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17 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
8
Todos los hombres nacen inocentes, pero les dura poco
Melville se despidió del blanco y negro con una obra salvaje, desmesurada y negra como el tizón. La historia de un criminal fugado persiguiendo un futuro que sabe que no podrá tener se vuelve a convertir en la eterna reflexión melvilliniana sobre la ética, el honor y la lealtad, aunque en esta ocasión la amoralidad vira hacia unos extremos despiadados poco habituales en la obra de Melville. Choca mucho ver a Lino Ventura convertido en ese frío asesino carente de compasión ante aquellos chacales que están haciéndose con el reino del crimen organizado desterrando a reliquias como él, “acabadas” en ese nuevo mundo que unos jóvenes carentes de toda noción de honor y elevados por su tendencia al gatillo fácil están creando.

“Hasta el último aliento” es una de las obras más largas y complejas de Melville. Durante la primera hora es probable que la mayoría de espectadores anden un poco perdidos, con el desarrollo paralelo de tres tramas (la fuga de Gu, el golpe de Ricci y la investigación de Blot) aparentemente inconexas, pero poco a poco el puzzle se va completando y la trama se convierte en una gloriosa sinfonía, acompañada siempre de la ominosa y brillante fotografía en blanco y negro y la dirección siempre elegantísima de Melville. La escena del robo al furgón es una de las cosas mejores rodadas que he visto en mucho tiempo. La imagen de esos cuatro hombres de negro, con gabardina y sombrero, al borde del acantilado, expresa perfectamente la esencia de un estilo de cine, y de una negrura, de la que han bebido muchos de los mejores autores del cine contemporáneo

Es curioso comprobar cómo aparentemente estamos ante una obra “menor” de Melville. Desde luego, si todas las obras menores fuesen así el mundo, al menos para los cinéfilos, sería un lugar mejor.
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49 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Todo hombre al nacer adquiere un derecho inalienable: elegir su propia muerte.
Si ha existido un actor nacido para “tipo duro” éste es Lino Ventura. Su personaje destila instinto asesino y pundonor a partes iguales. Su mera presencia provoca inquietud en sus adversarios y sosiego entre los suyos. Si a ello unimos un guionista como José Giovanni, acreedor de cuentas pendientes con la gendarmería, el resultado es el cóctel perfecto, una bomba de relojería cuya cuenta atrás se activa en el momento en que el protagonista escapa de la cárcel en la secuencia inicial.

Auténtica perla negra de la filmografía de Melville, narrada con gran sobriedad en el uso de los medios de expresión cinematográfica y con un ritmo que va de menos a más al son de la cronología que va apareciendo en pantalla, su visionado no da tregua al espectador, pues cada diálogo, cada gesto, cada acción contienen información relativa al desarrollo de la trama o a la definición de los personajes.

A diferencia de otros filmes en que el atraco constituye el eje central del argumento, aquí el asalto al furgón es un mero vehículo que conduce a manifestar la verdadera dimensión ética del protagonista contrastándola con su brutalidad asesina, y es por esta cuestión de principios que 'Gu' Minda, machacado física y moralmente, consigue tomar un último aliento que nos deparará lo mejor de la película cuando parecía próxima a su fin. Principios que se asientan en códigos de conducta de una ética criminal que ignora el oxímoron y a los que el mismo 'Gu' aludirá en demoledora sentencia refiriéndose al policía cómplice detenido tras el asalto: "Cantará, no es como nosotros".

Película paradigmática del más genuino cine negro francés, más próxima a “Rififi” que a los cánones del negro hollywoodiense, cuyas afinidades con la magistral obra de Dassin son evidentes en términos de economía narrativa, temática argumental y diseño de personajes, y se ponen de manifiesto en largas secuencias carentes o escasas de diálogos –la fuga inicial o el asalto al furgón-, en el fatalismo existencial del ex presidiario que afronta su último golpe o en la reivindicación de que determinados valores no son patrimonio exclusivo de la gente de bien. Y, cómo no, en esa iconografía de bajos fondos tan característica del llamado cine polar.
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30 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
El largo viaje hacia la muerte de Gu Minda
"Hasta el último aliento", último largometraje en blanco y negro de Melville, es una maravilla. Con su estilo minucioso y parsimonioso, Melville nos cuenta los últimos días y los últimos actos de un delincuente, Gu Minda (Lino Ventura), desde el momento en el que éste escapa de la cárcel. Pese a la notable duración del metraje, la acción y la emoción, siempre de la mano, no decaen nunca, hasta un final consecuente y violento. Las imágenes no aburren en ningún momento, y poseen esa rara mezcla de meticulosidad y violencia que hay en otras grandes obras de este cineasta, como "El silencio de un hombre" (Le samouraï, 1967), o la magistral "Crónica negra" (Un flic, 1972).

