Una de las películas de mi infancia que he vuelto a ver dos veces de mayor y cada vez me parece mejor. Quizá pierde en todo su tramo final al ofrecer un clímax un poco más cotidiano, o quizá sólo sea que la película empieza a perder después de haberla visto cien veces, pero El Secreto de la Pirámide es una de las mejores películas que podría incluir en un top 50 de los años 80.

Barry Levinson se Spielberg-iza y nos regala una especie de Indiana Jones con mucho más espíritu detectivesco que aventurero, situado entre escuelas elitistas y personajes carismáticos que a día de hoy recuerdan a Harry Potter. Una gran trama que queda un poco eclipsado por una película mucho más noventera que ochentera, con un fuerte presupuesto y un ritmo perfecto.

Pueden pasar los años, pero esta película no tiene pinta de que pierda un ápice de su esencia.