Es una historia donde resalta el optimismo. Muestra personas luchadoras que quieren ver la vida con el vaso medio lleno, que se enfrentan a las dificultades sin sumirse en el dolor, la autocompasión ni el sufrimiento sino con la visión de poder aprovechar los ratos buenos y sacar una sonrisa y buena amistad de las situaciones difíciles.
A pesar de ser una comedia y de ser una visión optimista de la vida el público no lanza una risa o mucho menos una carcajada durante su proyección. Aunque tiene puntos graciosos y no pretende ser una película divertida no pasa de ser una película simpática, en la que coges afecto a los protagonistas, pero que no logran una querencia que te marque o implique en la historia, que ves un poco forzada a causa de alguna de las interpretaciones, poco naturales.
Dentro de los actores, hacen muy buen trabajo el dueño del bar (C.Camino), su padre ciego (E.Linder) y la hermana choni organizadora de montajes . Todo lo contrario para las interpretaciones de la periodista tiagüena (V.Calderón), su novio y de la secretaria enamoradiza (E.Redondo), que resultan apostadas, algo artificiales.
Queda desaprovechado un título como “La Reina de Tapas” y que luego no salgan unos buenos platos. Sí que hay planos donde enfocan, expresamente a veces o como por casualidad y de pasada otras, alguna de esas tapas que anuncian, pero ni mucho menos para ser “la reina”, dado que son vulgares tostas con algo encima. Una pena que se desperdicie una oportunidad para poner al público a salivar y ganárselo un poquito por el estómago.
En cuanto al argumento no está del todo mal, pero el resultado no pasa de ser “simpático”: la enfermedad de la dueña del bar, el apoyo por sus empleados y marido, la trama fraudulenta para sacar adelante el negocio, los mafiosos inmobiliarios y la banda de droga, el intento rocambolesco del final para solucionarlo todo… Sales del cine con la sensación de que has visto formas optimistas de encarar la vida, pero lástima que no tengas esa impresión tan satisfactoria que produce lo retorcido de la trama. Es un desenlace que le podría pasar a cualquiera… cualquiera de los personajes clientes del bar de “Amélie”, de JP Jeunet.
No obstante, se deja ver, sin más pretensiones, y desde luego NO tienes sensación de tirar el dinero al elegir este título, más bien al contrario, hay que apoyar a este tipo de cine en el que no salen únicamente chorbos sin camiseta y nenas con falda corta, con grandes coches y mansiones, música electrónica y vidas al estilo de programas de reality show.