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Drácula, de Bram Stoker (1992)

Drácula, de Bram Stoker
130 min.
7.6
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Sinopsis
En el año 1890, el joven abogado Jonathan Harker viaja a un castillo perdido de Transilvania, donde conoce al conde Drácula, que en 1462 perdió a su amor, Elisabeta. El conde, fascinado por una fotografía de Mina Murray, la novia de Harker, que le recuerda a su Elisabeta, viaja hasta Londres "cruzando océanos de tiempo" para conocerla. Ya en Inglaterra, intenta conquistar y seducir a Lucy, la mejor amiga de Mina. (FILMAFFINITY)
Género
Terror Romance Fantástico Siglo XIX Vampiros Película de culto
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Bram Stoker's Dracula
Duración
130 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Grupos
Drácula Adaptaciones de Bram Stoker
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Premios
1992: 3 Oscars: Mejor vestuario, maquillaje, efectos de sonido. 4 nominaciones
1993: 4 nominaciones BAFTA: Mejor maquillaje, vestuario, diseño de prod. y ef. visuales
1992: Asociación de Críticos de Chicago: Mejor fotografía
"Emocionante. (...) Es una historia de amor y de terror, dos sensaciones que suelen ir unidas en los espíritus torturados"
[Diario El Mundo]
"Conseguida revitalización del mítico drácula. Magnífica ambientación neogótica. No se la pierda"
[Diario El País]
15
11
Positiva
2
Neutra
2
Negativa
9
FIEL A LA LETRA, INFIEL AL ESPÍRITU
Sin lugar a dudas es la más fiel transcripción de los hechos narrados en la famosa novela de Bram Stoker, de la que respeta incluso la estructura narrativa, compuesta a base de hacer evolucionar la historia a través de la lectura de los diarios de diversos personajes.

Sin embargo, la incorporación del prólogo, plásticamente impecable pero inexistente en la novela, en el que se narra el origen del vampiro, para dar una motivación a todos sus actos posteriores, esto es, el desmesurado amor que el Príncipe Vlad el Empalador, siente por su adorada e infortunada Elisabetta, revivido al contemplar el parecido de ésta con la joven Mina Harker, 400 años después de la muerte de la primera, convierte al Príncipe de las Tinieblas, imaginado por Stoker, en el protagonista de un melodrama romántico-fantástico, que es absolutamente infiel al espíritu con el que fue creado.

En el film de Coppola, aún fiel a los hechos descritos en la novela, Drácula ya no será la encarnación del mal, el vehículo para descubrir la miseria moral y la hipocresía de quienes le combaten, que tan bien quedó reflejada en la magistral versión de Terence Fisher de 1958, que interpretara el sobrecogedor Christopher Lee, sino un héroe romántico en lucha por preservar su amor contra el tiempo y contra aquellos que han jurado destruirle.

Ni siquiera se puede afirmar que el planteamiento sea original, ya que este giro argumental, un Drácula romántico y seductor, ya fue explorado por John Badham en su meritoria versión del mito realizada en 1979.

A pesar de esa infidelidad al espíritu de la novela, el film de Coppola es un excelente film de vampiros, claramente concebido como gran espectáculo visual, un ejercicio operístico donde prima el impacto visual y el exceso, se diría que intenta ser un compendio de todas las aportaciones iconográficas del subgénero vampírico, debidamente aumentadas o enfatizadas.

Ese compendio de fascinantes hallazgos visuales, unidos a la cautivadora historia del enamorado que "cruzó océanos de tiempo" para encontrar de nuevo a su amada, hacen perdonar la traición al espíritu de la novela original, en un film que sin duda debiera haberse titulado "Drácula... de Francis Ford Coppola"
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282 de 344 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Drácula, pero no de Bram Stoker
Normalmente intento juzgar las películas basadas en libros de forma independiente al texto, porque una cosa es una obra literaria y sus cánones y otra muy distinta el lenguaje expresivo del cine. Pero en este caso, al ver un título tan descarado como "Drácula de Bram Stoker" no he podido evitarlo. Ya que se nos está vendiendo la película con el mismo nombre del autor del libro, es imposible disociar ambas: de este modo nos encontramos con dos obras esencialmente distintas que comparten nombre y línea argumental pero poco más. La novela de Stoker presenta una clásica lucha del Bien contra el Mal, pero también de la pureza contra la corrupción, la belleza contra la monstruosidad y el amor contra la muerte. El dantesco viaje a través de Rumania, el acecho del vampiro a Lucy Westenra, la sensación de que el tiempo se acaba y esa sombra omnipresente que planea sobre todos los relatos de los personajes resumían las sensaciones y la esencia de una novela que ha atravesado los años sin perder un ápice de su poder aterrador.
Sin embargo, el filme de Coppola ha envejecido y además, ha envejecido mal. Obviando lo caducos que se han quedado los efectos especiales y la estética (que por entonces era impactante e influyó a muchas películas posteriores), convertir al malvado señor de los Cárpatos en un romántico petimetre en busca de su novia reencarnada fue una idea pésima. Sin duda, la productora o el mismo Coppola decidieron que darle un giro amoroso al asunto vendería más que respetar el texto de Stoker: al igual que convertir a Lucy y a Mina en unos zorrones, ningunear a Jonathan Harker y convertir a Van Helsing en un científico loco, en lugar del profesor bondadoso y ligeramente -sólo ligeramente- excéntrico. También es justo señalar que esta película es la adaptación más fiel de la novela en cuanto a trama, aunque difiera en intenciones y es cierto que los personajes tienen una mayor profundidad que en la novela (si bien esta profundidad se basa en una sexualidad para nada reprimida - algo muy extraño en una sociedad victoriana).
Lástima de elenco descompensado pues, mientras que Gary Oldman hace una interpretación aceptable a ratos, Hopkins se pasa de histriónico y Keanu Reeves demuestra una vez más porqué se ganó a pulso el apodo "Stoneface". Por cierto que él mismo ha reconocido a posteriori que la de Jonathan Harker fue la peor interpretación de su vida...
Personalmente creo que nunca hubiera debido usarse el nombre de Bram Stoker para promocionar el filme. No vamos a encontrar, en definitiva, nada en común más allá de los hechos desnudos y las sensaciones que provoca la novela son bien distintas que las de la película.
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