Hay una particularidad en "Hasta el último aliento", y es el carácter coral de la trama y del reparto, un reparto muy competente, en el que se da importancia a cada personaje importante, y en el que hay un aroma de verdad en cada uno de ellos. Por ejemplo, Michel Constantin y Marcel Bozzuffi están perfectos en sus papeles, y no sólo por su labor interpretativa, sino por su físico. Lino Ventura compone un papel que en el cine negro de Hollywood de años atrás podían haber hecho un Humphrey Bogart o un James Cagney, sólo que con una mayor sobriedad, e imponiendo una gran presencia física en cada plano en el que aparece. Por otro lado, esta película, a través del personaje de Christine Fabrega, Manouche, desmiente, en buen modo, la idea de que las mujeres no tienen importancia en el cine de Melville.

Sin duda, "Hasta el último aliento" está entre las mejores obras de la corta filmografía de Melville.
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22 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Segundo aliento
Melville siempre-siempre es Melville aunque “Hasta el último aliento” no sea su mejor obra. Aquí lo que importa es ese enfrentamiento, más psicológico, entre Gu, un conocido del mundo del crimen que escapa de la cárcel y su antagonista, el comisario Blot. No faltan elementos como la chica, Manouche, interpretada por Christine Fabrega, como de elementos recurrentes en el género. Esa exploración en los recovecos “humanos” de “bestias” y “criminales” en un intrincado juego de traición y lealtad.

Basada en una novela de José Giovanni, autor también de la que fuera adaptada en una de las cumbres de Jacques Becker, “La evasión”, tuvo problemas con la censura por la secuencia donde se muestran torturas por parte de la policía dignas de la Gestapo.

En “Le Deuxième soufflé” siempre queda ese poso de claroscuros y de ese ‘golpe final’, de ese último y ansiado aliento. De envejecimiento por parte de un gangster que espera su última despedida. “Hasta el último aliento” es todo un filme noir crepuscular que va más allá en lo que refiere a una película de atracos. Una lección de cine de Melville en las secuencias de acción y absoluta planificación en el montaje, que consigue que el espectáculo no decaiga pese a sus más de horas de metraje.

El remake que se hizo en el 2007 con Auteuil, la Bellucci y Eric Cantona, por un Alain Corneau en horas bajas, tan sólo hace que aumente en crédito del material original.
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20 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
I Wanna Be Lino Ventura.
Muy buena película.
Para mi gusto no llega al nivel de El Círculo Rojo, El Silencio De Un Hombre o El Confidente pero sin duda raya a gran altura. Quizás el minutaje sea un tanto excesivo, pero estamos hablando de Melville, un tipo que rodaría la aguja pequeña del reloj dando los segundos y dotaría a la escena de tensión y estilo. Aquí vuelve a exhibir su inigualable pulso a los mandos y su buen hacer a la hora de desplegar una trama, y todas las constantes del cine de Melville se vuelven a dar; la parquedad, esa capa fina de tensión constante, el drama de los perdedores, el realismo crudo. Y Lino Ventura está enorme.
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17 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Cine negro europeo
Un puzzle, un rompecabezas, un caleidoscopio, un espejo, un juego de equívocos, un collage que se va completando a medida que se consume el metraje, que, a diferencia de otras cintas, se hace corto. Bien podría construirse una serie alrededor de esta trama, dadas sus derivaciones, aspectos secundarios y vericuetos. Tiene algo seminal, de comienzo, de principio, de empezar un proyecto que va más allá de una mera película. Algo gigantesco. La presentación de los personajes es, sencillamente, magistral. El cabecilla el primero, luego los asesinos, más tarde la chica. Todo ello antes de poner la trama en pie. Todavía, en ese momento, no sabes, ni qué ha ocurrido, ni por qué, ni quién es quién, ni cuáles son sus pretensiones o motivaciones. Obviamente sabes que están todos metidos en el mundo del hampa, y que el fugado de prisión parece ser el cabecilla de la trama.
La policía tampoco parece tener escrúpulos, ni estómago.
La música de Jazz rodea todo el ambiente, tanto en el club como en los momentos no dialogados. Buena música además.
Un blanco y negro con sombras y luces proyectadas a diestro y siniestro.
El reparto es extraordinario. Nunca vi a Lino Ventura en un papel tan sólido. Le acompaña Paul Meurisse en el rol del policía, junto con Christine Fabréga, una mujer muy 'francesa', guapa y fina, aunque con una carrera muy corta, no sé muy bien por qué. Les acompaña Raymond Pellegrin, Marcel Bozzuffi, Paul Frankeur, Denis Manuel, Jean Négroni, Jacques Léonard, Régis Outin, Jean-Claude Bercq, y Michel Constantin.
Me ha parecido una obra superior, concentrada, cerrada, pétrea. Me ha encantado.
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10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Un polar en estado puro
A pesar de su larga duración, no se me ha hecho pesada en ningún momento, no en vano el señor Melville es todo un maestro en urdir complicadas tramas criminales, encima en esta ocasión, tiene de guionista a José Giovanni, otro grande del genero. Como es costumbre en el cine de Melville, sus personajes son fríos profesionales que hablan a través de sus acciones no de sus palabras, tanto los policías como los delincuentes tienen sus códigos de honor. La meticulosidad de las set pieces, desde el atraco al furgón blindado, a las persecuciones y refriegas varias que hay en el film, Paul Meurisse como un inquisitivo comisario que se las sabe todas al siempre excelente Lino Ventura como un duro y experimentado delincuente y algunos secundarios de lujo, como Jean Négroni o Cristine Fabréga, todo un clásico del polar.
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10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Nadie es indispensable
Pareciera que Jeannot anunciase algo con esa inocente respuesta cuando rechaza colaborar en el jugoso golpe que prepara Ricci.

