Buen sabor de boca nos deja su primera temporada. Ciertamente, no me lo esperaba. Y ha sido una grata sorpresa. Partiendo del universo DC definido para Arrow, Flash, sin embargo, nos muestra un personaje nada siniestro, sino el arquetipo del héroe clásico, tal como ocurre en el cómic. El mundo y los personajes de Flash nada tienen que ver con la cierta oscuridad de los de Arrow, donde éstos son justicieros a los que se les va la mano de vez en cuando, tenemos a unos compañeros nobles y sin lado oscuro, un complemento perfecto al héroe.

Y luego está el malo. De lo más carismático que he visto en tiempo. Un personaje que te cautiva desde el primer momento por su bipolaridad en cuanto a sus sentimientos por Flash. Esa duda que le corroe, ese aprecio que siente por su más odiado enemigo, al que sin embargo aprecia como a un hijo, en una magnífica jugada del guión.

Los actores están bien. En su papel. Y no me imagino otro Flash que Gustín. Está perfecto.

La serie es magnífica y supera a Arrow en interés y planteamiento. También es elegante en su realización. Resulta curioso, cuando prácticamente fotocopian, en un inicio, personajes y situaciones. Sin embargo, su desarrollo es distinto y, para mi gusto, más acertado. No pasan a ser enmascarados nocturnos. Quizás Central City es una ciudad más luminosa que Star City. Otra ciudad, otros problemas.

PD. Es de agradecer el detalle de incluir como padre de Flash al actor que encarnó al mismo Flash en la serie de los 90. Otra muestra de elegancia y savoir-faire.