La despedida (2019)

Podría verse como una revisión de 'El fuego fatuo' adaptada a los tiempos de hoy. Pero todo está pensado para crear polémica y división, buena parte del espectáculo pasa por hacer leña del árbol caído, por remarcar lo evidente, justo igual que en esos interesantísimos concursos de telerrealidad que tanto han aportado a la transparencia a las relaciones humanas. Pero con alevosía, sin tratar de disimular lo más mínimo. Aquí cualquier estupidez, obviedad o salida de tono tiene cabida, siempre y cuando vaya a ofrecer carnaza para el llanto, cuando en una situación de esas características hasta el más adolescente, orgulloso o carente de tacto se guardaría el hacha de guerra para otro momento sobre todo si lo para lo que va a abrir la boca va a ser una bobada (suposición, ya que aún no me he encontrado en una situación similar). Como historia verosímil no tiene un pase, pero es que también se ve pacata y torpe en sus intentos de concienciación, de tratar de hacer ver lo que está bien y lo que está mal, hecho que además la hace volverse insultantemente previsible (como cuando acosan a la moribunda Sarandon al pillar a su marido morreandose con la mejor amiga de ella a un día de la eutanasia, sacando conclusiones de que por eso les deberá de parecer tan bien que 'se vaya' ya, plan maquiavélico total que haría palidecer a 'Misery' o a 'Un ciudadano ejemplar').

Sarandon me parece una excelente actriz y ella es lo (poco) bueno de este barato drama sentimentaloide que tiene la poca decencia de conmover con unos recursos que dan un poco bastante de vergüenza ajena. Es como si con su contenida y calmada interpretación se estuviera resignando/rebelando haber aceptado participar en este subproducto.

Su actitud ante el inminente final me parece la ideal, aceptando el porvenir con naturalidad y gastando chistes de dudosa corrección política (de eso se trata, de que las nuevas generaciones de cristal, criadas en la era de las redes sociales, siendo tan influenciables y maleables, vean a una persona que solamente se expresa con honestidad y franqueza como a un semi-Dios, como a una especie en vías de extinción).

No es cuestión de situarse por encima de nadie, pero para estas cosas es mejor reunirse o tratar con gente espiritualmente afín, una que te va a entender y va a hacer sentirte mejor, en vez a reunir a un círculo familiar que a lo mejor no tiene mal fondo y que desea lo mejor para ti, pero que percibe la vida de una manera demasiado diferente a la tuya, lo cual llevará a la confrontación.

Y a nivel personal, en vez de hacer un circo multitudinario del funesto evento del suicidio, encuentro más diafano el 'marcharse' solo, si realmente se ha tomado la decisión de hacerlo, sin 'molestar' a los demás.

Hay pocas películas que hablen de algo tan elemental en este siglo como la eutanasia. Todos recordamos "Mar adentro", pero ¿más allá de eso? Habrá, no digo que no, pero está bien que se hagan películas sobre el tema, y más aún con actores tan reconocidos. ¿Alguien se imagina un rostro y un cuerpo más adecuado que el de Susan Sarandon para hacer esto? ¿O una actriz más comprometida en causas sociales que ella y que entiendes por qué quiso hacer esto? ¿O alguien, además, que llore mejor?

Aquí, por fortuna, no llora demasiado. A propósito, "La decisión" triunfa al no ser un mar de lágrimas ni tampoco un dramón latoso. La narración pasa en un respiro, habla de lo que tiene que hablar sin demasiados rollos, lo suficiente como para que el espectador entienda, y sigue para adelante. El tema central ya es suficientemente dramático como para regocijarse en ello.

Más allá de la reina Sarandon, aquí, más reina que nunca, el reparto es, cuanto menos, interesante. Sam Neill cumple con su escueto cometido mientras que son las mujeres y el nieto los encargados de condimentar el abanico de emociones: Kate Winslet está divertidísima haciendo de esta mujer de apariencia perfecta pero que está harta de todo; Mia Wasikowska representa estupendamente el grano en el culo que es su personaje, la típica persona que si no es la protagonista en cualquier reunión se muere del aburrimiento; Lindsay Duncan es una actriz que no necesita hacer nada para destacar, basta con su presencia; y el joven Anson Boon es un soplo de aire fresco en esa atmósfera.

Al tratarse de una reunión familiar, he leído alguna comparación con "Agosto", pero no alcanzo a verla. Confieso que era fácil que esta película me gustase porque las historias endogámicas me fascinan, ya sean reuniones familiares (la propia "Agosto" es una de mis favoritas), sociales ("Gosford Park") u otras circunstancias diversas como laborales ("El método"), políticas ("The Party") o de cualquier otra índole ("Un Dios salvaje"). Las películas de bodas o funerales son otro cantar. Uno peor, sin duda.

Pero a lo que vamos. "La decisión" es perfectible en todos sus elementos, podría ser más dramática en algunos momentos o más ácida en otros, algunos personajes necesitarían más tiempo en pantalla y algunos flecos podrían haberse resuelto de un modo más orgánico*(1), pero en cualquier caso, lo que nos ofrece es fundamentalmente bueno y correcto desde un prisma muy sencillo, está tratado con una sensibilidad adecuada y resuelto con gusto, en especial en lo que respecta a unas localizaciones de ensueño y una fotografía que sabe captar cada momento. También alabo el realismo que rezuma la película, creo que se acerca bastante a cualquier circunstancia semejante: los silencios nerviosos, los momentos de sinceridad, algún que otro estallido... Es, fundamentalmente, una buena película, sin grandes pretensiones más allá de hablar de algo importante con buen gusto.