No, ningún hombre es indispensable en la vida de otro. Pues "al nacer, al hombre se le concede un solo derecho: la facultad de elegir su muerte...pero si esta elección está regida por el hastío de su vida entonces su existencia no habrá sido más que una pura burla". Amarga confesión, negrísima sobre la fatalidad del destino, como siempre acostumbró Jean-Pierre Melville, haciendo de sus obras el escaparate donde observar el oscuro sendero cruzado por los hombres que por sus elecciones quedan condenados. Este sendero seguirá oscuro hasta el final, no obstante el blanco y negro acabará aquí y jamás regresará.
El parisino también finiquita una etapa de su carrera, la de su colaboración con Jean-Paul Belmondo tras una violenta desavenencia durante el rodaje de la poco considerada "El Guardaespaldas". Entonces desea adaptar una novela de Joseph Damiani, no sólo respetado autor, guionista y escritor muy ligado al género negro, sino además conocido criminal de guerra y colaborador nazi que pasaría la mayor parte de su turbulenta vida en prisión; algo habitual para el director, la producción tuvo problemas y se retrasó hasta el punto de abandonarla, dejar su puesto a otro y más tarde volver a ella por petición del propio Damiani.

Sin duda su visión del universo criminal, dura y áspera, encajaba a la perfección con el estilo y la narrativa de Melville, quien empieza los acontecimientos en plena noche, con una fuga de prisión; intensa apertura donde las haya y finalizada entre bosques y trenes donde conocemos al protagonista, Gustave Minda (como todos los demás, el suyo también será un personaje inspirado en uno real de carácter histórico y conectado al mundo del hampa). Su vuelta a las andadas del crimen en un Paris teñido de soledad se verá marcada por una venganza y una cacería estableciendo las dos tramas que se desarrollarán en paralelo para luego converger.
La primera concerniente al enfrentamiento entre él y el gángster Jo Ricci, donde toman partido otros dos también unidos por el pasado, la amante del primero (Simone) y el comisario Blot, convirtiéndose éste en el personaje más interesante al estar tan magníficamente dibujado por Melville y encarnado con una sutileza arrolladora por Paul Meurisse, llevándose de paso las mejores frases pronunciadas en la película, y es que los detectives y policías de aquél siempre se ven dotados de una inteligencia y una cínica mordacidad que les hace únicos (atención a esa larga secuencia en el club donde expone los hechos a los testigos sin ningún corte de planos).

