Dudo entre dos versiones:
1.- Que la historia vivida por el protagonista sea tal y como nos la cuentan en toda su integridad, lo cual sería surrealista a más no poder.
2.- Que todo haya sido una agobiante pesadilla sobre la falta de inspiración de un guionista esclavizado por el despiadado Hollywood y su entorno, pesadilla soñada a consecuencia del ofrecimiento que le hacen tras el éxito inicial en su obra de teatro.

El detalle final de la chica en la playa cuya pose y figura coinciden con la del cuadro del hotel no me termina de ayudar para aclararme sobre si el cuadro era una premonición de que en la costa californiana le esperaba el amor a Barton (en la opción 1.-), o simplemente un déjà vu dentro de lo que sería el sueño (en la 2.-). O quizás que, entre los momentos de ausencia de inspiración para escribir, la imagen del cuadro fuera lo único que le daba fuerzas para no arrojar la toalla y seguir... hasta que logra el premio final de encontrar a la chica (1.-); o que, si es una pesadilla, vaya después de despertarse a la playa a despejarse y se encuentre a la chica real que tanto veía en su sueño (2.-) (esta última alternativa me gusta).
No sé, quizás me decante más por la opción de la pesadilla, pero debería verla otra vez para tratar de aclararme, aunque desconozco si tendré fuerzas suficientes para ello.

***A destacar: los múltiples y curiosos detalles que se perciben dentro de ese hilarante y a la vez tétrico hotel: el interminable timbre de la campanilla, el inquietante botones-recepcionista disponible 24 horas (ese Steve Buscemi, tan creíble y solvente como siempre en todo lo que hace -¿qué leches haría metido en esa especie de sótano bajo la recepción?-), las camas de muelles, el papel pegado de la pared, la no aparición nunca de ningún otro huesped excepto la del vecino de habitación (llegas a dudar si tantos zapatos a las puertas de las habitaciones corresponden a huéspedes reales o meramente es una forma que tiene el hotel de hacer creer que sus dependencias están llenas...)...