Empecé a verla con cierto escepticismo, ya que las películas argentinas nunca han sabido cuajar en mí. Además actuaba Ricardo Darín, al que no acabo de tragar, aunque es innegable su maestría a la hora de desfilar por la cámara. Desde luego, la cosa no pintaba nada bien. Pero desde el primer minuto la película te atrapa, te engancha y te esclaviza da tal forma que necesitas saber qué es lo que va a ocurrir a continuación.

Ricardo Darín y Gastón Pauls encarnan a 2 ladrones de “guante blanco” o ladrones “elegantes” de esos que roban sin hacer ruido y su modus operandi suele ser a través del timo. No sé qué es lo que tienen este tipo de películas que suelen ser, como mínimo, entretenidas. Quizás es algo que está en nuestra naturaleza y que no muchos consiguen ponerla en práctica con asiduidad; y es que todos hemos robado alguna vez (uno chicles, unos caramelos, unas pilas...), pero pocos hemos seguido haciéndolo para convertirlo en una forma de vida. Creo que eso es lo que nos engatusa de esta película, la forma que tienen los protagonistas de timar y que podríamos ser nosotros los que estuviéramos allí junto a ellos para “sacar tajada”.

Lo que más destaca de esta película, sin lugar a dudas, es su guión. Sabio, inteligente y retorcido como pocos, brinda continuadas sorpresas a lo largo del film, pedaleando a ritmo para que éste no decaiga en ningún momento. En los extras del DVD de “lo que la verdad esconde”, su director decía que para que una película funcione eran necesarias 3 cosas: “guión, guión y guión”. No sé si será completamente cierto, pero aquí funciona perfectamente.

Es entretenida. Es brillante. Es divertida. Es emocionante...

Nota: 8,5