La segunda se centra en un lucrativo atraco organizado por el hermano de Ricci, Paul, y que será rechazado por un profesional llamado Orloff para luego recomendar a Minda. Como vemos, nunca Melville deja cabos sueltos ni a los personajes libres; todos ellos están atados por el devenir de un destino que indudable e inopinadamente se ha puesto en su contra (como el tren que tanto le cuesta alcanzar al protagonista). Así, con ambos Ricci las dos películas son una y las existencias de cada uno de los miembros de este círculo criminal se entrelaza de la manera más natural imaginable.
Cine negro de la vieja escuela con la mirada puesta en los febriles y viscerales "thrillers" americanos que tanto ama el director, e inspirado directamente por tal vez "Atraco al Furgón Blindado" y "Cruel Gun Story" en lo que al robo y su ejecución se refiere. Aunque sus resortes no son las pasiones fatales, ni hay lucha entre buenos y malos; la naturalidad y la apática parquedad definen esta obra y a sus personajes, que hacen de sus deberes y códigos de honor rituales de puro estoicismo, casi hieráticos. El policía tiene su destino, como el gángster o la chica del gángster; para entender esta frialdad y resignación obsérvese el caso de los guardias.

Parece algo trivial pero invita a la más profunda reflexión: dos motoristas custodian el furgón con millones en lingotes que será robado, padres de familia como luego averiguaremos, trabajadores inocentes que deben morir. ¿Por qué? Como bien afirma Fardiano ya estaban condenados, porque ese día les tocó morir y punto, y esto es comentado entre Ricci y Minda con una falta de moralidad y conciencia que hiela los intestinos. Así que Melville prefiere apostar por el inteligente distanciamiento con estos criminales, también precipitados a la amargura debido a cómo los veteranos son despreciados y reemplazados por jóvenes más impulsivos y arrogantes.
Esta desencanto viene reforzado por el ferruginoso blanco y negro de la fotografía de Marcel Combes y el silencio perpetuo en el que se mantiene el film (la música de Bernard Gerard no forma parte oficialmente de él). Lino Ventura, a quien un servidor ve como el Spencer Tracy italiano, vuelve a introducirse en el género con esa implacable sobriedad que le caracteriza, dotando a su Minda de una gran melancolía y dureza, y está bien acompañado por los igualmente geniales Raymond Pellegrin, Michel Constantin, Paul Frankeur y la distinguida Christine Fabréga que en contra de como sucedería en un "noir" estadounidense, queda relegada a un segundo plano.

