Viernes 18 de Abril, 6:25 pm. Cinemex Plaza Insurgentes. Para cuestiones de publicidad el trailer o avances de película y carteles, se vuelven métodos eficaces para difundir futuras proyecciones dentro del circuito que recorrerán las películas en determinado momento. Estos medios se fortalecen a partir de imagen y frases destacables que describan la esencia del filme, que logren captar la atención del público de manera rápida y eficiente, para la apreciación de la obra en su totalidad. Otra estrategia de mercadotecnia dentro de los dos formatos es la inserción de logotipos de los festivales en los que se ha participado y que la avalan de alguna manera los resultados.

El cartel de esta película contaba con dichos distintivos, sin embargo la historia consigue un estado de apatía estrepitosa, las trivialidades son empleadas en todo el metraje y aunada a la tan concurrida temática de la delincuencia juvenil, encierran al espectador en manifestaciones de ansiedad asegurada. El interés que pudo generar ese cartel se diluye expresamente, volviéndose previsible y sin aportación, hilada con una relación familiar y el sueño por emigrar a Norteamérica.

En entrevista para diferentes medios en México, el director asegura que no es violenta, ni demasiado melodramática, simplemente la realidad de los jóvenes que son orillados a delinquir, incuestionable situación, pero a mi parecer no agrega un punto destacable que por lo menos la haga recordable, se queda en la descripción de los hechos, en locaciones reales donde la venta de lo apócrifo hace acto de presencia, “El barrio de la Ronda”. Lugar donde faros, radios, asientos, puertas, calaveras, defensas, llantas, rines, tableros, volantes, tapetes, motores y demás componentes de automóviles deambulan en brazos de quienes roban, venden y compran.

No alcanzo a comprender su ascenso a la carrera de premios Cannes, es mediocre en el panorama del cine mexicano actual.