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Crítica de Archilupo
Llanes, España
9
Stalker
Stalker (1979)
  • 7,9
    14.828
  • Unión Soviética (URSS) Andrei Tarkovsky
  • Aleksandr Kaidanovsky, Anatoly Solonitsyn, Nikolai Grinko ...

UN DÍA EN LA VIDA DEL STALKER

244 de 280 usuarios han encontrado esta crítica útil
1. El Stalker (en inglés, 'que se mueve al acecho') madruga y su mujer le reprocha el riesgo de volver a prisión.
Réplica: Para mí la prisión está en todas partes.
Es sherpa clandestino que guía a la Zona prohibida. Por paisaje herrumbroso, central nuclear al fondo (foto en sepia, metálica), llega a la Taberna donde aguardan el Escritor y el Profesor.


2. Atraviesan en jeep un dédalo de verjas, un control militar a balazos. Entran en la Zona de sucesos misteriosos.
Hubo un meteorito, o una visita extraterrestre, no se sabe.

Aprovechando un desastre del rodaje (gran parte del film se destruyó al revelar), Tarkovsky hizo a los Strugatski reescribir el guión hasta eliminar todo rastro de SF.

La Zona nada tiene de futurista: postes caídos, máquinas oxidadas, verde… No se rige por la física normal: es un sistema de trampas que cambian sin cesar, en interacción psíquica con los visitantes. Lo seguro puede tornarse amenazante, no según capricho sino en función de actitudes: las refleja como espejo tetradimensional de la conciencia.


3. El Escritor, artista egocéntrico, y el Profesor, tecnócrata de laboratorio, son intelectuales sin espíritu que ejercen un escepticismo estéril.
Busca la inspiración perdida uno, investigación meritoria el otro.

P: ¿Sobre qué escribes?
E: Sobre los lectores.
P: Para halagarles…
E: ¡Tú, con tu triángulo ABC y sus tres lados!


4. La Zona exige respeto, o castiga. Espacio no euclídeo, la línea recta no es lo más directo: se puede avanzar, y aparecer al principio, en bucle. La Habitación de los Deseos cambia de sitio cada vez. El camino se traza lanzando delante tuercas con cinta blanca, como sondas.

Reino del agua: constante goteo, chubasco, cascada, chorro, aguacero, chapoteo… Travellings cenitales de un suelo embaldosado e inundado; una caligrafía visual de impresionante poesía muestra lo sumergido: jeringuillas, monedas, estampas…

También constante el tren, silbido y traqueteo donde se engastan fragmentos musicales: Marsellesa, Wagner, Bolero, 9ª de Beethoven…


5. Se contraponen el saber abstracto y neurótico de los intelectuales, y el vibrante del Stalker, que pugna por mantener la esperanza.
Piensa en voz alta un pasaje del Tao Te King sobre cómo los hombres nacen suaves y blandos, y cuando muertos son rígidos y duros. Sueña una parte del Apocalipsis, la apertura del sexto sello y la llegada del Dies Irae. Sin saber que los otros escuchan ensimismados, pronuncia los versículos de Lucas sobre los discípulos de Emaús, y una ardiente apología de la música.


6. El afán del Stalker es que los guiados salven las trampas, tengan fe bastante, superen su fondo desabrido y pidan su deseo profundo, no el superficial que se formula de palabra.

No pide nada para sí. Le basta con llevar hasta allí a desesperados.

Y, si la jornada concluye, regresar agotado al mundo, entre la comprensión amorosa de la mujer y una muestra de por qué la silenciosa hija es un mutante, un heraldo.
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