Pierre Zimmer, soberbio en su encarnación de Orloff, se alza de todos modos como el segundo personaje más interesante (al menos en mi opinión) después del comisario Blot. Por su parte Ventura ya jamás volvería a hablar a Melville por una jugarreta suya durante el rodaje de la secuencia del salto al tren, aunque colaborase de nuevo con él...
Cuatro décadas después Alain Corneau se sacó un "remake" de la manga que nada tiene que ver con esta "crook story" de primer orden con el sabor aciago, agónico y rabioso que tan bien sabe imprimir el parisino, y su tan extenso metraje lo compensa el trepidante ritmo que consiguen Michèle Boëhm y Monique Bonnot. Para un verdadero fan del "noir" ha de ser una joya.
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9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Excelente trama de cine negro!
Poco más de dos horas que se pasan inadvertidamente!. Con un guión muy bien armado que no deja ningún detalle suelto ni al azar; historia creíble de principio a fin; una soberbia actuación de Lino Ventura otorga fuerza y solidez narrativa; una Christine Fabréga con apariciones esporádicas pone el indispensable toque femenino en la trama; lo imposible que resulta predecir un desenlace de esta historia, da la cuota de suspenso indispensable para esta clase de género dramático y policial. Una vez más el cine francés se destaca en este rubro. Recomendable.
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8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
El Último Hombre.
144/34(25/04/11) El Gran Jean-Pierre Melville da aquí una muestra más de sus dotes para hacer un muy buen thriller crepuscular, un gran film noir. Una obra donde se hayan todos sus tics, todo su universo, nos habla de la profesionalidad, del honor, la amistad, la lealtad, sobre los principios morales, sobre la traición y por supuesto sobre la venganza, ese deber intrínseco, un instinto básico que todos tenemos y que muchas veces es nuestra perdición. Gira en torno a un criminal, Gu (Maravilloso Lino Ventura), acaba de fugarse de una prisión gala, pero para huír del país decide unirse a una banda para dar un último golpe que le de recursos con los que abandonar Francia con su amada, Manouche (correcta Christine fabrega), mientras el comisario Blot (excelente Paul Meurisse) le pisa los talones. Entre medias tendrá que lidiar unos problemas con otra banda con la que tiene rencillas antiguas. A la cinta le cuesta arrancar, la trama se hace algo lenta y difusa, con subtramas que atrancan el ritmo, de hecho uno sus defectos es su largo metraje, pero una vez que las historias convergen en una el ritmo se despega y te atrapa en sus enrevesadas redes, con escenas de gran poderío, rodadas con la maestría del realizador, colosal el robo al furgón, de una intensidad gloriosa, la pasión con la que se nos traslada a imágenes es desbordante, es de una inteligencia y elegancia pasmosa, puro cine, del que hoy beben todos los del género, el Michel Mann de ‘Heat’ se nota se ha empapado de Melville, hay un desarrollo de personajes muy bueno, una evolución de la historia maravillosa impecable, con un increscendo drama que aún oliéndotelo te sujeta al asiento, estas ante hombres con unos principios morales innegociables, que hace empaticemos con ellos. Hay un pequeño bajón en la trama que después de lo muy cuidada que está me deja mal sabor de boca (spoiler). Film recomendable a los que gusten de muy buen cine negro de un maestro en la materia. Fuerza y honor!!!
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9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
El honor de los ladrones
Peliculón de Jean-Pierre Melville, con un Lino Ventura en estado de gracia y con esa representación del mundo criminal basado en códigos de honor casi samurayescos. Pese a un metraje largo (más de dos horas) en ningún momento se hace pesada ni decae, y las diferentes tramas se van imbricando perfectamente al final. Estéticamente se mueve entre el cine negro más clásico y algunas de las nuevas tendencias estilísticas francesas, sin decantarse del todo. En el debe, puede haber unos giros argumentales un poco abruptos en ocasiones, pero en general es una gran peli.
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7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
MASTERCLASS, DEL CINEASTA FRANCES, INOLVIDABLE NOIR!
Fascinante e inmersivo film noir, donde un peligroso y experimentado criminal de nombre "Gustave Manda", luego de escapar de prision, Se reunirá en una tapadera secreta, con sus viejos socios, y comenzará a planificar, un importante y arriesgado golpe, en medio de la ruta, dónde transportarán un cargamento de metales preciosos de un valor millonario.
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Para seguidores de Melville y del cine negro
Jean-Pierre Melville comenzó su carrera con un sobrio El silencio del mar (1949), adaptación de una novela de Vercors, que relata la estancia de un oficial nazi en una granja durante la Ocupación. Fiel un estilo austero y negro, rueda El silencio de un hombre (Le samuräi, 1967), con Alain Delon como sicario impenetrable. El ejército de las sombras (1969) se mete dentro de la Resistencia para ver la dinámica, los miembros, los apoyos, los “trucos”… no es una película de acción. En el ejército… las relaciones entre Melville y los actores fueron extremadamente conflictivas. Protagonizada por Lino Ventura, llegaron a comunicar por persona interpuesta y no directamente. Hasta el último aliento fue rodada 3 años antes con Lino Ventura también como protagonista.

En cuanto al guion, se basa en la novela de José Giovanni. Giovanni fue un exreo acusado de pertenencia a banda mafiosa y complicidad en asesinato, que intentó fugarse. El relato llamó la atención del cineasta Jean Becker que propuso adaptarlo al cine. La vida misma de José Giovanni, autor de 33 guiones, es una historia llena de sobresaltos. Otro de sus guiones fue Dos hombres en la ciudad (1973), protagonizada por Alain y constituye un brutal alegato contra la pena de muerte. Mucho menos lograda La última esperanza (Comme un boomerang, 1976), igualmente protagonizada por Delon.

En fin, todo este circunloquio para mostrar los encuentros entre cineastas, actores y guionistas. En esta película, de género negro no hay apenas sangre (salvo un par de disparos). Diálogos ingeniosos entre personajes que se buscan la vida. Cuando aparece el inspector Blot (Paul Meurisse) la escena crece, con su fina ironía que usa para abrirse camino entre truhanes. “El coraje no evita el peligro”, advierte Blot al dueño de un cabaret de alto standing y lugar de reunión de malhechores. En otro registro, Gu (Lino Ventura), algo atormentado, galán si es necesario, contundente si la acción lo requiere.

