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Heat Wave (1991)

Heat Wave
106 min.
6.5
23
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Trailer (JAPONÉS)
Sinopsis
Una mujer criada por la familia propietaria de un restaurante sigue los pasos de su difunto padre y se convierte en jugadora. Después de años sin ver a su familia adoptiva, se topa casualmente con su joven hermanastro, que está metido en problemas. Había heredado el negocio familiar tras la muerte de sus padres, pero forzado a entrar en el mundo del juego por una banda yakuza, lo perdió. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Yakuza & Triada Juego
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Japón Japón
Título original:
Kagerô
Duración
106 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Premios
1992: Japan Academy Awards: 7 nominaciones
8
La deuda de O-Rin
Cuentos de destierro, traición, amor y muerte. Nuestra protagonista, O-Rin, deambula a lo largo de una tierra machacada por la crisis y la violencia hasta reencontrarse con un pasado terrible.
Reencuentro fatal. Su deuda se cobrará muchas vidas.

Nos los va a narrar uno de los poetas más descarnados y brutales que ha brindado el cine japonés; por desgracia, en este momento de su vida, el futuro no se le presenta muy brillante...se podría decir que Hideo Gosha carece de futuro. La razón es un cáncer de esófago que ha estado creciendo en su cuerpo desde mediados de los '80; esto unido a sus problemas profesionales y familiares le deja pocas salidas. Su productor Kazuyoshi Okuyama descubre su enfermedad y para limar asperezas le ofrece, en el mismo hospital, la oportunidad de dirigir una gran película. Tal vez la última.
Confiesa que su deseo fue siempre participar en la célebre saga de Toei "Hibotan Bakuto", pero Okuyama no concibe "una vulgar película de yakuzas" para Shochiku, así que Koji Takada arregla un guión donde disfraza esta idea de drama de época; el de Tokyo tendrá su proyecto, carísimo, y además estará repleto de grandes actores. El título, "Kagero", se anuncia sobre un precioso atardecer, que ya pone de manifiesto las intenciones artísticas del film, y el cuerpo desnudo de la cantante y estrella televisiva Kanako Higuchi; seguiremos el recorrido de la sufrida existencia de su personaje a lo largo de un Japón que se está adaptando a la transición de la era Taisho a la era Showa entre crisis y alzamientos ultranacionalistas.

Rin Jojima, trasunto de la Ryu encarnada por Sumiko Fuji en "Hibotan", es una de esas poderosas mujeres que llevan ocupando el cine de Gosha desde la década anterior, y el imponente tatuaje de su espalda ejemplifica su posición bien defendida en el submundo que habita: el de las mesas de juego, los gángsters, los asesinos, los estafadores. Tras el violento encuentro con su hermanastro Ichitaro, Takada efectúa una inteligente maniobra, antes de que sea más tarde, y nos proyecta a la infancia de la protagonista, evocando a "Kai", escrita también por él.
Marcada de nacimiento por la sangre y la soledad, "Kagero" es la parábola existencial de esta desheredada de las calles que logra un hogar y se marcha como si todo hubiese sido parte de un sueño efímero, para mucho más tarde regresar y verlo convertido en una pesadilla por los jefes yakuzas; la deuda es su pesar, no tanto una venganza como sucedía con Yuki en "Lady Snowblood". Alrededor de ella, al estilo usual de Takada, aparecen otros tantos personajes, lo que puede producir recelo en el espectador, amenazado de nuevo por el mayor inconveniente de los melodramas de época de Gosha: la cantidad de secundarios, sobre todo masculinos, que se van acumulando, y con sus propias subtramas.

No obstante, pese a la que abre el amor fatal entre Ichitaro y la joven Koyo, trabajadora del antiguo restaurante familiar ahora bajo el mando del despiadado Otaki, la película seguirá muy de cerca los pasos de Rin sin desviarse demasiado de su objetivo, que es ni más ni menos que recuperar dicha propiedad. En homenaje a "Hibotan" las peleas y asesinatos, aunque salvajes, quedan en un segundo plano y así la historia deja que ella venza a sus enemigos por medio de su astucia en el juego y las apuestas (estas partidas están filmadas con una sensación de incómoda proximidad, y Rin siempre rodeada, siendo imposible su escapatoria, lo que acrecienta el calor del entorno, perpetuo, angustiante, pegajoso).
De esta forma los secundarios (no dejan de asomar caras nuevas pasada la hora de metraje) carecen de gran profundidad, y sus asuntos, rencillas, negocios sucios y demás sólo son importantes si repercuten en los planes y en los sentimientos de Rin, siempre en el centro de la tormenta (hay por ahí un rencor de Otaki a otro jefe yakuza por el control del carbón del territorio, que pasa de soslayo...). Destaca más que otra cosa la extraña relación que nace entre ella y el genio del juego Tsunejiro, quien se revela casi al comenzar la película (un fallo que debiera ser corregido de inmediato) como el hombre que asesinó a su padre frente a ella tiempo atrás.

Relación de odio, rencor, respeto y temor, muy tocada por el halo de lo romántico. Tatsuya Nakadai vuelve a los brazos de Gosha en un papel realmente misterioso e inquietante (atentos a su timbre ronco y su ritmo pausado; ningún actor nipón utilizó tan bien la voz como él) cuya función nunca sabe uno cuál es en realidad; éste demuestra una química blindada con Higuchi en pantalla (más que nadie del reparto), sin dejar de ser ese arquetipo que siempre interpretó: el solitario nihilista y enigmático con un gran pesar en la conciencia. Esta relación se perfila en la distancia, como otro sueño anhelado imposible de cumplir, tal vez para no terminar igual que Ichitaro y Koyo.
La razón que conduce a "Kagero" a un obligado desenlace de sangre y venganza es lo más predecible que pudieron imaginar Takada y Gosha (al fin y al cabo un yakuza sólo sabe saldar la humillación de la derrota con el castigo...), y aún así funciona por su simpleza, por no buscar más subterfugios ni complejas tramas (que de eso ya hubo bastante en "Hunter in the Dark" o "Death Shadows"). Clímax en esa pura tradición "peckinpahniana" que tanto le gustaba al cineasta, donde el gran espectáculo, aderezado de brillantes secuencias de acción a cámara lenta, se une a estallidos de violencia desmedida y seres descendiendo a los abismos de sus instintos más salvajes.

Pero siempre conservando el lado romántico, o al menos su esencia más hermosamente fatalista. El director logró aquí por fin un gran éxito de taquilla, rompiendo su racha de mala suerte.
Por desgracia esta nueva buena racha iba a acabar pronto debido a su enfermedad. La última obra, aunque oficialmente esa es "Kagero", estaba en camino...
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