que hace 20 años habría sido de Brad Pitt (el que molaba, no el fascinado por el Oscar de ahora) y Sharlto Copley robando la función con el personaje más estrafalario y por lo tanto el que arrancará más carcajadas. Pero es que además el reparto se completa de talento como Sam Riley de aquella maravilla llamada Control, Michael Smiley o eterno secundario de cientos de películas british…

Y una de las cosas que más me han gustado es que cada bala cuenta, cada disparo produce sangre y herida y los personajes sufren, jadean, se tambalean y hacia el final de la película todos andan arrastrándose, lamentándose y maldiciendo. Después de tanto cine en el que ya parece que si te disparan en la pierna dices “Ay” y te pones una venda para seguir corriendo, resulta refrescante ver un poco de carnaza y polvo y mugre más cercano a la realidad.

En resumen, tenemos a un reparto perfecto, unos personajes perfectamente delineados e interesantes, un guión afilado y (nunca mejor dicho) a prueba de balas, una dirección sobresaliente capaz de mantener el ritmo en unos ajustados 90 minutos sin cambio de localización y un sentido de entretenimiento y diversión. Estamos de acuerdo en que ya lo hemos visto y que no es Reservoir Dogs, pero han pasado 25 años y nunca viene mal recordarla y conmemorarla con otra cinta perfectamente ejecutada.
No te arrepentirás.

Lo mejor: El cachondísimo sentido del humor y elespectáculo
Lo peor: No despega de entretenimiento a brillante

Valoración: 7/10

Interminable tiroteo, balas y mas balas. No me ha dado por contarlas, pero seguro que con todo lo que dispararon acabaron con varios cargadores y se recargo muy poco para tantos tiros.
No aporta nada nuevo y roza el aburrimiento. La música a ratos es muy mala y chirriante y al final cierra con un temazo de los 70, This old guitar de John Denver.

Un gran reparto para una película tan estúpida y tan simple.

Esta película quiere ser un Reservoir Dogs pero con un montón de acción, y no logro nada de lo que logró la película a la que imita.
La intriga criminal durante menos de media hora, tras eso solo nos quedan diálogos vagamente escritas con motivaciones de los personajes perezosas y un montón de tiros que deberían importarnos pero parecen ruido de fondo. Ni siquiera mantienen los planos ni le dan peso a las balas que era lo esperado de una película basada en el uso de esta clase de recursos de forma excesivamente reiterada.

La película no aburre, puede hasta entretener y si la ponen por la tele está muy por encima de la calidad de un telefilm cutre de Domingo por la tarde, pero es para ver sin tomarse en serio lo que ocurre porque si te la tomas en serio te puedes sentir timado porque no es serio el conjunto aunque creo que pretende serlo por algún motivo que no encaja con la ejecución final del proyecto.

Solo la recomiendo si te quieres salvar de ver una película mala, pero esta tampoco es buena así que recomiendo buscar una opción mejor que hay innumerables películas inmensamente superiores a esta cosa poca conexa que no parece propia.

La única interpretación destacable es una Brie Larson que borda su papel siendo la única persona que ofrece resultados destacables y de reconocible buena calidad en la película.
El resto del reparto me parece entre la ausencia de carisma y directamente algunos parecían algo desganados en esta producción, tal vez porque les desmotivó leer el guión que han aceptado rodar inexplicablemente, si no no entiendo nada.

Una buena comedia negra llena de tiroteos, frases ironizadas entre los enfrentados y muy bien ejecutada el resto de la trama. Un buen homenaje a este tipo de cine de los años 70´s, mezclado con un sub mensaje a lo Tarantino, entretiene a más no poder con buenas pinceladas en la lucha y tiroteo.

Por simple curiosidad me volqué a disfrutar de este film (producido por Martin Scorsese) y cuyos rostros conocidos fueron la principal razón de “correr el riesgo”. Puedo decir con toda propiedad que no me arrepiento de haberlo hecho por la sencilla razón de que es una pieza violenta, sin medias tintas de principio a fin y cumple lo que promete, es decir varias personas “de negocios” con poca paciencia (al borde de un ataque de nervios para mejor dicho), encerradas con un montón de armas (cargadas) que por supuesto serán disparadas como se debe, aunque lo que también tendrán que esquivar son unos diálogos igual (o más peligrosos) que las mismas balas.

Para ser una película con una premisa tan simple y alocada, de poco más de 85 minutos de duración, el guión firmado (y dirigido también) por Ben Wheatley cumple con lo justo y a ratos hasta sale triunfante, primero por no detenerse en ningún momento y no “achicarse” en mostrar las “surrealistas” secuencias de acción con la crudeza y pulso que necesitaba la historia. En segundo lugar por sacar todo el provecho posible a un brillante reparto coral que se pone “a la labor” sin dudarlo un minuto, empezando por un Armie Hammer que destila elegancia pura y un talento para la comedia innato, una Brie Larson mostrándonos su lado (feminista) más salvaje y "cool", un desatado Sharlto Copley cuya sola presencia ya nos garantiza excentricidad y diversión, un afilado Cillian Murphy cumplidor y certero (donde y como lo pongan), y los unos correctos Jack Reynor, Sam Riley, Noah Taylor, Enzo Cilenti, Michael Smiley, Patrick Bergin, Tom Davis, Babou Ceesay y Mark Monero de soporte.