Lealtades, traiciones, búsqueda de alianzas, huidas. Retrata la vida de gánsteres, que no son necesariamente violentos (salvo necesidad, claro y lejos en todo caso del efectismo de las bandas de Scorsese, por ejemplo), pero que no saben vivir de otra manera.

La primera hora es un tanto lenta y uno se pierde entre las diferentes tramas que se ponen en marcha: la huida de Gu, el golpe que está tramando Ricci, el que monta Paul y la investigación llevada a cabo por el comisario Blot. Poco a poco los hilos se van entrelazando hasta un final explosivo.

Quizás no es la mejor obra de Melville, pero muy apto para amantes del género negro, de Melville, de Ventura.
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8 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Pestañeando
A Melville siempre le faltó garra a la hora de acometer sus trabajos más serios. Da la sensación, que igual que le pasa a sus personajes, dejaba la suerte en brazos del destino. Suelen ser trabajos eficientes y ágiles, de personajes bien perfilados (como mejor baza), donde rara vez encontramos un momento que desentone, pero desprovisto del nervio necesario para implicar al espectador. Son, podemos decir, películas carentes de alma. La atmósfera -exceptuando sus primeras películas- rara vez está cuidada y quizás por ello, el plano extrañamente se separa del protagonista.

Es “Le Deuxième soufflé” un trabajo de altura, de excelente montaje y gran sentido del ritmo. Un filme policial donde el personaje siempre es más importante que la trama. Pero a Melville le faltaba lírica, porque los personajes crepusculares, de destinos ya escritos y doble moral, le salían pestañeando.
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11 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
A Lino Ventura no le protesto nada
La película de Jean-Pierre Melville es irremediablemente lenta. Supongo que era su estilo y que cuando uno se siente cómodo aferrándose a una manera de hacer cine no hay razón para dejar de hacer las cosas tal cual cree que es mejor. Puesto que no conozco su filmografía entera es injusto generalizar, pero al menos me vienen a la mente dos películas suyas semejantes a su "Hasta el último aliento", así que al menos entre dientes opinaré que a Melville le falta ritmo.

Indudablemente se trata de una película que está bien hecha y que cuenta con el atractivo de unos secundarios que enriquecen el largometraje. Yo a Lino Ventura no le protestaría nunca nada y aquí lo vuelve a bordar, pero sospecho que su figura sale reforzada gracias a quienes le rodean, cuando no se trata de la amante es el guardaespaldas de ella, el comisario y toda la fauna gangsteril que nos da tiempo a conocer desde que se escapa de la cárcel. Inevitablemente es una película de mafiosos, aunque sean franceses, son criminales duros que nunca sonríen y que cuando desatan su técnica son igual de competentes que cualquier otro del mismo gremio.

Así que personalmente encuentro que la película se hace lenta, quizás porque abarca demasiados frentes y la intensidad cuando aparece de repente se queda corta. Me temo que soy demasiado benevolente, y es que a mí Lino Ventura me parece un ser superior. Suerte tuvo Melville de contar con él, con su personaje, de otra manera me duermo fijo.
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6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Crónica sobresaliente de la última derrota
Una película maravillosa, la primera obra maestra de un autor irrepetible. Melville y José Giovanni adaptan la novela del segundo y ofrecen un thriller impoluto, de absoluta precisión, melancólico y rotundo. Elegante en una puesta en escena soberbia, con una interpretación sobresaliente, Melville construye un relato sobre la amistad, la soledad viril y la última derrota encarnado en un Lino Ventura inolvidable. La música de Bernard Gérard redondean el gran acabado de un clásico del cine europeo, todavía hoy no suficientemente ponderado en la propia filmografía del autor. Narrada en orden cronológico, los diálogos son escasos y perfectos. Una apasionante película de tono desesperado a la par que de serenísima reflexividad para distinguir, aún dentro del ámbito mafioso, el honor y la traición, la dignidad moral y la basura.
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Sobre la extenuación
Siempre he considerado a Melville el cineasta de la extenuación,
del cansancio,
del límite.

Como Lino Ventura en "El ejercito de las sombras",
la más redonda,
la mejor:

¿De dónde sacar las fuerzas para luchar cuando no queda ninguna para seguir haciéndolo?

Pienso en ese árbol detrás del quedan escondidos los cadáveres al comienzo de la película,
es un agujero negro que absorbe todo lo que pasar cerca.

Y Antonioni y sus columnas en "L'eclisse" envejecen cien años más.
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2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
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