Crítica de antonalva
antonalva
Madrid, España
The Grandmaster (2013)
- Wong Kar-Wai
- Tony Leung Chiu-Wai, Zhang Ziyi, Zhao Benshan ...
Esteticismo, virtuosismo visual y afectación al servicio de una historia prolija y dispersa
12 de enero de 201423 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Wong Kar-Wai es un cineasta de muy marcada y reconocible estética, y de reconocido prestigio crítico, no siempre acompañado de éxito de público, por ecléctico o minoritario que sea. En este caso presenta una biografía que abarca casi cuatro lustros (de los años treinta a los años cincuenta) que aborda temas como el honor familiar, la tradición y la enseñanza de las artes marciales, el amor no correspondido, la fidelidad a la tradición, el respeto al maestro, los peligros de la innovación y las fatales consecuencias de la falta de consideración hacia la historia de un linaje o de un pueblo.
Y la suma de las partes en verdad acaba por no estar del todo bien ensamblada, quedando todo bastante agobiado, encorsetado y disminuido por un exceso de decoración, de amaneramiento, de languidez, de gotas de lluvia cayendo a cámara lenta sobre charcos bellamente dispersos, de movimientos de cámara que apenas muestran leves gestos afectados o forzados encadenados visuales que poco añaden a la narración y contribuyen a ralentizar la historia y a distanciar al espectador por pura acumulación barroca de belleza, maquillaje, vestuario, muebles y muecas.
Wong Kar-Wai es un director de raza y con una estética singular, que cuando está al servicio de un relato cuajado y compacto, consigue obrar el milagro de ofrecer una joya de incalculable valor. Pero es este caso el episódico guión apenas engancha, los saltos en el tiempo contribuyen a diluir la atención y las bellas coreografías de las escenas de acción detienen en exceso el ritmo de la historia, por lo que se pierde interés y se anula su efectividad.
El tema central de la fructífera (o nociva) relación maestro – discípulo acaba ahogada entre tanto oropel y artificio. Es una película muy bella y es admirable el uso que hace de los decorados y del vestuario, pero sabe a poco y produce más cansancio y fatiga que logros o reconocimiento. Hermosa pero vacua, interesante pero prescindible. Decepcionante.
Y la suma de las partes en verdad acaba por no estar del todo bien ensamblada, quedando todo bastante agobiado, encorsetado y disminuido por un exceso de decoración, de amaneramiento, de languidez, de gotas de lluvia cayendo a cámara lenta sobre charcos bellamente dispersos, de movimientos de cámara que apenas muestran leves gestos afectados o forzados encadenados visuales que poco añaden a la narración y contribuyen a ralentizar la historia y a distanciar al espectador por pura acumulación barroca de belleza, maquillaje, vestuario, muebles y muecas.
Wong Kar-Wai es un director de raza y con una estética singular, que cuando está al servicio de un relato cuajado y compacto, consigue obrar el milagro de ofrecer una joya de incalculable valor. Pero es este caso el episódico guión apenas engancha, los saltos en el tiempo contribuyen a diluir la atención y las bellas coreografías de las escenas de acción detienen en exceso el ritmo de la historia, por lo que se pierde interés y se anula su efectividad.
El tema central de la fructífera (o nociva) relación maestro – discípulo acaba ahogada entre tanto oropel y artificio. Es una película muy bella y es admirable el uso que hace de los decorados y del vestuario, pero sabe a poco y produce más cansancio y fatiga que logros o reconocimiento. Hermosa pero vacua, interesante pero prescindible. Decepcionante.