Entiendo en parte el desagrado de quienes no las ha gustado por distintos aspectos (vamos, no se puede convencer a todo el mundo) por su premisa algo arriesgada, pero entretiene sin muchas pretensiones, sin muchas complicaciones y por su duración que no se resiente en ningún momento, aunque eso sí, primero te pide algo a cambio: paciencia para que entres en su juego y de seguro no te arrepentirás, claro está, si lo haces. Eso me pasó a mí, al menos por volver a escuchar a la mítica agrupación Creedence Clearwater Revival o darle un nuevo sentido a la música de John Denver, tambien lo vale.

Pero también queda la otra opción y es que desde un inicio la encuentres irritante y no te creas lo que vas a ver a continuación, ganándose de inmediato tu odio y rechazo. Esto no me ocurrió, porque hay muchas otras películas similares y créanme, son mucho peores.

Ben Wheatley, que igual dirige un western en blanco y negro sobre una guerra civil del siglo XVII que la próxima secuela de Megalodón, o una nueva adaptación de Rebecca, consigue con Free fire una alocada mezcla de comedia negra y thriller mafioso, con un reparto espectacular, además.
Tiene, además, un aire a Tarantino, o al menos a Reservoir Dogs, por la ambientación en un único escenario, los escasos personajes y el carácter teatral de la propuesta.
Sin embargo, Wheatley no es el realizador de Pulp fiction, está claro, y los diálogos no tienen la misma inventiva e ingenio, y quizás por ello la cinta pasa desapercibida y se olvida rápido. Pues ese es su defecto más importante: no destaca realmente en nada.
Correcta, pasable, pero poco más.

Una compra de armas en el mercado negro que acaba como el rosario de la Aurora. Un filme de inspiración claramente tarantiniana, ambientado en los años 70, supongo que por eso de los móviles -importa mucho el tema telefónico- y de la horterez del vestuario, con esos trajes de grandes solapones y colores imposibles. Y sobre todo, fusila todos el planteamiento de la historia y personajes extremos, al igual de los diálogos y las situaciones. Es como ver una versión alternativa de "Reservoir dogs".

Aunque tiene un arranque prometedor, llega un momento que tanta balasera cansa. Y casi desconectas. Y también cansa ver a tanta gente arrastrarse por el suelo, ya que la mayoría están heridos en sus extremidades. Y sí, hay alguna sorpresita, por cierto, previsible.

Un reparto estelar bastante bien aprovechado, de caras muy conocidas, Buena dirección del también guionista. Y sin embargo, el filme se hace largo, como si no supieran resolverlo. Se repiten situaciones entre personajes, en esos enfrentamientos entre parejas, de los cuales sobrevivirán uno o ninguno. Una extraña competición en la que las eliminatorias son a muerte y al final llegarán los que lleguen, para ver quién es el ganador definitivo.

El sendero que abrió en el cine Sam Peckinpah con su “Grupo salvaje” fue un boquete que ya nunca más se cerró y por el que han pasado muchas películas, algunas con acierto y otras con bochorno, pero retransmitir una balacera se ha convertido para muchos directores en un “modus vivendi” en su actividad filmica. La violencia ya hace tiempo que ha adquirido carta de naturalidad y normalidad en nuestras pantallas.
Ben Wheatley es un adicto, si no a las balaceras, sí a la violencia en sus películas, además una violencia cotidiana que rara vez se aleja de lo ya transitado. En “A field in England” intentó hacer algo distinto que no sé si él mismo sabía lo que era, pero que sin embargo consigue unas historias entretenidas, de una impecable factura cinematográfica. De las que yo he viso, “Turistas”, “Down Terrace”, la antes mencionada y esta de la que hago la reseña, esta, precisamente es la que cuenta una historia más manida y sin mucho secreto: Unos traficantes de armas y unos miembros de un grupo armado, se supone que irlandeses, se encuentran en un local abandonado para intercambiar dinero por armas, pero un encuentro previo que dos miembros, uno de cada grupo, habían tenido antes desata un interminable y entretenido intercambio de balas hasta el final y más allá.
Es una película que tiene reminiscencia de muchas otras películas, de directores como Guy Ritchie y Quentin Tarantino entre otros, pero que sin embargo tiene su propia personalidad. Muy bien narrada, muy bien interpretada y muy bien desarrollados los planos del constante intercambio de disparos, no se ha pasado por alto el guión, con un texto ocurrente, lleno de humor, un grupo de personajes muy definidos para ser tantos y con el poco tiempo que da una película para esa labor y un desenlace que las mujeres le habrán agradecido.
No voy a entrar aquí en lo que supone para la sociedad la banalización de la violencia pero para que los niños vieran esta películas, antes debería de haber un coloquio o unas indicaciones de lo mal que se siente uno cuando le disparan, de las pocas ganas que tiene de hacer chistes y es que además te mueres. Digo esto a cuenta de este film y por la sorpresa que me produjo el programa del último domingo de Salvados, en el que Jordi Évole entrevistó a algunos soldados españoles inmersos en la guerra de Siria y a algunas soldadas y la verdad, hacer aparecer a estas personas como héroes no ayuda mucho a erradicar la violencia de nuestra sociedad.
Vease esta película como un puro entretenimiento, sin olvidar que aunque sean personajes de carne y hueso, lo mejor es contemplarlo como si fuera un comic, ya que el tratamiento de los mismos por parte del director no va más allá.
No es descabellado que él sea el que mejor se lo pasa rodando estas películas y eso es bueno, porque si él se divierte, la diversión para él espectador está casi garantizada.
Y en esta además no hay ningún tipo de desarrollo paralelo, va a lo que va, un “grupo salvaje” del siglo XXI, no como en “Down Terrace”, con implicaciones familiares, o en Turistas, con implicaciones románticas, trágicamente violentas. En ésta, coge el dinero y corre. Eso parecía al principio. Lo dicho, puro entretenimiento

