Noches de neón (1988)

Al día siguiente, llegas tarde a trabajar. Una noticia en el periódico sobre el bebe del coma, piensas en tu novia Amanda, que se fue a desfilar a Paris, escribes algunas líneas, una rayita ocasional y salir de nuevo con el amigo Allagash.
Se escucha el True Faith de New Order, puede que luego Prince o Depeche Mode para acabar la noche, da igual.
Sueñas con el bebe del coma.
Deberías haber dicho que estabas enfermo. Miras el periódico, el bebe del coma sigue vivo.
Las noches pasan, te despiden y no te sorprende.
Pigmeos, estoy rodeado de pigmeos... ¡Coño, ¿Pero que cojones es este bicho?!. Jason Robards subido a un taburete.
Tu hermano va a verte y sales corriendo, vas al desfile de Oscar de la Renta y tu novia ni te mira.
Te emborrachas, buscas hablar, cariño o puede que solo sexo y te tratan como una madre a un niño.
Miras tu imagen en el espejo del lavabo. Vas muy ciego, tienes que bajar.
Una fiesta, ¿Como va?... te ríes, te sangra la nariz y vuelves a mirarte en un espejo. Necesitas ayuda, no puedes arreglarlo todo en una sola noche. Decides llamar a alguien, solo quieres hablar.
Piensas en todo lo que ha sucedido. Cambias tus gafas de sol, por una barra de pan, simbolizando el cambio de vida. Empiezas a darle bocados, mientras observas el Skyline.

Son las seis de la mañana en la isla de Manhattan. Con las tempranas luces del amanecer, uno se imagina el primer barco del viejo mundo, navegando lentamente por el río mas grande que han visto jamás. Así es casi como te sentiste la primera vez que viste la ciudad por la ventana del autobús. Como si miraras a un nuevo mundo que espera que lo descubran. Y así es como te parece ahora, pero tienes que ir despacio. Tendrás que aprenderlo todo otra vez.

El bebe del coma vive.