Cuando hace un par de años mis amigos me convencieron de que leyera las novelas de Canción de Hielo y Fuego no me hacía mucha gracia. A mi la fantasía siempre me ha gustado, aunque salgan dragones enormes, magos lanzando hechizos increíbles, o hombres que con su espada podían contra decenas de enemigos. Siempre he considerado que la Fantasía, en especial la Épica, es poesía cinematográfica; es decirnos a través de personajes fantásticos y acciones increíbles lo bello que puede ser describir un combate o una aventura sin tener que hacerlo literal y veraz.

Juego de Tronos no es ni mucho menos una de esas aventuras, juego de tronos es la evolución de esa Fantasía. Es coger un mundo fantástico, y crearnos una conexión tan fuerte con él, que en muy pocos momentos nos damos cuenta de que estamos viendo una serie de fantasía. Es fiel a los libres, fiel a lo que su Autor quiere contarnos y cómo hacerlo.

Por fin los adultos podemos ver fantasía bien hecha y que no sea apta para niños, de esta manera ya no son rivales los dramas realistas, las películas de terror sangrientas, o las películas basadas en hechos históricos. Con Juego de Tronos lo tenemos todo: Seriedad, violencia, sangre, traición, miedo, guerra y al fin con ellas: fantasía épica.