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El marido (1958)

El marido
82 min.
5.8
65
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Sinopsis
Tras contraer matrimonio con Elena, de la que estaba muy enamorado, Alberto tiene que hacer de tripas corazón y acoger en la nueva casa familiar a su suegra y su cuñada. Alberto regenta con un amigo suyo una sociedad constructora, que le da más quebraderos de cabeza que beneficios. Pero lo que peor lleva es su nueva condición de casado. (FILMAFFINITY)
Género
Comedia Familia Trabajo/empleo
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Italia Italia
Título original:
Il marito
Duración
82 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Italia-España;
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7
La sal de la vida
Lo primero que hay que decir es que el cartel de la película "Il Marito" no tiene nada que ver porque no hay una secuencia en la que veas que hay playa y la mujer esté en bikini. No va de eso, aunque a lo mejor es un cebo, que no se sabe. Se trata de una producción hispano italiana en la que figura como ayudante de dirección: José Isbert. Tampoco se puede afirmar que fuera el famoso actor.

Lo que sí puede afirmarse es que en el argumento participó el mismo Alberto Sordi y por tanto la película está hecha a su medida. Aprovecha las penurias, siempre imaginables, que debe pasar una pareja de recién casados para adentrarse en el humor. Aunque la situación de la post guerra aún coleaba y la escasez imperaba, este matrimonio no llega al drama de la pobreza, aunque le ronda. El señor ingeniero (Alberto Sordi) intentará salir a flote en sus negocios con las artimañas propias del constructor sin escrúpulos, siempre guardando un gran cariño por su mujer.

Escenarios de los aledaños de Roma que por entonces estaba por construir. Se hacían bloques de pisos sin las aceras por lo que había que desplazarse por auténticos barrizales. La suegra, los cuñados, las amigas de la mujer... etc, marcan el humor que sigue siendo valedero, un humor no tan fresco pero sí divertido porque los personajes están de lo más acertados. Es un film prototipo de otros como el que al año siguiente protagonizara el mismo Alberto Sordi: El viudo (1959), que cuenta con figuras indispensables como la del socio, que suele ser el antiguo compañero de fatigas en la milicia, en este caso en la guerra contra Albania. Figura que tiene parte muy buena en los diálogos, siempre dignos de ser tenidos en cuenta.
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6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Te casaste, te cagaste
Tantos nombres en el apartado de la dirección y del guión y total, tampoco es para tanto esta comedia. Es una coproducción hispano-italiana de los cincuenta y se le notan una barbaridad los años. También es verdad que se puede salvar porque contiene una crítica bastante mordaz hacia el matrimonio tradicional y rancio de aquella época y que despierta la sonrisa en ocasiones, aunque por otro lado chirría y resulta muy pasada de moda.
Alberto (un calavera Alberto Sordi) acaba de casarse con Elena (guapísima Aurora Bautista), y ahora ambos descubren lo que es convivir como marido y mujer. Pronto se dan de bruces con la realidad y comienza un duelo de fuerzas y voluntades bien diferenciado según el sexo de quien lo capea, pues los roles de género son estrictos. Alberto es un bala inquieta que lo que menos pretende es pasarse las horas muertas escuchando los conciertos de cuerda de su mujer (ella es violonchelista) y las amigas de ésta, y cada vez que quiere conseguir algo se pone zalamero, mientras por detrás está deseando escaparse al partido del AS Roma contra el Lazio, o tiene que cerrar algún trato o camelarse a un comendador esquivo para conseguir que no quiebre su empresa constructora, una sociedad que mantiene con un amigo. Se ha endeudado hasta las cejas e ignora cómo podrá pagar la casa que está estrenando, pero eso no es todo. Su suegra y su cuñada amenazan con venirse a vivir con ellos y robarle la terracita de la planta alta en la que él ya estaba planeando ratos de sol y descanso, donde ellas piensan construir habitaciones. Por si eso no fuera bastante, la terraza ya tiene a más posibles inquilinos haciendo cola, pues la hermana de Alberto es otra gorrona que le pide dinero para esto o aquello, le endosa al inútil de su marido borrachín o le cuela a un tío senil.
Alberto se atontó por Elena y, como todos los tontos enamorados, se obcecó con los encantos de su bella novia y no leyó la letra pequeña del matrimonio.
Para Elena tampoco es un lecho de rosas, pero ella, como abnegada y obediente esposa, pero también lista, empleará sus armas femeninas para conducir al marido por donde le interesa. Por supuesto, se trata de una película antigua ya y la lucha de sexos no se produce en igualdad de condiciones. Ella siempre tendrá que ceder más terreno que él, porque así se entendía el matrimonio, y por desgracia se sigue entendiendo de ese modo, y aún mucho peor, en demasiados sitios. La esposa saldrá perdiendo más que el esposo y, mientras él puede protestar y despotricar cuanto le place, ella debe tragarse su orgullo.
Lo bueno es que, al ser una comedia ligera, nunca llegará la sangre al río, y por encima de tanto trasiego de madres, hermanas, suegras, cuñadas, cuñados y otros parientes, los negocios fallidos, las diferencias conyugales y las discusiones, Alberto y Elena son una divertida pareja de las que se quieren, probablemente, para toda la vida.
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4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
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