Tan disparatada como sádicamente violenta e irónica comedia de acción estadounidense hundida en los mejores disparates del humor negro y con una fuerte impronta ochentosa de Clase B y con un fuerte aroma tarantiniano. Buen elenco para sostener una trama tan simple como efectiva.
El director y guionista Ben Wheatley (High-Rise, 2015) edifica 90 minutos de película sobre la base de un disparo que desata un tiroteo interminable y alocado que no baja ni un instante su intensidad y que se desliza sin mucho argumento como arrastrándose por encima de unos personajes desquiciados.
Con el premio del público Locura de medianoche en el Festival de Toronto y un paso sin galardones por Festival de Mar del Plata, la propuesta de Ben Wheatley es bien sencilla pero entretenida y sabe combinar un estilo tarantiniano, The Raid (2011) y la maravillosa Perros de la calle (1992).
Por momentos el encierro se hace denso aunque siempre busca salir por el lado del irónico humor negro, todo matizado por disparos constantantes de todos contra todos. El final es tan absurdo como el inicio de la balacera y eso le quita un poco de potencia, pero igual se hace un producto llevadero y entretenido.

Calificación Fanaseriecine: 6 ½ sobre 10

Empieza bien, y acaba bien, y es corta aunque en ocasiones se hace larga. Se nota que estamos en los ochenta, y eso que transcurre íntegramente en el interior de una fábrica.
Las interpretaciones bastantes buenas, música también, y la escena previa al lio es bastante creíble, luego ya resulta que como alguien dice "no se sabe de qué lado estamos", consigue despistar al espectador, y aunque al fin todo se aclara, transcurren momentos muy confusos; para todos.

Es un peliculón de principio a fin, hace tiempo pocos se atrevían con este tipo de películas, volver a ellas y hacerlo bien es fantastico, un poco de aire fresco para lo que nos vienen dando por ahí. Muy recomendada..

A quién no le ha pasado alguna vez decir "Poné una peli de tiros", como si "de tiros" fuera un género cinematográfico. Pues si todavía no es un género, esta peli es un buen argumento.
Y es que "Free Fire" es una verdadera y literal película de tiros, aproximadamente 1 disparo cada 3 segundos es el promedio que he llegado a calcular, a grosso modo...
Resulta que algo sale mal en un negocio de venta de armas y empiezan los disparos, el chiste negro estaría en errar los disparos pero acertar en los agudos comentarios entre los personajes.
Por momentos nos recuerda estar viendo alguna cinta del gran Tarantino, aunque de lejitos... muy de lejitos.

La he visto de casualidad en Prime. No la conocía y, en principio, la perspectiva de ver durante 90 minutos a un grupo matándose a tiros no me pareció muy halagüeña. Error. La película (que algún crítico profesional compara -para mal- con el estilo de Tarantino) tiene un ritmo y un montaje estupendos, lo que permite que la historia no se convierta en una mera ensalada de balazos.

El ingrediente fundamental es el sentido del humor disparatado, comenzando por el origen del conflicto, dos de los personajes que se han enfrentado la noche anterior y que convierten la calma tensa en una lucha a muerte.

A partir de ahí, el director y guionista se las arregla para dar toques de humor que hacen soportable semejante carnicería. Por poner un ejemplo, uno que va de guaperas y después de largos minutos de lucha aprovecha el retrovisor de una furgoneta para asegurarse de que no se ha despeinado.
Divertida y recomendable.

Tanta acción y prácticamente toda rodada sin energía ni pulso, ralentizando el tempo y el ritmo en cada secuencia de disparos, estirando la duración hasta lo insoportable. Una dirección absolutamente anticlimática para un argumento que termina siendo un completo sinsentido y, para qué nos vamos a engañar, carente de la menor gracia.